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Cine Braille

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Todos estos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia

CUANDO SAY NO MORE LE CANTÓ A SUI GENERIS

Este portal no le había dedicado nunca un artículo a Sui Generis y, ahora que se aproxima un nuevo aniversario del Adiós de 1975, es el momento de saldar esa deuda. Pero no lo va a hacer escribiendo acerca de las obras canónicas sino de Sinfonías para adolescentes, el álbum del breve regreso finamente saynomorizado de 2000. Señor director, disponga usted de las cámaras.

 

“La primera función del arte es extrañar, romper los hábitos de la percepción y volver nuevo lo viejo". César Aira, agosto de 2000.

 

“El Kintsugi es el arte japonés de llenar las fisuras de un objeto roto, porcelana por ejemplo, con una resina donde se ha diluido polvo de oro. En vez de disimular la grieta se la subraya con una sustancia luminosa, a veces de mayor valor que el objeto mismo. Así se vuelve noble el objeto: en vez de ocultar las cicatrices de su vida, las exhibe”. Edgardo Cozarinsky, 2016.
 
Es 1999 y corre el Año IV de la Era Say No More. Son tiempos de reinvención de la carrera de Charly García en base a parámetros como el constant concept, o la radical imposibilidad de separar la vida y la obra de un artista, contenidos por salvedades apenas moderadoras como random is not whatever o "aleatorio no quiere decir cualquier cosa". Es gracioso que apenas interese si el Marco Teórico de Cómo Ser Charly García precede a su nueva vida y nueva obra o si lo que Charly hace es racionalizar muy hábilmente su caos vital ex post: las consecuencias de cada alternativa son indistinguibles, aleatorio no quiere decir cualquier cosa.
En aquellos años, el Charly en Guerra contra la Nada se extraviaba a menudo en desgastantes, indecisas escaramuzas contra múltiples hipóstasis de su enemigo, y va una lista no exhaustiva que, empero, nos dejará exhaustos. Compañías discográficas que lo abandonan. Asistentes que se suceden con frecuencia creciente, hartos de tolerar caprichos y maltratos. Jueces que lo emplazan. Autoridades impositivas que lo intiman. Antiguos músicos acompañantes o asistentes que le traban embargos. Inmigrantes que le okupan su sala de ensayo. Viejos fans que denigran su etapa Say No More con pasión digna de mejor causa. Periodistas que no le toleran que se presente en la Quinta de Olivos ante el presidente Carlos Menem. Organismos de derechos humanos que se sienten incómodos porque al Artista se le ocurrió dramatizar la interpretación en vivo de Los dinosaurios arrojando muñecos al río desde un helicóptero. Ídolos con egos inflados a cocaína tan grandes como el suyo con quien se desafían mutuamente por los medios. En suma, el propio Estilo de Vida del Rock and Roll, que consiste básicamente en no reconocer límite alguno, y que lo lleva a pasar una noche preso, en una comisaría del Conurbano, por forzar una torpe reconciliación con su novia apareciéndose de sorpresa en su colegio: porque su novia es una adolescente treinta años menor. Al padre de la chica le lleva nueve años.
Esto último no sólo es un símbolo de que, hace apenas un cuarto de siglo, regían otras convenciones sociales acerca de la sexualidad de menores de edad. A Charly puede que lo hubieran abandonado algunos o muchos de los fans de su época dorada de los ochenta, los jóvenes de ayer, pero en los noventa lo empezaron a seguir los hijos de aquellos viejos fans. Y en esa abrupta juvenilización de su público más militante, un día Charly se vio a si mismo durante los años sesenta, corriendo tras las novedades de los Beatles o los Byrds, o yendo a ver tocar a Los Shakers y Almendra. Y se reconcilió con una parte de su obra que había relegado por años: el juvenil cancionero de Sui Generis, del que ya lo separaba el tiempo de una generación.
La reunión del dúo sucedió en 2000, pero su arquetipo empezó a ingresar en la realidad a fines de enero de 1999, cuando García y Nito Mestre se encontraron en el balneario de Pinamar y pasaron tres horas y media interpretando su repertorio (1). El 27 de febrero de ese año, el día de los 250 mil espectadores en Puerto Madero y del fallido intento por saynomorizar la herida social todavía abierta de los desaparecidos, Nito subió al escenario a interpretar tres temas de Sui Generis, Aprendizaje, El show de los muertos y Música de fondo para cualquier fiesta animada: una leyenda fogonera y dos rescates maravillosos de la obra incomprendida de la banda, Pequeñas anécdotas de las instituciones. Ya en 2000, la madrugada del Año Nuevo y del Nuevo Siglo, Charly recibió ambos prodigios de la cronología occidental presentándose en El Divino de Puerto Madero: los concurrentes atentos habrán notado que usaba una remera con la tapa de Vida, el primer álbum de Sui Generis. El 23 de enero actuó en Go! de Mar del Plata con un invitado: sí, Nito Mestre. Febrero trajo la reconciliación con su novia, marzo el happening aeroacuático de Mendoza, junio un nuevo problema con la ley, esta vez en Rosario. Pero en mayo se había difundido la bomba: volvía Sui Generis, con un disco que, Charly había adelantado en el show de Susana Giménez, se llamaría Sinfonías para adolescentes. Una referencia a su admirado Phil Spector, el barroco y genial productor de The Ronettes y hasta de los Beatles en Let it be, quien lograra, y son sus palabras, "una aproximación wagneriana al rock and roll: pequeñas sinfonías para adolescentes" (2). Un sonido muy denso y orgánico obtenido a partir de la multiplicación de pistas de voz e instrumentos y del uso expresivo de los recursos de los estudios de grabación: una verdadera pared de sonido, que Charly traduce a su universo personal como maravillización. ¡Y ahora, millonario contrato de Sui Generis con Universal mediante, Charly iba a disponer de tiempo y dinero para replicarla! El sueño de un artista obsesivo compulsivo que disfruta pasar horas y días en estudios de grabación más que ninguna otra cosa. Y una segura pesadilla para aquellos a quienes les interesaba más el resultado que el camino para alcanzarlo.
El cuartel general Say No More en Coronel Díaz y Santa Fe vio desfilar desde mitad de mayo de 2000 a los involucrados en el proyecto, congregados en reuniones diarias de ensayo y preproducción que comenzaban a las seis de la tarde. Además de Charly, que aportaba su voz y tocaba guitarras, sintetizador, piano y bajo, y Nito Mestre en voz y flauta, participaba la banda garciesca de aquellos años, raramente bien conceptuada. Eran Mariela Chintalo en saxo y coros, Diego Dubarry en teclados y batería electrónica, la recordada María Gabriela Epumer en guitarra y coros, Érica Di Salvo en violín, Ulises Di Salvo en violonchelo, Gabriel Said en percusión y Mario Serra en batería. Los arreglos y dirección de la Say No More Symphony Orchestra corrían por cuenta de Gabriel Senanes, un colaborador muy valorado por Charly, y que veía así una compensación a su frustrado sueño de participar en un proyecto sinfónico de García, Pasión, Caos y Si.
La grabación comenzó el 22 de julio en Circo Beat, los estudios de Fito Paéz, pero no fluyó como debía. Nito acababa de salir de su infierno personal de drogas y alcohol, había optado por llevar una vida estructurada y metódica, y si algo no podía soportar García en esa larga noche saynomoreana era estructura. El ingeniero de grabación Marcos Sanz se sentaba tras la consola de 24 pistas a la tarde, para grabar tranquilamente con Nito... hasta que, en horarios imprevisibles de madrugada, aparecía Charly a imponerle, de hecho, una jornada de trabajo 24x7. Fascinado con poder destinar un canal para una primera mezcla de la canción y los otros 23 para multiplicar los arreglos, el noctámbulo creador agotaba rápidamente las pistas disponibles para acumular sonidos. En ese frenesí spectoriano, hasta los registros de voz de Mestre empezaban a correr riesgo cierto de desaparecer borrados.
Muy pronto quedó claro que Nito estaba presente en calidad de instrumento vocal jerarquizado para un proyecto que, el propio Charly afirmó más tarde, en realidad merecía un título como Say No More canta a Sui Generis. Algunas viejas declaraciones de Nito, en el alba del proyecto, acerca de poder aportar sus propias composiciones, ya despertaban la ternura de los sueños muy queridos que nunca fueron siquiera posibles. El final simbólico de la empresa fue el 5 de setiembre, el vigésimoquinto aniversario de la despedida de Sui Generis en el Luna Park de Buenos Aires.
La placa que Sui Generis postuló a la consideración general en 2000, un año triste y gris en que cada día era mejor que el siguiente, comienza con temas que mantienen cierta continuidad que luego se pierde: nada que no hayamos visto en obras conceptuales del poder de Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band. El día que apagaron la luz fue compuesta el previo enero en Pinamar y tocada en vivo por primera vez en la ya mencionada presentación de Go!. En la grabación participan Ana Álvarez de Toledo en voz y Paquito D’Rivera en clarinete y saxo.
A esta altura ya es muy conocido, porque el propio Charly lo dijo, que la armonía de los versos salió de Beast of Burden de los Rolling Stones, y el comienzo de la melodía del estribillo, del de Every breath you take de The Police abriéndole paso a la enésima presentación del motivo característico de Transatlántico Art Déco: dos exitazos procesados con un inequívoco toque personal para construir un hit de un brillo y potencia que Charly hacía rato no demostraba. Hay también una influencia aún más notoria aunque no declarada, la de Overnight Sensations de The Raspberries: el uso sutil y eficaz de décadas de cultura pop es un signo más del genio creador, no de su ausencia. Y un comienzo con un diálogo de la película Help! de los Beatles que incluye la frase "say no more!", ruidos de neumáticos como de huida, y un breve pasaje de la última canción del álbum como sonaría en un viejo radiorreceptor AM, una señal anticipada de unidad conceptual que no será evidente hasta el final.
Las letras del rock pueden ser leídas con claves muy diversas, con lo que su interpretación es variable y hasta cambiante. En el contexto de un disco que se llama Sinfonías para adolescentes y que es el regreso de una banda que dejó de existir en 1975, hay que esforzarse para no entender el comienzo como una búsqueda adolescente que deriva en el descubrimiento de Sui Generis, una música que sonaba en años sangrientos en que "apagaron la luz", por más que la frase agregue una capa extra de sentido, la referencia al filme The day the Earth stood still de 1951, un notorio favorito del cinéfilo García. En la segunda estrofa se hace explícita la insatisfacción musical que motivó esa búsqueda y que estaba implícita hasta ahora, para derivar en un estribillo que parece acordarse de la novia ausente y resulta más controlador y siniestro que devoto, exactamente en el mismo sentido que la canción de The Police ("no podés ver que ya me pertenecés / yo quiero ver casi todo lo que hacés"). ¡Costaría no entender la alarma de una novia adolescente ante un amante mayor que su padre que le habla así! Detalle de producción que distingue al genio creador: Charly canta desde el comienzo, pero el estribillo más bien oscuro cuenta con la muy dulce voz de Nito, en plan "sé lo que te estoy diciendo pero no te asustes". Más adelante se anticipa un día "en que estemos juntos" los adolescentes evocados y Sui Generis, la novia ausente y el novio anhelante, en el que quienes paralicen el mundo sean ellos con su canto. Muy lindos 4 minutos 31, un conflicto entre estrofas y estribillo, posibilidad de lecturas para todos los gustos ¿qué más pedirle al comienzo?
El segundo tema es el midtempo Úsame un poquito más, una reversión de Take me for a little while de Trade Martin. Es medianamente conocido por ser un tema del repertorio de Vanillla Fudge, la banda de muy sofisticado pop-rock que era el modelo del Charly adolescente para el primerísimo Sui Generis, al que sólo pudo acercarse tras Instituciones y luego en La Máquina de Hacer Pájaros. Nito y Charly cantan a la vez, armonizando, "voy tratando de hacerte amarme / y todo lo que hago no deja de alejarme", asumiendo el conflicto planteado en el tema anterior. Pero si "voy a perderte de cualquier manera / ya no me importa nada más en esta espera", al menos "úsame un poquito más": la supuesta amenaza fantasma acaba licuada a los pies de la novia adolescente. (La letra original tiene un tema muy diferente pero el sentido final de la canción es el mismo, casi un "dale, qué te cuesta"). La maravillización es muy intensa: la pared de sonido del final es una muralla china de instrumentos y coros.
El tercer tema es una joya melódica, Yo soy su papá, traducción al Universo García de Can we still be friends? de Todd Rundgren, artista del que Charly es fan declarado. Por esos años había aparecido alguien que decía ser su hijo, y Charly usa la idea para burlarse de los músicos jóvenes que lo elegían como Su Otro: el tema incluso acaba con el llanto de un bebé. "Váyanse en su tren y distingan en lugar de ver": el ferrocarril es uno de los hilos conductores del álbum, en una época del país en que básicamente eran pasado remoto. La letra original suplica "¿podemos seguir siendo amigos? / ¿Todavía podemos estar juntos a veces?"; el argumento se perdió en la traducción, mas no el sentido tal vez: ¿igual podemos seguir siendo amigos? La producción mantiene el barroquismo expuesto hasta ahora: capas y capas de sonido, una intensidad realmente sinfónica, queridos adolescentes. ¡No hay duda de que Charly hizo rendir el tiempo en estudio!
En la cuarta etapa de este viaje hay tal vez un mensaje privado en forma de retrato de una huida, la de una adolescente de la casa paterna, a vivir una vida en el rock: Afuera de la ciudad (Caminaba). Nito ya había grabado una versión muy buena de este viejo rockito de Charly en su primer álbum solista de 1981 y tal vez no era necesario repetirlo ni siquiera bajándole tanto el tempo. La producción maravillizada agiganta su sonido a alturas spectorianas.... hasta sofocar al tema debajo de tanto peso. Por cierto, es una confesa reescritura de Southbound Train de Graham Nash y David Crosby. O nueva reescritura, porque ¡ya lo era Bienvenidos al tren!
La quinta canción nos presenta a otro de los mayores héroes de Nito y Charly, James Taylor: Tu pueblo también es Her town too, de Dad loves his work de 1981. Una crónica dolorosa de un divorcio en un pueblo pequeño, donde todos se conocen, y donde los amigos de la pareja ya volvieron a ser amigues de ella o amigues de él, que pareciera haberse ido lejos. En la mucho más ambigua versión de Sui Generis "ella se fue, él no volvió" pero encima hay un "amigo del juez" y "va a traicionarte", y aún hay versos como "todos los suicidios tienen un final alegre". Nos quedamos tranquilos de que al menos "alguien sabe lo que pasó": no nosotros.
Cuando te vayas es un tema de los principios de Sui Generis rescatado para la ocasión. La letra recuerda inmediatamente a la frescura de las letras y melodías de Vida, y también su tremendismo adolescente: "y te daré mi sangre cuando te vayas / para que vos la guardes cuando te vayas / y esa sangre en tu cuerpo / se convertirá en flor / y así cuando te vayas me iré con vos". De pronto, así como vino, el tema hace honor a su nombre y se va, y rápido, sin mayor desarrollo: 2:06. Enseguida llega un intermedio que no es el fin y que, muy consideradamente, lo deja claro desde el título, No es el fin (Intermedio). "No es el fin del amor, ni de nada. / No es el fin", porque "el fin del mundo ya pasó". Bancate ese defecto. A los 2:32 el tema colapsa y sigue un momento lindísimo de Charly en piano.
Emergemos del otro lado del intermedio y el paisaje es otro, un tema con una impronta funky, la voz líder de García y tan poca relación temática con lo que veníamos escuchando que nos hace preguntarnos si a Charly no se le traspapeló de algún álbum solista: Todos van al News Café (Ñu/Sca). En ese 2000 que no fue nuestro peor año político, social y económico de la década sólo porque faltaban 2001 y 2002, solamente parece haber una lectura para una letra que afirma que el café antedicho es el lugar "donde te cagan cuando nadie más los ve", se pregunta "qué es lo que hacen cuando nadie los ve" y, escrito por Charly suena a más que una pregunta, "qué es lo que toman cuando nadie los ve". Es un tema bárbaro, eso sí.
Luego vuelven las reversiones, porque lo que hace Charly acá no es un simple cover: Ten pena, o Mercy, mercy, de Don Covay y Ronald Miller, que grabara el propio Covay en 1964 en lo que fue una de las primeras participaciones grabadas de Jimi Hendrix, como sesionista, y que se convirtiera en tema del repertorio de los primeros Rolling Stones poco después. Continúan las amenazas patológicas: el protagonista le dice a la chica que está por dejarlo que "voy a atarme a las vías del ferrocarril", o bien "voy a tirarme desde el puente / hasta el río fatal / y sabes bien que no sé nadar". ¡Teneme lástima pero quedate! La traducción es bastante fiel al original: menciona hasta la adivina gitana que le advierte al protagonista lo que va a pasar. Qué pena que a Charly no se le ocurrió insertar una famosa frase de su amigo Diego Maradona: "lástima a nadie, maestro". Pista que endurece un poco la milanesa que Sui Generis venía haciendo, podría decir Pappo.
Llegan luego dos composiciones de Gene Clark para The Byrds, soleada banda californiana amada por Nito y Charly y que los influyera con su melodismo y sus atractivas armonías vocales. Son Aquí sin tu amor (Here without you) y Aguante la amistad (Set you free this time). Dos hermosas canciones en las que se termina extrañando a las meras tres guitarras y voces, bajo y batería de los Byrds, porque las versiones maravillizadas suenan sobreproducidas, sepultadas en la grandilocuencia de la producción. (Chequeen las hermosas versiones originales).
La primera es una canción de desamor, y la traducción garciesca es fiel al espíritu, aunque en versos brillantes como "busco las cosas que he visto en el cine / en los jardines de la decepción" está más Charly que Clark. La segunda es de revancha: la suerte se ha dado vuelta y el afligido es ahora el que ha pasado la página. La traducción no tiene nada que ver, e incluso el "aguante la amistad" de la primera estrofa parece flotar sin ancla en una letra que condena a "una familia singular" que "esconde en el cajón de más / excusas para sí. / No sabe cómo contestar, / entonces hace todo lo que le dice / el pequeño monstruo del poder". El dictamen es condenatorio: "no creo que puedas resistir / la pena que vos me das", y uno duda entre leerlo como un tiro por elevación a la familia de la novia de Charly o a la propia familia de Charly, con la que estaba enfrentado sin retorno. "Es como la revolución / que avanza sola sin parar" es una manera de decir que las cosas buenas pasan fuera de esa familia, que no puede hacer nada por evitarlo. Hay que leer la letra contra el mensaje de Afuera de la ciudad.
Entre las mejores canciones del álbum está una reescritura de un temazo de los veneradísimos Shakers de Montevideo, los primeros ídolos del rock rioplatense de Charly. Es El chico y yo o The Child and I, una de las escasas composiciones del baterista Carlos Vila Dibello. y que cuenta con el refuerzo notable y necesitadísimo de Pedro Aznar en bajo, guitarra y voz. Al comienzo se cita el muy reconocible inicio de la versión de los Byrds de Mr. Tambourine Man del joven Bob Dylan, como para despedirse del intermedio californiano. El tema original es una elegía a la niñez, como la primera parte de Dime quién me lo robó y como muchas canciones del período psicodélico del rock inglés, de Matilda Mother de Syd Barrett a Strawberry fields forever y Penny Lane de Lennon y McCartney. Charly va por otro lado, bordeando peligrosamente el Síndrome de Peter Pan para esquivarlo hábilmente a último momento: "no sé si entenderás / qué es lo que siento yo. / Debajo de esto hay alguien que no creció", pero que pide que "no me interpretes mal, / me gusta este momento. / Pero pronto desaparecerá". Charly prefiere "ser chico y jugar" y ¿acaso no es eso lo que hace cuando se encierra en un estudio? Aquí se cifra la clave del rechazo total del Niño Artista a formularios, citaciones, compromisos, horarios, estructura, esas armas de su enemiga la Nada: déjenme seguir jugando, no me distraigan. Ah, Charly, si tan solo la gente que trabaja para vos haciéndose cargo de todo eso pudiera hacerlo sin sentirse a merced de tu próximo capricho...
Comenzando un segmento casi arqueológico, sigue Espejos, muy antigua canción de Charly, una de las primerísimas. La candidez resplandeciente de la letra nos evita la tentación de acercarnos al tema desde el punto de vista de la reconocida obsesión de Borges con esos dispositivos ópticos, que hubiera sido muy obvio. La melodía es muy linda, en especial el extraordinario puente, y arranca tras un comienzo casi de jazz-rock. Aportan lo suyo Pedro Aznar en bajo y Migue García en piano, y Nito logra que Charly le permita lucirse con un solo de flauta.
Tras amagar con I am the walrus de los Beatles comienza Monoblock, con música de Charly García y letra de Carlos Piegari, testimonio del Sui Generis embrionario. Con su aire sapiencial a la El rey lloró de Los Gatos, esta balada era el hit presunto de la banda, pero su tiempo pasó y quedó olvidado hasta 2000. La letra presenta a un poeta eremita y a una chica que le lava la ropa y silba melodías de Piazzolla, marca de época de fines de los sesenta. El final es otro momento trágico más, en lo que ya es una clave espiritual del primer Sui Generis: "un buen día se aburrió de vivir / y se fue a caminar, / y al amanecer siguiente / apareció bajo el sol / crucificado". Gabriel Senanes aporta lucidos arreglos orquestales.
Y de pronto Charly se aburrió de remontarse a su adolescencia y reaparece Say No More, en un tono que, más que autorreferencial, es autocelebratorio, casi incomprensible en una obra de ¡Sui Generis! si no fuera porque hay adolescentes a quienes impresionar. (Y otras personas: "tu madre se va a enterar"). La celebración aeroacuática al Rock And Roll Way of Life de Mendoza no podía pasar sin dejar testimonio cancionístico: la placa nos propone ahora las pistas Me tiré por vos y Noveno B, compuestas poco menos que en la pileta del hotel fatal, y estrenadas en versiones embrionarias en las presentaciones de Joaquín Sabina en el Luna Park los días 10 y 11 de marzo de 2000. La abrasiva Me tiré por vos, la canción más rockera de un disco que no corteja el rock, cita brevemente a Rhapsody in blue de Gershwin y también al Vals brillante de Chopin, y termina con un solo del saxo de Paquito D'Rivera; Noveno B en cambio es una balada de muy lindo movimiento armónico y melódico. Ambos temas cuentan con lucidos arreglos orquestales de Gabriel Senanes.
Acercándonos al final llega el momento de dos viejos temas de Sui Generis. Uno es Juan Represión, que debía haber sido la segunda canción de Pequeñas anécdotas... y cayó víctima de la censura lopezrreguista o, lo que no es muy diferente, la autocensura. Pero de algo malo salió algo bueno, porque el tema que lo remplazó, Tango en segunda, compuesto de apuro y todo, es muy superior musical y líricamente, aunque obviamente tiene menos sentido que Juan Represión como pista predecesora de El show de los muertos. Igual tampoco es que Juan Represión es un mal tema: la idea es buena, presentar al represor como un pobre tipo, un fracaso como ejercicio de humanidad, "está tan loco el pobre / que hoy en la cárcel se encerró". Había regresado al repertorio en vivo de Charly el ¡1 de marzo de 2000 en Mendoza! Conocidas las repetidas dificultades de Charly con su históricamente muy brava policía provincial, cuesta no entender su inclusión en esta tan particular obra de Sui Generis como un ajuste de cuentas sonoro.
Después no llega una versión de Gaby, una muy linda balada de piano de Mario Piégari y Alejandro Correa, dos ex Sui Generis allá bien antes de Vida, que Nito y Charly grabaron pero para el disco en vivo resultante del Festival del Amor de 1977. Lo hace otro incunable suigeneriesco y de Correa, Digo de vos, una canción de desamor indeciso, "con nostalgia y risa a la vez / no te olvido y no sé bien por qué", que suena a la música que se escuchaba cinco minutos antes de que aparecieran los Beatles: de hecho culmina con un regreso de la cita de Help! Hubiera preferido Gaby, a la que se le nota la influencia de Balada para un loco de Piazzolla y Ferrer, pero es una linda canción.
Tras un arranque en falso, cierra la sinfonía Sé mi nena, un título poco argentino y no muy afortunado. (¿"Seminena"? ¿"Seminare"?). Es una versión de Be my baby, caramelo sonoro compuesto por Jeff Barry, Ellie Greenwich y Phil Spector para The Ronettes, que tuvo una gran influencia sobre Charly (3) pero, también y dicho sea de paso, sobre nada menos que Brian Wilson. (Por cierto, en la versión primigenia, uno de los sesionistas de los legendarios Wrecking Crew es apenas Leon Russell). La letra original, que Charly mejorará notablemente, tiene un cariz que no sonaba amenazante en otras épocas más inocentes, o en las que al menos no se sabía que Spector iba a acabar sus días preso por femicida: "la noche que nos conocimos supe que te necesitaba / y que de tener la chance nunca te dejaría ir". Charly asume además la primera voz para rogar en primera persona "sé mi nena", por si a esta altura del álbum la idea no había quedado clara. La pareja se va en el tren de Afuera de la ciudad, tras tantos vaivenes artísticos y de los otros: "cambiamos todo el día / en esta sinfonía / Todas esas palabras / nos dieron un porqué".
La obra fue presentada en vivo en el Estadio de Boca Juniors el 7 de diciembre de 2000, con invitados como Mercedes Sosa, León Gieco, Pedro Aznar, Gustavo Cerati y Fito Páez, en lo que fue el primer paso de una breve gira que continuó en Montevideo el 12, en Santiago de Chile el 20, en el porteño Parque Sarmiento el 13 de enero de 2001 y gratis para una multitud, y el cierre en Lima el 18. Los ensayos insuficientes y las accidentadas presentaciones prolongaron la comedia de enredos de la gestación y grabación: Charly boicoteó la incorporación de músicos de la banda de Nito, pese a (o tal vez en razón de) que se revelaron más competentes que algunos de los de la suya. Se registraron escenas dignas de Spinal Tap, como Nito diciéndole a Charly, acerca de su bajista Paco Weht y su guitarrista Ernesto Salgueiro, "hacé de cuenta que no están pero tienen que estar". ¡Hasta les pagaba Nito!
Charly ya se había sacado el gusto de devolver al primer plano del pop latinoamericano a Sui Generis y de grabar un disco que le gustaba. Seguir tocando Necesito o Mariel y el capitán al borde de los 50 años le recordaba por qué había dado por amortizada esa etapa de su carrera hacía mucho: el momento exacto del hartazgo parece hacer sido cuando le pidió a su banda que tocara ¡Cerca de la revolución! en el show de Lima. Se suponía que, tras un descanso, la gira continuaría por Argentina y América: Charly prefirió cortar con ese martirio y volver a su zona de confort, en los estudios Circo Beat de Fito Páez, para mezclar el álbum en vivo que restaba. Ahí comenzó otro martirio...
... porque los solecismos cometidos en vivo hacían que muchas grabaciones fueran inutilizables. El rescate de las presentaciones insumió ¡cuatro meses! que desesperaron al tesorero de la compañía Universal y al pobre ingeniero Marcos Sanz, quien tras mezclar cinco temas contrarreloj no pudo más y huyó, literalmente huyó, para ser remplazado por Mario Breuer.
El proceso de regrabación desde cero de varias pistas trajo más momentos de esos que hoy, más de dos décadas después, causan gracia. Nito pasaba por las mañanas, con facturas para Sanz, grababa sus partes y se iba, para encontrarse a la mañana siguiente con que Charly las había borrado esa noche. Ricardo Mollo fue convocado para un solo de guitarra que nadie puede escuchar, porque... no sobrevivió a la mezcla definitiva. Aparecieron como por un pase mágico lindos temas pero que jamás formaron parte del proyecto, como Telepáticamente, Ya no te quiero o Amo lo extraño. Con todas estas contras, el resultado del álbum Si. Detrás de las paredes es, tal vez milagrosamente, al menos digno de ser escuchado una vez, con algunos buenos momentos, y un ejemplo de cómo el pop a veces puede sobrevivir hasta a ser ejecutado con espíritu nihilista, casi como música de acompañamiento de una excursión al lado de los tomates del rock and roll. En este 2023 que, en demasiados aspectos, consiste en caminar entre las ruinas monumentales del pasado dilapidado, suena hasta respetuoso con el objeto de su demolición.

 

Vaya un agradecimiento a Esta noche toca Charly. Un viaje por los recitales de Charly García. Tomo II: Say No More (1994-2008) de Roque Di Pietro. Gourmet Musical Ediciones. Buenos Aires, 2021.

 
NOTAS
(1) El disco de Nito cantando a Sui Generis de 1993 no le había caído bien a Charly: "con Nito y el disco de Sui está todo bien. Pero me hubiera gustado que me avisara antes y no cuando el proyecto estaba terminado". El dúo había tenido una accidentadísima reunión en Prix D'Ami en setiembre de 1995, en lo que en realidad parece haber sido un psicodrama de Charly destinado a martirizar a su familia por haberlo sometido a muy duras internaciones forzosas por sus temitas con las drogas. Se me ocurre que a Nito le hubiera venido bien que Charly le hubiera avisado "antes y no cuando el proyecto estaba terminado". O tal vez Nito fue uno de los destinatarios del happening en razón su disco de 1993. ¿Quién dijo que el rencor no es un motor artístico? ¿Quién dijo que todo motor artístico es igual de bueno?
(2) Charly también ha elogiado siempre la idea de "artesanía" que le sugerían los discos producidos por Spector, en contraposición a la idea de "artista", que le parecía un tanto risible y de la que se ha burlado incontables veces. Como en su repetido chiste acerca de qué es el arte: cagarte de frío.
(3) Tanto influyó a Charly que la utilizó para Rivalidad y justamente Spector, de su ábum de regreso de 2017.

 

ALGUNAS OTRAS NOTAS ACERCA DE CHARLY GARCÍA EN ESTE SITIO
García en el Polideportivo. Charly García en el Estadio Polideportivo de Mar del Plata, octubre de 2002.
Extraña influencia. Charly García y Fito Páez en el Estadio Polideportivo de Mar del Plata, marzo de 2003.
La grasa de las capitales no se banca más. Nota acerca del disco de Serú Girán, mayo de 2005.
Kill Gil, en su versión filtrada por Internet, mayo de 2007.
Cinco trucos armónicos de Charly García.
Vindicación de La Hija de la Lágrima.
La dictadura de 1976-83 contada con canciones de Charly García
Charly García y La Máquina de Ser Feliz.
Diccionario de influencias en la música de Charly García, de la A a la Z. Nota de junio de 2017.
Tango (2 x) 4. Acerca del disco Tango IV de Charly García y Pedro Aznar.
Yo ya soy parte del mar. Artículo de mayo de 2018 acerca de la célebre batall... nota de La Opinión de 1977 que enfrentó a Charly y David Lebón con tradicionalistas como Osvaldo Pugliese, Edmundo Rivero y Ariel Ramírez.
Charly García entre las focas y el Casino en La Feliz. Nota de marzo de 2019 acerca de la relación de Charly con Mar del Plata.
Pizza con fernet: Charly García en Córdoba. Nota de abril de 2019 acerca de Charly García y su a veces muy áspera relación con Córdoba.
* No soy un extraño: Charly García y Nueva York. Artículo de mayo de 2019 acerca de la Gran Manzana en la vida de Charly.
* Spinetta y García: total interferencia. Nota de mayo de 2023 sobre la relación entre ambos próceres del rock latinoamericano.
* Charly García y Brasil: um vampiro sob o sol. Nota de junio de 2022: García y su amor por Brasil.