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Fecha de publicación: Octubre de 2018

Dark Shadows o, Malditos hasta la última generación

En 1966 Dan Curtis revolucionó la televisión norteamericana imponiendo una telenovela gótica con vampiros, hombres lobo y monstruos de Frankenstein. Años después la televisión argentina se vio ante un desafiante dilema con tal programa...

Darío Lavia

Una noche de verano de1965, Dan Curtis –hasta ese momento productor televisivo de un programa de golf— se levantó de dormir con el nítido recuerdo de haber tenido un sueño formidable en que una joven de cabello negro viajaba en un tren rumbo a una casona envuelta en sombras tan tenebrosas como el destino que le esperaba entre las intrigas de una familia rica en patrimonio y también en secretos sórdidos. Poco después, charlando con el ejecutivo de la cadena ABC, Leonard Goldberg, surgió la idea de reescribir Jane Eyre para la televisión, a lo que Curtis aportó que, en vez de ambientarse en época, debía ser un melodrama gótico contemporáneo. Siguiendo el curso de esa idea, pensó en que fuera una serie para el horario primetime pero, observando la nutrida grilla de soap operas diarias (el equivalente norteamericano de las telenovelas latinoamericanas), aprovechó a la superestrella de la pantalla grande Joan Bennett para un papel matriarcal y de a poco fue construyendo un elenco para Dark Shadows, que salió al aire por primera vez el 27/06/1966.

Tras diez meses de suceso menor y, cuando los números del ráting iban preanunciando la defunción del ciclo, fueron las hijas de Curtis que le sugirieron (los niños tienen sus modos, ciertamente) que aumentara el tono terrorífico del relato. Dicho y hecho, el innovador realizador introdujo el único personaje que podría suplir la necesaria impronta de horror: un vampiro. Barnabas Collins (interpretado por Jonathan Frid) realmente cambió la historia y permitió aumentar la audiencia y también permanecer en el aire hasta 1970. Lógicamente, con el no-muerto aparecieron otros vampiros, brujas, un hombre lobo y hasta viajes temporales. Y, a medida que discurrían los capítulos, el propio Curtis se convirtió en director, acometiendo la función con los episodios #457 a #461 en que se exponía el origen de la maldición que acarreaba Barnabas Collins y se resolvía la subtrama ambientada a fines del siglo XVIII. Esta fue su única experiencia previa a a cometer la realización de House of Dark Shadows (Sombras en la oscuridad-1970), que implicaba el paso del éxito televisivo a la pantalla grande.

Pero la versión original estaba llegando a su ocaso: la caída de ráting (un disparate, la merma de 18 a 12 millones de telespectadores) y la pérdida de interés por parte de Curtis, que ya se perfilaba como realizador cinematográfico, le llevaron a concluir de manera repentina, con la resolución de una subtrama ambientada en 1841 pero en un Collingwood paralelo. A la semana, como le llamaba el espíritu, comenzaba el rodaje de Night of Dark Shadows (Arg: Maldición siniestra / Esp: Una luz en la oscuridad-1971). Era el final de una etapa y el comienzo de otra, pero la continuidad de un género.

El sueño de Dan Curtis

"El dormitorio estaba en penumbra pero aún podía ver la figura de mi sueño con mucha claridad, como si estuviera mirando una película. Vi a una chica de largo cabello oscuro. tendría unos 19 años y estaba leyendo una carta sentada en un vagón de tren, de a ratos mirando de reojo por la ventanilla. Luego el tren se detiene en una estación desolada y oscura. La chica baja del tren y comienza a caminar. Al fin llega a una casona de aspecto descuidado y siniestro. Toca tres veces la puerta con un pesado llamador. Se escucha el aullido de un perro a lo lejos hasta que... justo cuando la puerta se estaba abriendo... ¡me desperté! A la mañana no estaba muy seguro de lo que había visto. En el desayuno se lo conté a mi esposa. Cuando concluí el relato Norma me miró con los ojos bien abiertos y, entusiasmada, me dijo: 'Dan, ¡qué gran idea para una serie de televisión!' y me dijo que el sueño tenía un encanto gótico, algo de espeluznante y de amenazador". (Dark Shadows, Behind the Scenes, documental de Jim Pierson, 1999)

Dark Shadows en la televisión argentina

La negligencia o tal vez la ignorancia sobre como respaldar Dark Shadows fueron, tal vez, causa de que no perdurara en la pantalla de canal 9 y, a pesar que ocho meses es bastante tiempo, sus cambios de horario, de frecuencia y hasta de título hablan de una fría recepción por parte del público. Con el título poético (y bien gótico) de Malditos hasta la última generación, el canal de Alejandro Romay la lanzó en abril, los jueves a las 22 hs, emitiendo episodios de 55 minutos que, probablemente, fueran condensaciones o compilaciones de tres capítulos (recordemos que originalmente, el programa se emitía en episodios de media hora). Al mes siguiente y a pesar de no competir con ningún programa que arrasara los rátings, se lo relegó al viernes a las 23:30 hs y ahí se mantuvo hasta que a algún productor o, quien sabe, algún televidente opinó que si Dark Shadows era una telenovela diaria, debería emitirse con esa frecuencia y no semanalmente.

Decíamos que, a partir de septiembre, Sombras tenebrosas –traducción más cercana al original– comenzó a emitirse de lunes a viernes a las 0:30 hs y, como era previsible, rápidamente agotaron todos los episodios disponibles teniendo que recurrir a repetirlos, complicando desde ya a los pocos televidentes que quisieran seguir la continuidad de la historia. No se puede decir que canal 9 no lo intentara todo. Tras repetir todos los episodios a la hora del lobo, terminó emitiéndolos a las 18 hs, como si fuera una serie común y corriente. En marzo de 1973, mientras se apresuraban los preparativos para la reinstauración democrática y día por medio morían empresarios o explotaban cosas, Sombras tenebrosas abandonó el aire... al menos, por el resto del milenio. Y por más que se rumoreó que la señal de cable Uniseries la volvería al aire, la serie mantuvo su obstinada ausencia.

Tal y como tantos éxitos televisivos de Hollywood, Sombras tenebrosas se convirtió en viñetas para la inefable editorial Novaro que arrancó en 1979 el comienzo de la historia de Barnabás. De acuerdo al espíritu de la soap opera, en sus primeras aventuras Barnabás jamás se transforma en vampiro. Pero en sintonía general con el público lector latinoamericano, ávido de fantasía desbordada que las rígidas limitaciones del medio televisivo le ofrecían con cuentagotas, estas viñetas serían prodigio de aventuras desbocadas más allá del terror y de cualquier género.

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