Terror Universal
E mail Nombre

Seccion: Artículos (Lecturas: 240407)
Fecha de publicación: Octubre de 2016

El Fantasma de la Opera existió realmente

A través de esta investigación, nos proponemos echar luz en los precedentes históricos de una famosa creación literaria inmortalizada por el 7mo. Arte.

Página 1Página 2Página 3Página 4Página 5Página 6 • Página 7 • Página 8Página 9Página 10Página 11Página 12Página 13Página 14

Natán Solans



Registro de marcas

Bookmark and Share

Capítulo 10: El Fantasma de las 7 caras

Casi constantemente, en cada capítulo, debo reescribir, romper lo escrito o alterarlo y eso es porque este es un informe interactivo, vivo, latente... Ya muchas veces mencioné en mis escritos mi colaboración con la III Cátedra de Cirugía Cosmética Maxilofacial del Dr. Trigo. Esta generosa eminencia me permitió contactarme con diversos profesionales de todo el mundo. El Dr. Robert (Bob) Barron es uno de los tres maestros del disfraz que tuvo la Central Americana de Inteligencia (CIA) [1]. Los otros dos son el matrimonio Méndez (http://www.themasterofdisguise.com/). Con los tres me carteo porque sus enormes archivos me ayudaron mucho en mi trabajo de FX-Man y Ortopedia Cosmética.


Un ejemplo del trabajo del Dr. Barron

Al matrimonio Méndez los conozco desde hace muchos años gracias a mi amigo, mencionado aquí a menudo, el Coronel (RE) Jorge Soneyra y al Dr. Barron por medio de la citada cátedra. Barron dedicó los últimos 15 años a la restauración y el disimulo de personas cruelmente desfiguradas. Cuando hace dos meses le mencioné la difusión de este informe sobre Erik se entusiasmó mucho y hoy es uno de los miles de lectores que siguen esta intrincada serie de artículos en Terror Universal.

Alguna vez hablamos de los especialistas en F/X y de los gustos personales que cada uno tenemos. Dick Smith, el padre de todos nosotros, se desvive por hacer ancianos: The Hunger (El Ansia-1983), Amadeus (Amadeus-1984), Dad (Mi Viejo-1989), etc. Rick Baker se inclina hasta el fanatismo por los monos: Greystoke: The Legend of Tarzan, Lord of the Apes (Greystoke: La Leyenda de Tarzán-1984), Mighty Joe Young (Mi Gran Amigo Joe-1998), Planet of the Apes (El Planeta de los Simios- 2001). Kevin Yagher hace los mejores cadáveres en la historia del maquillaje: Phantom of the Opera (El Fantasma de la Ópera-1989), Face/Off (Contracara-1997) y la serie Bones (temporada 2008-2009).

Yo le conté al buen doctor que mi pasión como maquillador era el mimetismo, policial, militar y del hampa. Entonces quiso colaborar y durante dos meses buscó en su inmenso archivo personal y me envió el mejor informe que tuve en mi vida sobre mimetismo y que, casualmente, está relacionado - tenía que estarlo - con Erik.

En 1932 la Opera House Garnier fue restaurada hasta el primer sótano (desde 1875 hasta hoy, hubo 6 restauraciones totales o parciales, pero hay zonas que jamás se tocaron, dada la reciedumbre de su construcción). Se voltearon puertas con cerraduras oxidadas, se abrieron baules a punto de desmoronarse por la carcoma y la humedad, se rescataron ex-piezas de vestuario, tocados, zapatos enroscados por los años. Y con "linternas sordas", ya antiguas en esa época, iluminaron rincones donde las cucarachas y las ratas albinas se amontonaban y presentaban batalla. La cuadrilla era acompañada por una autoridad, especie de curador, del Museo de la Opera.

Era, dicen los artículos de "Le Figaró", "L'Epoque" y "L'Opera" que me envió el doctor, "una tarea peligrosa", pues el piso de maderamen cedía aquí y acuyá, provocando agujeros negros insondables, al rato se oía el impacto de los trozos de madera contra el piso de piedra del subsuelo inferior. Todos querían volverse pues el moho seco flotaba haciendo difícil respirar aquel aire malsano. Ya habían abierto y tumbado unas 40 puertas y de pronto una corriente de aire llamó la atención del curador. El grupo ingresó en el pequeño camerino de donde provenía el chiflete y lo tocaron con cierta fuerza; entonces, la pared de yeso podrido se resquebrajó dejando pasar débiles haces de luz, desmoronándose al fin totalmente. Cuando la nube de yeso, polvo y moho se asentó, se descubrió otro camerino bastante grande, iluminado por una pequeña ventana alta con un vitral de flores que daba a la Calle Scribe. Estaba totalmente pintado de negro y cuando los ojos de la cuadrilla se acostumbraron a la débil luz, retrocedieron asustados; uno de ellos no pudo evitar alguna exclamación de miedo.


Tussaud y las máscaras realistas de la Opera

No era para menos. Como nadie relacionó el descubrimiento con los sucesos acontecidos 40 años antes, solo se publicó en esos tres periódicos como una curiosidad. Pero, como decía, los toscos obreros y el curador se encontraron en aquel camerino secreto con una mesa perfectamente conservada sobre la que habían cinco cabezas humanas que los miraban con fijeza. A los costados, en las paredes laterales, sobre sendas columnas, había una decena de esculturas de arcilla seca. También habían, muy ordenados, estecas, desvastadores, alisadores... todo tipo de utensillos para modelar y para hacer esculturas.

Tan cerrado estaba ese cuarto por lo que, luego se supo, era un panel giratorio (una trampa más de Erik) que casi no había polvo o telas de araña. Más tarde se reveló que las cabezas no eran humanas si no cinco hiperrealistas, bellísimas (perdón, pero este tema me apasiona) máscaras de diversas etnias que estaban montadas sobre cabezas de "compound" (mezcla de yeso y cola), con ojos de vidrio soplado, de un extraño color amarillo, como los de los berberiscos, la gente de Persia.

Cuando, con sentido común, se llamó a Bernard Tussaud (nieto de la célebre ceroplasta dueña del Museo de Cera que hoy es una multinacional semejante a Disney o a Universal City) y a su hijo, se decidió entonces desenfundar las máscaras que parecían ser de látex, un producto que ya existía, vulcanizado por Goodyear desde hacía unos 60 años, se pensó que se desintegrarían. Pero no. El caucho aquel se estiró y volvió a su posición (esto, en Química, se llama "memoria") y al pasarle un pincel de pelo de marta cibelina los colores de la piel con sus venitas y capilares, con sus poros y vello, se mostraron con un realismo que el Sr. Tussaud nunca había visto.

Hasta aquí el relato de mi amigo, el buen doctor. Con atrevimiento le envié una segunda misiva para cambiar impresiones y esto saqué en conclusión: las esculturas de arcillas le servían a ALGUIEN para luego de alisarle el pelo y hacerlos calvos, tomar moldes, vaciar en el el l átex líquido, coloreado y tratado con una fórmula secreta que les conservó sin pudrirse jamás (el l átex actual dura unos 8 años), luego se vaciaba y se coloreaba poniéndole pelos y cabellera con el mismo método que usaba Madame Tussaud: con una aguja especial. Bob Barron me explicó que no se sabe que pasó con aquellas maravillas. Hasta 1946 se mostraron alguna que otra vez.

Seguramente, como el Arca de la Alianza de Raiders of the Lost Ark (Los Cazadores del Arca Perdida-1981), descansan en algún ignoto depósito o se las apropió Bernard Tussaud y su hijo para perfeccionar su arte o, simplemente, como tantas maravillas fueron destruidas... Esta suerte de prólogo al Capítulo 10, que surgió a último momento (¡Qué cosa con primicias, noticias de 1880, de 1946, de 1932) porque yo se exáctemente quienes crearon esas piezas de mimetismo y para qué fueron usadas.

Simplemente El Fantasma usaba siete caras ya que la octava... era impresentable.

Lamentablemente yo no había nacido en 1932, si no hubiera tratado vía embajada o consultado de lograr que esas máscaras descansaran para siempre en la Academia Nacional de la Música en La Opera Garnier. Pero se, también, gracias a mi "equipo" de amigos, quien fué el que, por fín, ayudó a Erik a cambiar su cara.

Milo Fragonard
Milo Fragonard

HerrmannMilo Fragonard era un artista extraordinario: a los 11 años ya había hecho dos muñecos de ventriloquía y la practicaba, debutando a los 14 en los teatros de variedades de Pigalle. Siempre había admirado a Alexander Herrmann (nacido en 1810 y no en 1844 como dicen la mayoría de las enciclopedias de Ilusionismo [2]), muerto a los 86 años fingiendo que tenía nada menos que 34 años menos gracias a artilugios tales como pelucas, narices, prótesis, arneses, botargas, etc. tal y como lo hacía en Buenos Aires de los años 50's el gran actor judío Jacob Ben-Ami (1890-1977). Cuando uno piensa en estos seres misteriosos, se imagina laboratorios oscuros, camas de columnatas, siempre en una noche eterna, pues, el Gran Herrmann murió en 1896 en su moderno yate "Frá Diavolo", rojo y aerodinámico, mientras bebía Coca-Cola.

Ciertamente, Erik consultó a varios tranformistas, mimetistas o camaleónicos. A algo de eso ya hicimos referencia en el pasado, especulando como Erik pudo haber tenido entrevistas con el Gran Chaliapin; con Leopoldo Frégoli, a quien los pegamentos y maquillajes incorrectos lo desfiguraron; con Richard Mansfield. Marcele Maumus me dejó fotocopiar un valioso dibujo que quizá realizara Mansfield. En otras entregas lo mostraré y la corrección que hice del mismo, pues estaba muy desleído. Pero Milo Fragonard seguramente fue el que más influyó para que Erik se iniciara en la tecnología del maquillaje más de medio siglo antes de una de las primeras grandes caracterizaciones del cine: The Phantom of The Opera (El Fantasma de la Ópera-1925).


Uno de los tantos osarios bajo los pisos de París

FrégoliErik Boulanger, el enjundioso contratista-arquitecto, seguía cavando, descubriendo viejos túneles dieciochescos y anteriores, quizás romanos, pequeñísimos pasadizos que daban al osario del Cementerio de los Santos Inocentes que, saturado de los muertos de las pestes, literalmente, escupía los ataudes impulsados por los gases de la cadaverina, tal como se ve en Poltergeist (Polgergeist-1982). Hoy día hay un cartel de 1844 donde se señala ese sitio para turistas.

Su torva cuadrilla obedecía ciegamente, entre otras cosas, porque Erik solía ayudar cuando alguno tenía un problema familiar, con dinero extra, en napoleones de oro y porque siempre fue gregario con los diferentes, comiendo y bebiendo con ellos, aunque algunos preferían no mirarlo mucho.

Si visitan la magnífica página del Dr. Barron, notarán que las fotos de sus asombrosas máscaras ortopédicas (full face) vienen con una aclaración: "no se puede comer o beber con las máscaras puestas". Con las de Milo Fragonard parece que estas actividades eran posibles. A veces permanecía horas enteras sentado mirando como trabajaban los obreros, asintiendo como hacen los perritos de yeso en algunos autos; no sería raro pensar que ese era un doble artificial mientras Erik estaba en otros túneles. La construcción de la Opera Garnier estuvo plagada de inconvenientes, accidentes, falta de dinero, desorganización, interrupciones, etc. Igual que nuestro Teatro Colón.

Por ejemplo durante la Guerra Franco-Prusiana (julio 1870-mayo 1871) las obras se interrumpieron y los vándalos invadieron los sótanos a medio hacer y se llevaron muchos elementos y materiales, incluso desapareció un dínamo de Faraday modelo 1865, que era el artefacto que se planeaba utilizar para la iluminación eléctrica de la sala de la Opera. Pronto desistieron, porque parece que aquellas obras en ruinas estaban habitadas por otra gente, cazadores de ratas, pordioseros, ex-fregonas, obreros parados... y porque algunos vándalos murieron ahorcados, horriblemente, por algo que no parecía ser una soga.

Fue allí , en aquella caótica situación política y social que apareció en escena el benemérito Monsieur Milfroid, comisario inspector de lo que hoy es la Sureté Nationale (Seguridad Nacional) de Policía y, aunque no podía desarrollar mucho su auténtico olfato de sabueso, comprendió que había algo raro en aquellas muertes brutales, algo lejano, oriental... porque recordaba haber visto algo parecido en el Museo Príncipe de Gales de Londres, una representación de aquellos ahorcamientos... pero no recordaba como se llamaba aquello. Además, los vándalos juraban y perjuraban que ellos no se habían llevado el dínamo eléctrico: ¿para qué, qué iban a hacer con él? ¿y con las piezas de plomería, de grifería, con las canillas e interruptores, cosas tan modernas? Si ellos vivían en piezas ruinosas, con baños colectivos como nuestros peores conventillos. Y tampoco robaron aquellas enormes cajas, cubiertas de lona alquitranada que contenían... ¿qué era? Un órgano como el que hay en Notre Dame. ¿Para qué querían semejante cosa? Eso es cosa de ricos. Con tantos túneles en aquellos pozos, podía ser cualquiera el que ocultara esas cosas para revenderlas despúes. Pero ellos no, ellos solo querían comer, no morir así, casi decapitados por un loco que ahorcaba con una fuerza tremenda, brutal.

Entre el humo de la pipa que todos los detectives policiales o no fumaban mucho antes que naciera el Sherlock Holmes de los folletines, el comisario inspector Milfroid recordó de pronto como se llamaban los que ahorcaban, estrangulaban de esa manera: ¡eran los Thugs! [3] Los estranguladores de Bombay, la secta más misteriosa, destructiva y antigua del Mundo. Adoradorares de la diosa Kali de la India, no gustaban derramar sangre pero consideraban demonios a todo extranjero, a todo que no fuera musulmán. Desde la Edad Media venían asesinando, cargándose a millones de personas... cada thug debió matar no menos de 700 personas. Luego celebraban un rito llamado "tuponee". Pero la Companía de las Indias Orientales, que estaba el mando de William Sleeman, acabó con ellos (aunque hubo un brote en 1992). La misteriosa forma de muerte que usaban desde siempre era un rumal, una badana, un lazo que realizaban haciendo un cuadrado de tripa trenzada de gato, muy fuerte, que servían para la confección de un pañuelo de seda blanco. ¿Un thug en Paris? Era raro ver a un oriental en Francia (hoy muchos sobreviven como taxistas: son otras épocas), pero Milfroid terminó recordando; estaba seguro que el siniestro instrumento de muerte se llamaba: lazo Punjab.

Pareciera que en los conflictos y revueltas sociales, la gente muestra su verdadera naturaleza; se vulgariza, porque lo que más progresa en estos períodos son los espectáculos populares y chabacanos. Los burlesques, las Operetas Bufas, el Circo Paupérrimo, el sangriento Grand-Guignol, las peleas de perros, etc. L'Ciel y L'Enfer funcionaban a todo tren, especialmente éste último. Allí los grotescos espectáculos con esqueletos, lucha de mujeres desnudas, monos humanizados, fantasmagorías, circos de pulgas y exhibición de freaks producía pingües ganancias. Fue allí donde Erik perfeccionó el Arte del mimetismo y de las máscaras realistas.

The Mad Magician
Máscaras ¿reales? en The Mad Magician (1954)

Las máscaras encontradas en 1934 en las restauraciones de la Opera fueron cinco, pero cada una tenía en su nuca un número (Erik, lo dije, era muy meticuloso). Faltaban la número 2 y la 5. Se deduce de esto que eran siete las caras. Se habla también de un célebre ilusionista llamado Bumedién, que dio pié para el argumento de dos films de Hollywood: The Mad Magician (La Máscara Siniestra-1954), donde el eterno Vincent Price representaba al Gran Rinaldi (muy parecido a Herrmann), autor de máscaras de caucho y Two on a Guillotine (Dos en la Guillotina-1965), con el mago Duquesne, que también usa caras de goma.

Two on a Guillotine
Two on a Guillotine
(1965), dos caras en una

Leyendo la Historia y analizando los datos fidedignos y atando cabos, no es dificil reconstruir esta singular historia, hacer que la Leyenda deje de ser tal. No es dificil, repito, imaginar al adolescente Fragonard y al Monstruo perfeccionando uno el producto que inventara Goodyear y conviertiéndolo en esculturas hiperrealistas, en perfectas caras sustitutas; el otro, en los camerinos o, quizás ya en "la Casa del Lago", quien sabe...

Y no sería difícil imaginar las cuatro formidables paredes de la Opera, con sus pisos altos a medio hacer y con cajas apiladas en su foyer principal, cajas rotas, a medio depredar entre las que contenían la inmensa lucerna, la araña principal (modelada en sus ornatos por el mismísimo Rodin y realizada por "Fundición L'Clere). Otras tres cajas contenían la escultura, bañada en oro, de Apolo con su lira donde un día, encaramado lloraría el Fantasma. También los cinco sótanos, aquellos niveles que pronto dejarían de estar iluminados por la luz del sol. Especialmente el solitario, profundo y temido quinto nivel donde, se decía, había un lago artificial, protegido por sólidos muros de tres metros que mantenían todo seco, sin pizca de humedad, con arcadas que eran a su vez la losa, el sostén de todo el edificio. En ese ámbito no sería imposible construir un habitáculo y hasta una mansión, en la que esconder cosas robadas, tan extravagantes como una góndola genovesa o un enorme órgano de tubos... hasta un caballo hubiera podido circular ahí, hasta un Fantasma...

Acaecieron los hechos de la Comuna; los comuneros se refugiaron en las ruinas de la construcción y tomaron los sótanos convirtiéndolos en calabozos. En un lugar recóndito del cuarto nivel hicieron una santabárbara con casi un centenar de barriles de pólvora negra (que luego abandonaron). Los comuneros fueron reprimidos por las autoridades y muchos cadáveres quedaron allí, en los sótanos, para siempre, cerca de la bella fuentecita (un afluente menor del Gran Lago) donde, a su alrededor en la tierra seca, se enterraban "las voces vivas" o cilindros fonográficos con las célebres voces de los artistas que pasaban por el Teatro.

Al quedar la obra desierta y con olor a sangre, es fácil saber que Erik tuvo el tiempo suficiente para repetir, tal vez con alguna ayuda, las puertas corredizas, trampillas, resortes, tambores rodantes giratorios y sobre todo las famosas trampas con eje que lo hicieran famoso en Persia, de unas mechas llamadas "El Saltamontes y el Escorpión", de ahuecar, trabajosamente, la enorme y maciza columna de mármol de la cantera de Carrara, situada en el palco Nº 5... de estas cosas tan particulares volveremos en próximas entregas.

Y un lluvioso día, el 27 de Diciembre de 1871, Erik Boulanger desapareció. Se pensó que fue un desaparecido más de los incidentes de la Comuna y hasta se hizo en su honor una misa en el foyer, al pie de la gran escalinata que ya empezaba a tener cierto brillo. Muchos humildes obreros incluso lloraron: tan querido era aquel delgado contratista... Pero, dicen, que los miembros de su propia cuadrilla tan solo sonrieron enigmáticamente.

Aquella llovizna duró toda una semana y, podría asegurar con la precisión de un entomólogo o un relojero suizo, que fue en esa semana que comenzó la leyenda del Fantasma -o su Historia- porque ya algunos transeuntes, obreros y hasta algunos borrachos trasnochados aseguraban que se oía el eco de una hermosa voz que cantaba acompañada por música de órgano desde las alcantarillas de la Calle Scribe.

- Parece la voz de un Angel... - dijo con una sonrisa bobalicona uno de los borrachos.

Y ahora sí, dejaremos de hablar sobre la construcción de la Opera Garnier, de Napoleon III y de la ciudad de Paris, porque a partir de ahora nos dedicaremos a algo más importante que mandatarios, países y aún del mundo: vamos a hablar de un gran amor.

Notas:
1- Consultar, por favor, para una mejor comprensión de este artículo: (http://www.prosthesis.com/about.htm).

2- Este dato me lo dió el Sr. Bamberg, el famoso Fu-Manchú.

3- Leer esta página para comprobar la veracidad de lo que digo: http://www.editorialbitacora.com/bitacora/thugs/thugs.htm

 

 

 

 

 

 

 

Página 1Página 2Página 3Página 4Página 5Página 6 • Página 7 • Página 8Página 9Página 10Página 11Página 12Página 13Página 14