Terror Universal
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Seccion: Entrevistas (Lecturas: 8)
Fecha de publicación: Octubre de 2016

Cine de terror en Argentina: Entrevista a Carina Rodríguez

Investigadora de fuste y amante del cine terrorífico, Carina Rodríguez da entidad e interés académico al cine de terror argentino, sirviendo no solo como bibliografía obligatoria para estudiosos actuales y futuros sino también como testimonio vivo de cientos de películas independientes.

Darío Lavia



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Conocida la poca tolerancia académica hacia el terror como género, ¿qué te decidió a llevar adelante como tesis el tema "terror en el cine argentino"?
Me pareció atractivo porque era un tema casi inédito desde el mundo académico que unía mi amor por el género de terror y mi tesis de Maestría.

Antes, durante y después de la tesis -y ahora con el libro recién editado- ¿qué percepción de este trabajo crees que hubo en ámbitos internos y externos de la Universidad, así como internos y externos del país?
El libro genera una nueva mirada sobre un género históricamente discriminado por los académicos y pone el foco sobre un grupo de directores que filma desde hace años

El cine de terror en Argentina

A tu juicio, ¿por qué históricamente el género no proliferó en Argentina? Por ende, ¿por qué y cómo está funcionando ahora?
Los códigos del terror están enraizados en las leyendas anglosajonas que nutrieron las vertientes más famosas y hegemónicas del género en todas sus formas. Argentina se ha alimentado sistemáticamente de estos monstruos importados, a pesar de poseer una rica cultura de seres mitológicos que habita principalmente el interior del país. Sin embargo, la producción canónica, ubicada principalmente en la capital del país, ha mirado hacia culturas distantes a miles de kilómetros más que a su propio folclore. Sin embargo, el horror ha encontrado un desarrollo más pleno en el conjunto de las industrias culturales nacionales: cine, teatro, radio y televisión. Las temáticas y las figuras del género se han movido de una a otra, protagonizando en algunos casos los mismos éxitos en varios soportes. Este mapeo más global muestra que el horror ha estado presente en casi todos los momentos de la historia argentina.
A partir de la década de 2000, una nueva generación comenzó a filmar imágenes de terror en nuestro país. El surgimiento de los cineastas de terror argentino del nuevo milenio se dio fundamentalmente por tres factores: una explosión de material extranjero de terror que circuló a finales de los '80 y principios de los '90; una alta profesionalización de los recursos humanos cinematográficos posibilitada por el surgimiento de escuelas de cine y nuevas carreras; y las nuevas tecnologías digitales que acercaron los procesos de realización cinematográfica a la producción casera y bajaron los costos, a la vez que generaron circuitos digitales alternativos.

En los episodios dedicados a Duilio Marzio e Hilda Bernard de los bloques En Foco, emitidos en las tandas de Incaa TV, no solo se mencionan sino que se incluyen secuencias de sus films terroríficos, Jennifer Shadow y Los Inquilinos del Infierno. A mi juicio esto evidencia una apertura desde el ámbito oficial al terror. ¿Cómo percibiste este cambio de mente desde mediados de la década pasada hasta la actualidad?
El panorama cambió muchísimo en los últimos dos o tres años donde el género de terror ha adquirido una visualización mayor y una mayor aceptación en los canales oficiales: subsidios en el INCAA, estrenos en sala, ciclos en INCAATV, la programación de películas y charlas en el BAFICI. Sin dudas, el cariz underground del género en el país está mutando hacia una fase más consolidada.

¿Podrías describir el itinerario de una película de terror argentina, desde sus comienzos -subsidio, producción, rodaje- hasta sus últimas fases -distribución, exhibición y eventual incursión en TV o DVD?
Las películas de terror argentinas tienen tres tipos de producción: la producción mainstream nacional (financiada por el INCAA); la producción orientada al mercado internacional (que brilló hacia mediados de la década pasada) y la producción subterránea con una base fanática. En los tres casos el primer paso es la búsqueda de financión o la subvención propia. Luego comienza la producción de la película, es decir su planificación, filmación y postproducción. Una vez obtenido el producto final se pasa a la distribución, y luego a las diferentes ventanas de exhibición: salas de cine, televisión, DVD. Mientras la producción es una fase difícil, la distribución y exhibición son misiones imposibles para los cineastas independientes. Una alta concentración de capitales transnacionales genera una barrera que sólo se abre para productos extranjeros y unos pocos elegidos nacionales. En el caso de la distribución digital, las nuevas tecnologías generan oportunidades para los cineastas que están fuera del sistema mainstream que producen y distribuyen contenidos en multiplataformas de los mundos virtuales.

¿Qué sensación te queda a lo largo de varios años de entrevistas a realizadores del género para la tesis? ¿La de profesionales que le buscan la vuelta a los obstáculos o de quijotes arremetiendo contra molinos de vientos?
Los directores de cine de terror son muy tenaces y han encontrado la manera de superar innumerables obstáculos. El motor del movimiento no es el dinero sino el amor por el género. Se trata de un trabajo colectivo, más que individual, que crea nuevos lenguajes, formatos e imágenes apostando pocas monedas en metálico y millones en ideas, creatividad, talento y vocación por filmar.

El cine de terror en Argentina

¿Qué inquietud te mueve a plantearte la próxima asignación de investigar el género terrorífico en la televisión argentina?
Voy a continuar investigando sobre las series de televisión de terror y principalmente aquellas realizadas en las décadas de 1960 y 1970, entre ellas las popularizadas por Narciso Ibánez Menta. Mi idea es comparar las "edades de oro" del terror en Argentina del cine (2000-2010) y la televisión.

Por último, para no abusar de tu tiempo, ¿qué panorama crees que aguarda al terror argentino en lo que resta de esta nueva década? ¿Será el familiar y kafkiano fantasma del ghetto, hay alguna esperanza en base a adaptarse con velocidad a los nuevos cambios del mundo virtual y gratuito o qué?
Como punto a favor tiene un atributo que podría parecer una desventaja (y en algunos aspectos lo es): su independencia casi total de los modos de producción industrial. El eterno ejercicio de rodar les ha brindado a los realizadores las posibilidades para hacer cine de calidad con poco dinero. Más que aprender en la teoría, la realidad les dio las herramientas para ajustarse a un presupuesto y bajar el guión a la realidad. De a poco, el cine de terror argentino está saliendo del ghetto. Frente a este panorama, los directores han salido de las sombras y están filmando con subsidios del INCAA, haciendo series de televisión, viajando a festivales internacionales. Años de lucha les ha dado un training que les posibilita que en un marco más favorable puedan crear universos terroríficos e increíbles que atraigan a futuras generaciones de fanáticos.

Carina Rodríguez y el "Manual de cine de género"

A todos los interesados, manténgase atentos al facebook y twitter oficial de Carina donde además de información sobre el género podrán enterarse de las próximas e inminentes presentaciones.