Terror Universal
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Seccion: Películas (Lecturas: 574)
Fecha de publicación: Octubre de 2018

El hijo de Frankenstein

Análisis del clásico de Rowland V. Lee pero a través del tamiz de la ley y el derecho, con especial proyección en los delitos y las penas.

Federico Fornasari



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Nacido para expiar las culpas de su creador y alejar cualquier atisbo de moralidad acerca de la necesidad de su ajusticiamiento, El hijo de Frankenstein de Rowland V. Lee cierra en 1939 a trilogía más impactante de la temática. Comparable en su genialidad a las predecesoras de James Whale, la mencionada película resulta plena en hallazgos de todo tipo: artísticos, psicológicos y criminológicos. En efecto, este filme atesora a la perfección la sensibilidad del mito.

Tras Frankenstein, de 1931, sobrevino La novia de Frankenstein en 1935, ambas del genial James Whale. Cuatro años después, como si se respetara ese lapso temporal, nacería El hijo de Frankenstein para cerrar la gloriosa década del treinta en lo que a cine de terror se refiere. esta vez dirige Rowland V. Lee, quien, bajo el guión de Willis Cooper, sigue la vuelta al terruño del hijo del dr. Frankenstein, el también barón y doctor, Wolf von Frankenstein, interpretado por Basil Rathbone, al que acompañaran, en gran forma, una galería de enormes e inmortales actores que hicieron gigante a la Universal.

Son of Frankenstein

En efecto, el último vástago del célebre Barón vuelve a la propiedad familiar junto a su mujer y su pequeño hijo para encontrarse con la hostilidad de los lugareños y la desconfianza de las autoridades locales. Ya desde la ventanilla del tren que los trae a la comarca que lleva su apellido, se observa la desolación del paisaje que no hace más que acrecentar los malos augurios que esperan a su llegada. el gélido recibimiento se potencia con la aparición de carruajes que cargan sus efectos personales. Todos temen que los experimentos de su padre vuelvan a la luz de la mano de su misterioso hijo.

Son of Frankenstein

Ya instalados en el castillo, situado estratégicamente encima del pueblo, en lo alto de una montaña y encerrado por las murallas fortificadas, va acrecentándose cada vez más el aspecto opresivo de una historia siniestra. en una visita al apartado y mítico laboratorio, al amparo de una enorme cúpula, el doctor descubre la presencia de Ygor (imponente Bela Lugosi), siniestro pastor jorobado de mente alienada y cuello quebrado –producto de un fallido ajusticiamiento–, que otorgará al relato una nueva dimensión. La personalidad sencilla y burguesa del doctor cobrará, gracias a Ygor, un vigor inusitado, transformándose paulatinamente en un investigador enfermizo, cuya única preocupación casi fanática es la de devolver el brillo perdido a su apellido y retomar los experimentos paternos1.

Son of Frankenstein

De tanto en tanto el film muestra reuniones privadas de las más altas autoridades del poblado. Escépticos y temerosos de las futuras andanzas de Wolf, deciden estar alertas. La inquietud en el pueblo por su presencia así lo impone. el jefe policial del lugar, inspector Krogh, interpretado por el siniestro Lionel Atwill, se acerca a ofrecer sus servicios de protección al barón ante posibles agresiones de los hostiles habitantes, recelosos y sospechosos de que inicie experimentos similares a los de su padre. Krogh también tiene sus secretos oscuros: posee un brazo ortopédico debido a una agresión del monstruo cuando era niño. Su falsa cordialidad no está exenta de resentimientos y deseos de venganza. Los duelos interpretativos entre ambos resultan un verdadero festín psicológico. Temores y sentimientos encontrados salen a la luz. Krogh busca venganza, y el Barón, azuzado por el "no muerto" Ygor, se transforma en un mesiánico que desea volver a la vida a la criatura. A este respecto, cobra elocuencia el increíble duelo interpretativo entre Karloff y Lugosi. La criatura, a diferencia de la película anterior, se presentará como un ser mudo, pero no exento de cierta ternura. Su relación con Ygor enternece, ambos son desclasados por excelencia. Sus emociones se ligan y están tan unidos que Ygor casi pierde la vida "nuevamente" en la secuencia de la reanimación de la criatura, electrocutado al comprobar las convulsiones de éste en la experiencia eléctrica.

Son of Frankenstein

Este particular vínculo los une en la desgracia, desde la primera aparición de Ygor vemos como la gente lo desprecia arrojándole piedras al pasar junto a las murallas del castillo. así como en el pasado la criatura era vapuleada, es ahora igor la cara visible del horror. Así, el pastor jorobado utilizará al monstruo para consumar sus actos de venganza. La trama no se detiene y presta particular atención a esta relación enfermiza. secuestros, ejecuciones fallidas, persecuciones y siempre, latentes, el linchamiento. Toda la comarca odia el apellido Frankenstein y se alimenta de los más bajos instintos colectivos.

Si ya el cuello roto de Ygor altera el inestable equilibrio de la razón (debería estar muerto) y representa al otro, al que debe matarse nuevamente, cuando la otredad adquiere tintes terroríficos es, sin duda, con el monstruo, cuya reaparición representa una clara ventaja: al inhumanizarle pierde ipso facto todos sus derechos legales. Simplemente, se lo convierte en animal. La cacería está justificada. el monstruo es un animal y el contrahecho Ygor una bestia que debe volver a morir. El pueblo exige venganza; a los "criminales" se los busca y se los mata, máxime cuando no son humanos.

A diferencia de numerosas películas que exhiben linchamientos o actos de justicia por propia mano, tanto James Whale en su momento con su excepcional díptico como ahora Rowland V. Lee, representan las más clásicas puestas en escenas de la caza del monstruo, del no humano. Y así como en la mayoría de esas películas se considera inválida la violencia popular al margen de la justicia, El hijo de Frankenstein representa lo contrario: a muy pocos se le ocurriría dudar de alguien que ha sido despojado de todos sus derechos. En los rostros de la turba es imposible atisbar la mínima sombra de duda cuando golpean enfurecidos las puertas del castillo deseosos de dar muerte. Tampoco las autoridades del pueblo exhiben dudas al respecto: Krogh puede al fin consumar su venganza contra el monstruo.

Son of Frankenstein

Si en La novia de Frankenstein, los siempre dispuestos ciudadanos no tienen la ocasión de llevar a cabo un nuevo linchamiento, es sencillamente porque la propia Criatura se les adelanta, volando la torre junto al dr. Pretorius, con un suicidio que arrastrará también a su ingrata compañera. También, en El hombre lobo (1941) de George Waggner, el film se cierra con una cacería en toda regla: una patrulla con antorchas, perros olfateando el bosque, puestos de tiradores con rifles. sin embargo será su propio padre el que acabe con el hombre lobo a golpes de su bastón con empuñadura de plata. en el rostro del anciano detectamos compasión, una profunda tristeza, pero ni el menor asomo de culpabilidad: "hice lo que debí" 2.

El hijo de Frankenstein es una obra maestra que toca este y muchos otros temas, pero obliga a detenernos en la siempre compleja división moral que acarrean los numerosos interrogantes respecto de la bestia ¿Cómo lo juzgamos si comete un crimen pero no es humano? ¿Debe responder su creador por sus acciones? ¿está justificado que merezca lo peor? ¿No estaría bien adoptar entonces la posición popular? Las respuestas podrían encontrarse en los numerosos visionados que el film merece, esencial en la historia del Cine.

 

 

 

 

1. Drácula versus Frankenstein, de Ángel Gómez Rivero (Ediciones Jaguar, 2006).
2. "Justicia por su mano", Jesús Angulo, revista de cine Nosferatu, #32 (enero 2000).