Terror Universal
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Seccion: Películas (Lecturas: 7)
Fecha de publicación: Mayo de 2002

El Drácula de Orson Welles

La historia ignorada de un clásico desconocido, la filmación de una versión de Drácula por Orson Welles.

Carlos Díaz Maroto



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Artículo publicado en Pasadizo

Orson WellesOrson Welles (1915-1985) era un joven genio que, a lo largo de varios años, desarrolló un programa radiofónico que lograría un inusitado éxito: el Mercury Theater. En ese espacio ofrecía adaptaciones en formato de radionovela de clásicos de la literatura mundial, desde Ana Karénina hasta El Quijote, pasando por mitos de la literatura de terror como Drácula. En estos programas tenía un equipo de actores fijos que, después, como el lector sabe, pasarían a la pantalla con la que, hasta ahora, se consideraba la opera prima como realizador de Welles (1), Ciudadano Kane (Citizen Kane, 1941), y después proseguirían una carrera cinematográfica, tanto bajo la égida del genial director como con otros cineastas.

El 31 de octubre de 1938, noche de Halloween, la obra a adaptar fue La guerra de los mundos, de H. G. Wells. El éxito fue apoteósico, y el suceso que desató ha pasado a la historia, originando no pocos libros que analizan psicológica y sociológicamente el fenómeno: adaptada la obra del escritor inglés a un formato que semejaba un parte de noticias radiofónico, la gente pensó que lo que oían era auténtico, retransmitiéndose una invasión desde Marte, y provocando un pánico a escala nacional.

Era lo único que faltaba para que el joven y genial director de radio de veintipocos años fuera llamado por Hollywood. La empresa que tuvo el honor de contar con el brillante artista fue la RKO, que le concedió carta blanca para que hiciera lo que quisiera. Por supuesto, la historia ha demostrado que ello es incierto: Ciudadano Kane sufrió el boicot de William Randolph Hearst, y la carrera comercial de esta obra maestra fue catastrófica; El cuarto mandamiento (The Magnificent Ambersons, 1942), su segundo film, estaba en post-producción cuando Welles se dirigió a Sudamérica para rodar el documental It's All True (1942): la RKO consideró que el final de The Magnificent Ambersons era en exceso pesimista y, por ende, anticomercial, e hizo rodar a Robert Wise, el montador, otro final, amén de alterar notoriamente la obra; por su parte, cuando Welles se enteró del desaguisado, regresó a Estados Unidos, intentando hacer cumplir sus cláusulas de contrato, mas no lo logró: El cuarto mandamiento siguió igual, e It's All True quedó inconclusa, no conociéndose hasta 1993 una versión montada del material que quedó rodado. A partir de ahí, la carrera de nuestro hombre fue dando tumbos, trabajando como actor para conseguir de ese modo financiación para sus obras como realizador.

Orson Welles, al frente del Mercury TheatreAntes, empero, de Ciudadano Kane, Welles barajó otros proyectos para el que sería su debut en Hollywood. Así, durante una etapa pensó en adaptar la obra radiofónica que lo lanzó a la fama, La guerra de los mundos, así como otros clásicos literarios, hasta que decidió optar por un guión original. Sin embargo, ahora se han descubierto en los archivos de la RKO unas bobinas que demuestran que uno de esos proyectos literarios sí se llevó a efecto. Se trata de 12 bobinas, lo que ofrece una duración de unos 86 minutos, montadas y sonorizadas. Al parecer, el film quedó completado, listo para estreno, pero por algún motivo se prescindió de ello, se archivó lo rodado... y se dio por olvidado. Según los estudiosos que han tenido el privilegio de ver el material, archivado escuetamente como "RKO 236", lo más seguro es que el film fuese olvidado en las catacumbas de la productora por motivos de censura.

En efecto, esta versión de Drácula parecía exponer ciertos elementos revulsivos que no serían aceptados por el público de la época, demasiado tenso con la atmósfera prebélica del momento, amén de ciertos elementos eróticos un tanto insólitos para entonces.

El material parece que fue rodado entre septiembre y noviembre de 1940, en los estudios de la RKO, y no teniendo un solo plano de exteriores. Welles se rodeó de su equipo habitual para la realización de Drácula, así, una ficha técnica somera sería la que sigue: en el apartado interpretativo, el propio Orson Welles encarnó a Drácula y, tal como en la novela, inicia el film envejecido, para, paulatinamente, ir rejuveneciendo; Joseph Cotten encarna al joven y resuelto Jonathan Harker; Dorothy Comingore (que después encarnaría a Susan Alexander en Ciudadano Kane) es Mina; Everett Sloane es el profesor Van Helsing; y Ray Collins (Jim Geddes en Kane) es el doctor Seward. Lo más sorprendente del caso son dos interpretaciones más: por un lado, la película ofrece al personaje del texano Quincy Morris, papel que fue encarnado nada menos que por Gary Cooper; en cuanto al personaje de Renfield, Welles tuvo la genial idea de variar el sexo al mismo, ofreciendo un Renfield femenino, y de ese modo acentuar la dependencia para con Drácula con ciertas connotaciones de obsesión sexual: el personaje sería interpretado por la gran Agnes Moorehead.

En cuanto al equipo técnico, Welles prácticamente hizo uso de los mismos a quienes rescató para Ciudadano Kane. El guión aparece acreditado al propio Welles y Joseph Cotten, a partir de un tratamiento de la novela debido a Herman J. Mankiewicz; la fotografía -en blanco y negro, salvo un plano en color del castillo de Drácula bajo la luz del amanecer justo al final de la primera parte, cuando Harker, semi-vampirizado, escapa de la mansión del vampiro- fue debida a Gregg Toland; la música la compuso Bernard Herrmann, quien después revampirizó -y nunca mejor dicho- parte de la partitura en los planos iniciales de Kane en el prólogo, cuando la cámara se va acercando hacia la mansión de Xanadú y asistimos a la muerte del Ciudadano. De hecho, la maqueta de Xanadú, debida a Van Nest Polglase, el director artístico de Ciudadano Kane, puede reconocerse como el castillo de Drácula, con apenas cambios, en la película que nos ocupa.

Los estudiosos que han visto la película aseguran que es una obra maestra total, y explica, en cierto modo, la madurez que exhibe una presunta opera prima como Ciudadano Kane, pues todos los recursos estilísticos y narrativos que Welles detentaba en aquélla se pueden ya apreciar en Drácula. Resaltan, particularmente, los planos dentro del castillo del vampiro, con inmensas estancias donde se pueden apreciar los techos; de este modo, se resalta la sensación de pérdida del personaje de Jonathan Harker, solo en aquella inmensidad. Hay que resaltar también un travelling de aproximación al castillo, hasta llegar a una ventana enrejada; entonces la cámara pasa a través del enrejado, entra en la estancia -las catacumbas de Drácula- y se aproxima al ataúd del No-Muerto, hasta acabar en un primerísimo plano: entonces Orson Welles abre unos ojos que parecen enrojecidos. Todo, bajo una espeluznante música de Bernard Herrmann. Toda esa primera parte está rodada con cierto aura expresionista, jugando con las sombras y los encuadres, un tanto como luego veremos en Mr. Arkadin (1955) o El proceso (Le procès, 1963). Esa primera parte acaba, como ya hemos dicho, con un plano general de Harker corriendo, huyendo del castillo de Drácula bajo el amanecer, que es avistado al fondo: ese plano es el único de toda la película rodado en color, jugando con los rojos abruptos al modo de un signo agorero que le persigue, y como representación de la sangre que será derramada.

La segunda parte transcurre en Londres, y el tono visual recuerda un tanto al de El cuarto mandamiento. Sin embargo, ese tono costumbrista es violentado, de nuevo, cada vez que hace su aparición Drácula, por medio de encuadres distorsionados; curiosamente, aquí el vampiro sí se refleja, pues en gran parte es presentado por Welles por medio de su reflejo en pestillos relucientes, muebles y, desde luego, espejos. Casi daría a entender, según los estudiosos que hemos citado, que Drácula procediera de otro mundo -al otro lado del espejo- y no de este...

En cuanto al argumento, amén de los cambios que ya hemos citado, se muestra rigurosamente fiel a la novela, siendo, de hecho, la más fiel de todas las que se han hecho jamás. Esperemos que el film sea pronto editado en DVD y disfrutado por los aficionados ansiosos, si no pudiera lograr de un estreno en pantalla grande.

Bibliografía consultada:

"Le Dracula d'Orson Welles", par Jean-Pierre Clemence. En Cahiers du Cinema, noviembre 2001.
"Orson Welles' Dracula: The Long Restauration", by Ephraim Katz. En Sight & Sound, 12-XI-2001.

(1) Previamente, en 1934, Welles dirigió un corto amateur en su casa, Hearts of Age.

NOTA: El presente artículo ha sido concebido para ser publicado el 28 de diciembre, día de los Santos Inocentes. Todo lo que antecede es falso. Esperamos que os haya gustado la broma...
© 2002 Carlos Díaz Maroto