Seccion: Efectos Especiales (Lecturas: 5)
Fecha de publicación: Enero de 2002
Los Creadores
Es importante reconocer que los maquilladores no estaban considerados al principio porque muchos habían sido actores, que tras no haber tenido suerte decidieron trabajar en el maquillaje. Esto tiene su explicación si tenemos en cuenta que los actores (tanto de teatro, como en los comienzos del cine) debían saber maquillarse. Sara Rodríguez Mata

Fue
ya en la década de los treinta cuando se empieza a valorar cada vez más el papel
del maquillador. Es importante reconocer que los maquilladores no estaban considerados
al principio porque muchos habían sido actores, que tras no haber tenido suerte
decidieron trabajar en el maquillaje. Esto tiene su explicación si tenemos en
cuenta que los actores (tanto de teatro, como en los comienzos del cine) debían
saber maquillarse.
Pero, al final de la era muda, los estudios empezaron a contratar a estas personas
para que se encargaran del maquillaje, y ése fue el nacimiento de la profesión
de maquillador. Y más importante era todavía la caracterización en el Hollywood
clásico donde se contaban con pocos conocimientos al respecto (los maquilladores
se contrataron para las películas sólo a partir de los años treinta) y donde
los productos escaseaban. Pero esta nueva profesión no tuvo un camino de rosas,
ni mucho menos –aunque tampoco lo fue para los pobres actores, quienes tenían
que aguantas el suplicio que suponía estar sentado durante más de cuatro horas
en una silla de barbero -.
Muchas anécdotas, algunas graciosas, pueblan los libros y revistas cinematográficas;
pero detrás de todas ellas se esconde el sacrificio, el empeño y la imaginación
de estos autodidactas. Así fue como tras los Westmore y Max Factor, comenzaron
a despuntar cada vez más maquilladores. Los que abrieron paso a los siguientes
maquilladores fueron: Cecil Holland, Lon Chaney y George Westmore. Cecil Holland,
cuyo nombre me era totalmente desconocido hasta hace bien poco, no sólo fue
conocido en su tiempo como “el Padre de la Profesión de Maquillador”, sino que
también se le acreditó como el primer “Hombre de las Mil Caras” y de haber entregado
ese título a Chaney. Dos de sus caracterizaciones más sobresalientes fueron
las que realizó para Bull Montana en THE LOST WORLD (1925) y para Boris Karloff
en THE MASK OF FU MANCHU (1932).
La
dinastía Westmore, una de las pioneras y más importantes del maquillaje en Hollywood,
fue fundada durante la era del cine mudo, cuando George Westmore, un cockney
judío, puso en marcha el primer departamento de maquillaje en la historia del
cine en el Selig Studio. Probablemente en el ochenta por ciento de todas las
películas realizadas en el período que va desde 1930 a 1950, aparecía en los
títulos de créditos el nombre de Westmore.
Jack Dawn, por ejemplo, dirigió durante años el departamento de maquillaje
de MGM. Su equipo tenía buenas instalaciones, sillas de barbero regulables,
muchos espejos e iluminación adecuada y exigía que sus trabajadores fueran tratados
como artistas, no como técnicos, a pesar de que su disciplina era durísima.
“Dawn despedía trabajadores constantemente”, recordaba William Tuttle, maquillador
que aprendió bajo sus órdenes. “Te despedía por dos o tres días y después volvía
a llamarte”. Pero pagaba los mejores sueldos y contaba con los mejores profesionales.
“Jack Dawn me decía una y otra vez que jamás saliera de los estudios con la
bata puesta, quería que me pusiera un abrigo, que llevara corbata, que mis zapatos
brillaran. Decía que si vestías como un vagabundo, eras tratado como tal. Trabajé
para él durante diecisiete años y su táctica funcionó. Él vestía siempre muy
bien, casi como un ejecutivo e hizo mucho para mejorar nuestro departamento
en ese sentido”. 1
William
Tuttle empezó como aprendiz en la Fox, donde trabajaba Dawn. Para ello comenzó
barriendo y fregando suelos, porque Dawn era un fanático de la limpieza. Mecanografiaba,
hacía informes, llevaba recados y contestaba el teléfono. “Le preparaba todo
el maquillaje, todos los colores, y de esa forma me familiaricé con el maquillaje
que llevaban los actores. No había una forma establecida para que los jóvenes
aprendieran el oficio. Te ibas introduciendo poco a poco. No se establecía un
período de aprendizaje; empezabas cuando te consideraban competente”, recordaba
Tuttle. 2
Un día Dawn observó los esbozos que Tuttle había realizado para la Fox y fue
entonces cuando consideró que sería un buen maquillador. Primero le dejó ayudar
en las pruebas. Un día, el maquillador encargado de THE MARK OF THE VAMPIRE
(1935) no se presentó y mandaron a Tuttle como sustituto hasta que contrataran
a alguien nuevo. Él mismo se acabó haciendo cargo de la película. Cuando Jack
Dawn se fue a Metro en 1934, se llevó a Tuttle. 3
Jack Pierce y Maurice Seiderman fueron dos famosos maquilladores que trabajaron
en la década de los treinta, gracias a los cuales se revolucionó el mercado
cinematográfico. Ambos estudiaron la anatomía humana en un esfuerzo por hacer
que sus caracterizaciones fueran más reales. De la figura de Pierce ya hablé
en mi artículo “Jack Pierce, Dr. Jekyll” y a quien todos recordamos por ser
el responsable de la transformación de Boris Karloff en Frankenstein y Bela
Lugosi en el conde Drácula. Pierce siguió caracterizando en todas las películas
sobre el mito de Frankestein que siguieron a la primera versión, tales como:
THE BRIDE OF FRANKENSTEIN (1935), SON OF FRANKENSTEIN (1939), THE GHOST OF FRANKENSTEIN
(1942); FRANKENSTEIN MEETS THE WOLF MAN (1943); HOUSE OF FRANKENSTEIN (1945),
etc. Pero también tuvo la oportunidad de demostrar su ingenio creando a los
otros monstruos que han aparecido en toda la historia del cine de terror: a
la momia en THE MUMMY (1932), al hombre lobo en THE WEREWOLF OF LONDON, etc.
Seiderman , por su parte, consiguió perfeccionar el proceso de envejecimiento
humano tan bien, que creó 37 distintas “caras” para Orson Welles en Ciudadano
Kane. La actriz Jane Wyatt quedó francamente impresionada al entrar por primera
vez en el departamento de maquillaje de la Universal.
"Nunca olvidaré la primera vez que me maquillaron", dijo Wyatt. "Entré y Jack
Pierce, el maquillador que tenía asignado, me sentó y empezó a depilarme las
cejas. Yo le dije: "¡ No, no, pare!". Él me respondió: "No me diga lo que tengo
que hacer, joven. He maquillado a los más grandes". Miré hacia arriba, y en
la pared había fotos de Boris Karloff como La Momia, de Bela Lugosi como Drácula".
Todo un alivio, sin duda, las palabras de Pierce... (4)
1.Ronald, L. Davis.The glamour factory,Barcelona, 2001, Ed. Casiopea, pág. 254
2.The glamour factory, pp. 254-255
3.Idem, pág. 255
4. The glamour factory, pp.256-257
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