Terror Universal
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Seccion: Películas (Lecturas: 3978)
Fecha de publicación: Mayo de 2013

Por encima de la censura: Nadie Oyó Gritar de Eloy de la Iglesia

En un momento que no había condiciones favorables para el thriller hitchcockiano, Eloy de la Iglesia se atrevió a incluir ingredientes ibéricos en esta recordada y aún polémica pieza de culto.

Pastor Sebastián Domizzi



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Artículo originalmente publicado en el Libro de Oro Cinefania

Nadie Oyó Gritar

Nadie Oyó Gritar, una fotonovela fílmica
Nadie Oyó Gritar, una fotonovela fílmica

Prod.: Benito Perojo S.A.; P.I.C.A.S.A. (J.A. Cascales)
Distr.: Belén Films
Estreno: 13 de agosto de 1973
Duración:  90’

Reparto: “Carmen Sevilla – Vicente Parra” Carmen Sevilla (Elisa); Vicente Parra (Miguel); María Asquerino (Nuria); Antonio Casas (Óscar); Goyo Lebrero (Portero); Felipe Solano (Agente); Ramón Lillo (Agente); Antonio Del Real (Ayudante del Juez); [y la colaboración de ] Tony Isbert (Tony).

Créditos: Producción ejecutiva: Óscar Guarido. Dirección: Eloy De La Iglesia. Guión: Antonio Fos, Gabriel Moreno Burgos y Eloy De La Iglesia. Supervisión de producción: Benito Perojo. Director de producción: J.L. Bermúdez de Castro. Música: Fernando García Morcillo. Canciones interpretadas por: Alicia González. Montaje: Antonio Ramírez de Loaysa. Ayudante de Montaje: Federico Vich. Operador: Francisco Fraile. Segundo operador: Ramón Sempere. Ayudante de cámara: Miguel A. Muñoz. Script: Marisol G. Morcillo. Ingeniero de sonido: José María San Mateo. Sonorización: Estudios Roma S.A. Ayudante de dirección: Luis G. Valdivieso. Asistente de producción: Ángel Huete. Regidor: Manuel Muñoz. Atrezzo: Vázquez Hermanos. Decorados: E. Torre de la Fuente. Ayudante de decoración: Miguel Gómez. Maquillaje: Manuel Martín. Peluquera: M. Carmen Alberdi. Administrador: Agustín López. Fotógrafo y efecto títulos: Antonio de Benito. Cabecera: A.L. Padial. Laboratorios: Fotofilm Madrid S.A. Material eléctrico: Abamova.

Sinópsis: Una mujer ve cómo un hombre arroja a una persona por el hueco del ascensor y, tras ser coaccionada, le presta ayuda para desaparecer el cadáver. Mientras el asesino explica los motivos que le llevaron a asesinar a su esposa, se enamora de la testigo.

Vicente Parra de improvisado asesino a mecánico sangriento
Vicente Parra de improvisado asesino a mecánico sangriento

Eloy Germán De La Iglesia Diéguez (1944-2006), director visceral, militante del partido comunista, se destacó en su filmografía por los temas tabú afrontados. La Criatura (1977), con una jovencita Ana Belén enamorada del ovejero alemán de su marido; Miedo a Salir de Noche (1979); Navajeros (1980) con José Sacristán y Verónica Castro; El Pico (1983) y El Pico 2 (1984) fueron películas de revisión obligatoria para todo buen gourmet del cine de explotación.

A mediados de los años ’70, debido a la prohibición en España de A Clockwork Orange (La Naranja Mecánica-1972) de Stanley Kubrick, De La Iglesia rodó una especie de versión hispánica del tema, titulada Una Gota de Sangre Para Morir Amando (1973). En una sociedad neofascista una enfermera desquiciada masacra jóvenes y un violento pandillero trata de seducirla fascinado por la violencia que emana tal sociedad. Encabezaron el reparto Sue Lyon (la Lolita del film de Kubrick), Chris Mitchum (hijo del recordado Robert) y Jean Sorel (el Alain Delon de los pobres).

Auténtico todo terreno del cine explotación ibérico, De La Iglesia realizó tres contundentes thrillers en esa década. La Semana del Asesino (1971) fue prohibido por la censura tras tres semanas de rodaje y sufrió más de sesenta cortes. El Techo de Cristal (1972), el más popular, cuyo guión fue rechazado en cuatro ocasiones, también tuvo cortes en diversos planos. Por último, Nadie Oyó Gritar (1973), que comentaremos a continuación, fue el que más se acercó al “suspenso hitchcockiano, condimentado con especias mediterráneas” a pesar de lo cual no fue el más exitoso en taquilla.

Un problema complejo para Carmen Sevilla
Un problema complejo para Carmen Sevilla

La película contó con las actuaciones de la jamona Carmen Sevilla y Vicente Parra. Ambos venían de trabajar a las órdenes de De La Iglesia, Sevilla en El Techo de Cristal y Parra en La Semana del Asesino. La película, paradójicamente, no fue cortada por la censura y eso tal vez explique su poca repercusión comercial (¿quién iría a ver una película que no tuviera escenas pecaminosas que atrajeran la atención de las tijeras censoras de turno?).

La trama se inicia en Londres. Sevilla interpreta a una “mujer de lujo” y de vida licenciosa que regresa a España luego de ofrecer afecto a cambio de comfort económico. Decidida a terminar con esa tendencia al “derroche hormonal” se dirige a su vivienda en un flamante complejo departamental donde debe quedarse sola un fin de semana, con la única compañía del encargado de mantenimiento del edificio (Parra) y la esposa de éste.

Momentos de tensión al volante...
Momentos de tensión al volante...

Parra, que borda su personaje con soltura, interpreta al encargado, nervioso y dominado, a quien años de vejaciones maritales han convertido en un ser apático que decide “finitar” a su mujer y arrojarla por el hueco del ascensor. Sevilla es testigo casual del incidente e intenta ocultarse en su piso.

Luego de intentar explicar por varios medios que “el diálogo es la única solución viable”, Parra logra arrinconar a Sevilla y le ofrece perdonarle su vida a cambio que le ayude a desaparecer el cadáver (si no hay cadáver, no hay asesinato), aunque, de ser descubiertos, ella podrá ser tomada como cómplice.

Un vértice inesperado...
Un vértice inesperado...

Entre las escenas memorables recordamos cuando ambos personajes bajan piso por piso en ascensor, limpiando las manchas de sangre donde golpeó el cuerpo en su derrotero a la nada o bien cuando, tras un accidente de tránsito, la policía les pide el coche en el que se desplazaban para llevar a los heridosa un hospital y quitan la maleta del asiento trasero para hacerla entrar a presión en la cajuela, justamente encima del cadáver –que está cubierto con una lona.

Más tarde, se dirigen a la casa de campo de Carmen, en las afueras de Madrid, para continuar con una serie de escapadas, engaños, traiciones, arrepentimientos que se cuecen a fuego lento salpimentados con la aparición del fiolo y amante de la protagonista (un correcto Tony Isbert). Se desbordan los deseos y reproches (Parra cuenta sus vivencias como escritor frustrado y comunista).


Tony Isbert y Carmen en un desborde de deseo

La película toma un giro brusco y nos ofrece un final realmente sorpresivo, adelantándose unos cuantos años a los thrillers retorcidos que en los años ’80 nos inculcase el gran Brian De Palma. Destaca también, en un pequeño rol, el querido actor Antonio Casas y la música de Fernando García Morcillo, que con un meloso solo de saxofón realmente logra poner en clima la acción.

En nuestra opinión estamos ante una auténtica fotonovela animada, efecto reforzado por el collage de los créditos iniciales del film, que nos transporta a las páginas de la recordada revista Nocturno.