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Cine Braille

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Todos estos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia

LA CACERÍA DE LOS ENEMIGOS PÚBLICOS

Durante la primera mitad de los años '30, el Medio Oeste de los Estados Unidos se vio conmovido por la aparición de bandas de pistoleros armados, usualmente especializadas en el asalto de bancos o el secuestro extorsivo. Esas bandas eran temidas, pero también respetadas, y algunos de los delincuentes (por caso, John Dillinger, Pretty Boy Floyd o Bonnie & Clyde) hasta merecían la admiración de parte de las clases populares, azotadas por la Gran Depresión. Las autoridades se encargaron de eliminarlos uno por uno, por cierto que, a veces, con métodos no demasiado diferentes a los de los propios criminales… De algunos de esos delincuentes trata esta nota.

 

LA LEY SECA, LA CRISIS DE 1929, EL FBI Y EL CINE
En Estados Unidos el delito, durante la década del '20 del siglo pasado, se caracterizó por la existencia de bandas criminales que explotaban las oportunidades surgidas con la desafortunada Enmienda Volstead de 1919, con su consiguiente prohibición de la destilación y venta de bebidas alcohólicas ("la Prohibición", o "Ley Seca"). La mayoría de esas bandas habían aparecido en barriadas de inmigrantes pobres de las grandes ciudades, como Nueva York o Chicago, y pronto abarcaron una multiplicidad de negocios clandestinos: la extorsión presentada como "protección", el juego, las apuestas, la prostitución. Su carácter extranjero (siciliano, irlandés, judío de Europa Central y Oriental) les daba un sentido de unidad frente a la persecución policial, y les aseguró una vida larga aunque difícil. Las imágenes de magnates del crimen como Al Capone (derecha) o Bugsy Siegel, parafraseando a la "Milonga del Conventillo" de Edmundo Rivero, tienen un lugar destacado en una hipotética "galería de los ases del choreo (1)".
Pero en la década siguiente, dos acontecimientos cambiaron las características del delito organizado. Uno fue la abolición de la Prohibición en 1933, que hizo desaparecer el lucrativo "negocio" del contrabando y la distribución clandestina de licores. El otro fue la profunda y extendida crisis económica mundial que comenzara con el crac de la Bolsa de Nueva York de octubre de 1929, y que se conoce como la Gran Depresión.
Más allá de la brutal caída del producto bruto (un increíble 50 % entre 1929 y 1933), o de las exportaciones (nada menos que un 69 %) la gravedad de la Depresión se percibe en la tremenda cifra de 15 millones de trabajadores que perdieron sus empleos (2). La economía agrícola y ganadera del centro de Estados Unidos se vio desarticulada: estados como Oklahoma, adonde a la crisis se sumó el desgaste del suelo por las inadecuadas técnicas agrícolas de la época, padecieron una fuerte emigración.
Esta situación de desastre nacional duró toda la década, porque la recuperación comenzada en 1933 cesó abruptamente con una nueva crisis en 1937. La confianza en la capacidad y la honestidad de políticos, banqueros, empresarios, jueces, policías, sufrió un rudo golpe. Las deudas hipotecarias se hicieron impagables; los bancos ejecutaron judicialmente las hipotecas; la policía desalojó a los agricultores de las tierras que habían sido suyas, y antes de ellos, tal vez de sus padres y abuelos. En ese clima de miseria extendida y de ausencia de esperanza, no es de extrañar que los desposeídos de las zonas rurales o las pequeñas ciudades de Texas, Luisiana, Mississippi, Missouri, Illinois, Kansas, Iowa, respetaran más a los bandidos. Bandidos que asaltaban a los odiados bancos, cumpliendo con una secreta fantasía de muchas de sus víctimas. Bandidos que se oponían a una ley que poco había hecho por los granjeros (3). (El que un bandido, salvo alguna excepción que ya veremos, sea alguien que piensa en su propio beneficio y poco más, no es un argumento al que sus admiradores le den demasiado peso).
Cabe aclarar que la visión romántica del bandido rural no es exclusiva del siglo XX: la nación tenía una larga tradición de asaltantes legendarios, de Billy The Kid a Butch Cassidy y Sundance Kid. Tampoco es exclusiva de los Estados Unidos: tal vez baste con recordar nombres como Barrabás, Robin Hood, Juan Moreira, Mate Cosido, Vairoleto, Salvatore Giuliano. (E incluso el fenómeno se repite con algunos delincuentes urbanos. como el narcotraficante colombiano Pablo Escobar Gaviria o el inglés Ronald Biggs, idolatrado por los punks ingleses. Sobre este fenómeno, típico de sociedades que enfrentan dolorosos períodos de cambios, véanse los escritos de Chumbita y Hobsbwam que se citan en los enlaces).
El problema de esta mitificación se atacó por la vía directa, a través del FBI (4), pero también hubo un puesto de lucha para el cine (¡cómo no iba a haberlo, en plena era del Código Hays!). El FBI, dirigido por un maquiavélico J. Edgar Hoover, organizó una unidad especial, liderada por el agente Melvin Purvis, destinada a capturar o (preferentemente) eliminar a los principales hampones, en colaboración con las policías de los estados y condados afectados. El cine, por su parte, trató de evitar que el espectador se identificase con los gángsters que postulaba: para encontrar un final en el que el delincuente se salga con la suya, habrá que esperar décadas. Incluso era raro, en los años '30 y '40, encontrar películas donde los delincuentes tuvieran algún viso de humanidad, ir más allá de ser la mera corporización del mal: en este momento se me ocurren como excepciones dos filmes en los que (no tan casualmente) intervino John Huston. Uno es High Sierra, de 1941, dirigida por Raoul Walsh y protagonizada por Humphrey Bogart, en el que fue coguionista junto con W. R. Burnett; el otro es el brillante The Asphalt Jungle, que dirigiera en 1950, con Sterling Hayden, Louis Calhern y Sam Jaffe en los papeles principales.
Los pandilleros rurales de los años '30 medraban en una atmósfera de desesperanza, y sabían que el final acechaba inevitablemente a la vuelta de la esquina: ya no podrían vivir de otra manera. Eran todos muy jóvenes, y la mayoría terminaría muriendo en plena juventud, con todo el simbolismo que ello acarrea. En sus momentos de apogeo, Bonnie Parker escribió y envió a los periódicos "La historia de Bonnie y Clyde", un relato versificado de sus andanzas, que ya advertía, hablando en tercera persona de ella misma y de su pareja: "algún día caerán juntos y juntos serán enterrados".
En la citada "High Sierra", el personaje de Bogart, el asaltante Roy Earle, en un momento afirma que la era de las bandas armadas con las legendarias ametralladoras Thompson ha pasado, ya que sus principales exponentes están muertos o presos (de hecho, al comienzo del filme, Earle sale de la cárcel gracias a un indulto, por cierto obtenido gracias al soborno de un funcionario de la oficina del gobernador ...). "Todo ha cambiado", dice Earle con nostalgia, a principios de los años '40. Y el fin se gestó en unos pocos meses, como veremos.
MACHINE GUN KELLY
George "Machine Gun Kelly" Barnes nació en Memphis, Tennessee, en 1895, en el seno de una familia de buen pasar. Hasta comenzó la carrera universitaria de ingeniero agrónomo, pero pronto se hartó de ella. Muy joven, se casó con Geneva Ramsey, con quien tuvo dos hijos antes de separarse: las peleas por el escaso dinero que George aportaba a casa tuvieron un papel importante en la separación. George trabajaba como taxista en plena Prohibición: pasar de transportar pasajeros a contrabandear alcoholes desde Canadá no implicaba una gran diferencia en cuanto a aptitudes, y la paga era muy superior. A esta decisión perfectamente racional debe sus primeras detenciones.
En 1930 salió de la cárcel en Kansas, y al principio sobrevivió en base a robos menores. Al poco tiempo conoció a la pareja de un colega, Kathryn Thorne: George y Kathryn se enamoraron a primera vista, y se casaron en Minneapolis en setiembre de 1930.
Kathryn era muy atractiva, pero el piropo "ángel" distaba de ser adecuado para ella: había vivido en el ámbito delictivo desde la más tierna infancia, y era un verdadero cerebro criminal. Invirtiendo el rol de cada sexo en el mito de Pigmalión, fue Kathryn quien hizo a Machine Gun Kelly: ella le compró a George la ametralladora que le daría nombre y celebridad ("machine gun").
Entre 1930 y 1933, Kelly se dedicó a atracar sucursales bancarias de pequeñas ciudades o pueblos de los estados de Texas y Mississippi. En la noche del 22 de julio de 1933, con la ayuda de otro pistolero, emprendió su golpe más ambicioso: entró en la casa de un rico petrolero de Oklahoma City, Charles Urschel. Como con él estaban su amigo Walter Jarrett y sus respectivas esposas, y como Kelly no conocía al petrolero y todos se negaron a identificarlo, hizo una demostración adicional de torpeza: se llevó a Urschel y a Jarrett. Ya a bordo de un automóvil, y tras verificar la documentación de ambos, se dirigió al sur luego de dejar a Jarrett a pie, en medio del campo. La dirección de la huida fue enseguida reportada a las autoridades.
Urschel fue liberado el 31 de julio siguiente, tras haberse pagado por él un rescate de 200 mil dólares (enorme para la época). Gracias a las precisas indicaciones del secuestrado (que incluso recordaba la hora y dirección de paso de vuelos comerciales que enseguida fueron identificados) el FBI rastreó a Kelly hasta encontrarlo y detenerlo en una granja de Paradise, Texas, el 26 de setiembre. Kathryn y Kelly fueron sentenciados a reclusión perpetua, y Kelly murió en la cárcel en 1954, el día de su cumpleaños. La resolución del secuestro de Urschel hizo que Hoover capeara el temporal de críticas que el FBI recibía hasta entonces, y sería el primer paso en la construcción de su leyenda.
BONNIE & CLYDE
Hablar de "la banda de Bonnie y Clyde" es inexacto: no hay pruebas concluyentes de que Bonnie Parker haya participado en asalto alguno, ni de que fuera mucho más que la novia de Clyde Barrow. (Parte de la confusión se explica por ciertos escritos de la propia Bonnie de los que hablaremos más adelante, y parte por la necesidad del FBI de justificar el acribillamiento de una mujer que, de haber sido detenida, apenas habría recibido una condena menor por haber colaborado con malhechores). Tampoco es correcto considerarlos como una exitosa y glamorosa banda de ladrones de bancos: Clyde prefería robar estaciones de servicio, y en ninguno de sus atracos el botín pasó de 1500 dólares. Buena parte del mito de Bonnie & Clyde es, en consecuencia, responsabilidad de la famosa película de Arthur Penn de 1967.
Bonnie Elizabeth Parker en 1910 en Rowena, Texas. Su padre, albañil, murió en 1914; su madre Emma pronto llevó a sus tres hijos a una ciudad más grande, Dallas, aunque el cambio de ciudad no representó ninguna mejoría en su condición. Bonnie se destacó en la escuela por su inclinación por la poesía, su fuerte voluntad y su inteligencia. En su adolescencia era atractiva, aunque bastante menuda (medía 1 metro 50 y pesaba 41 kilos): a los 16 años se casó con Roy Thornton, aunque la convivencia duró apenas tres años, porque Thornton acabó preso por robo. Bonnie se separó de él pero nunca se divorció: al morir, aún llevaba puesto el anillo de casamiento. Pero en enero de 1930 conoció a Clyde Barrow en casa de unos amigos comunes, y aparentemente fue otro caso de amor a primera vista.
Por su parte, Clyde Barrow nació en 1909 en la zona rural cercana a Dallas, en el seno de una familia muy humilde. Su primer arresto se registró a fines de 1926, debido a que no había devuelto en el tiempo pactado un auto alquilado. El segundo, un poco después, por robar pavos con su hermano Ivan (apodado Buck). Este segundo delito le valió una temporada en la cárcel, que por lo que sabemos impresionó muy negativamente al joven Clyde, y le legó un odio profundo al orden social vigente.
Tras conocer a Bonnie, Clyde vivió de robos menores hasta que, el 5 de agosto de 1932 en Stringtown, Oklahoma, tuvo que matar a un oficial que los buscaba para detenerlos. A partir de ese momento, no hubo retorno: comenzó una persecución que duró 21 meses, plagada de episodios de fuga, y que terminaría haciendo historia.
A fines de ese año, el FBI detectó en Michigan un Ford robado en Pawhuska, Oklahoma, y lo relacionó con otro Ford encontrado en esa localidad y que había sido sustraído en Illinois. La pista de los automóviles lo llevó a la pareja, y lo puso tras ella: la jurisdicción sobre los delitos cometidos por Clyde correspondía hasta entonces a la policía del condado donde éstos se hubieran cometido, pero trasladarse en autos robados de un estado a otro ya era un delito federal. El 20 de mayo de 1933 el FBI salió a cumplir con el pedido de su captura.
Mientras tanto, el 23 de marzo, Ivan, el hermano de Clyde, había salido de la prisión estatal de Texas y se unió a la pareja. Con él se incorporaron su esposa Blanche y otro pistolero, W. D. Jones. Ese verano estuvieron muy activos, dando varios golpes en diversos estados, y escapando casi de milagro más de una vez. El 29 de julio siguiente no hubo milagros para Ivan: murió en un intento de robo. El resto de la banda estuvo muy cerca de seguir ese destino el 22 de noviembre, cuando fueron cercados por la policía de Dallas cerca de Grand Prairie, pero lograron huir llevándose el auto de un fiscal.
Mientras tanto, Bonnie seguía escribiendo poesías, y pronto enviaría a los diarios una de ellas, que pueden leer aquí (en inglés), y que es, muy probablemente, una de las razones por las que los medios comenzaron a prestarles tanta atención.
El fatal año 1934 comenzó con el mayor de sus golpes, el que no fue motivado por el dinero sino por la venganza: el 16 de enero liberaron de la granja penitenciaria de Waldo, Texas, a cinco peligrosos internos (sus condenas, sumadas, superaban los 200 años). En la fuga, mataron a dos guardias; el estado de Texas llamó del retiro a uno de sus funcionarios policiales más famosos, un Ranger o policía rural llamado Frank Hamer, y lo puso a la cabeza de la cacería. El círculo se estrechó: en abril, un pistolero que acompañaba a Bonnie y Clyde, Henry Methvin, asesinó a dos policías novatos cerca de Grapevine, aparentemente contra las intenciones de la pareja. El crimen sensibilizó a la población, y el cambio de humor se reafirmó a los pocos días, cuando se supo que, en la huida, hirieron mortalmente a un policía de Oklahoma.
El 23 de mayo, tras haber recibido del FBI la información de que se los había visto en una fiesta en Black Lake, Louisiana, Hamer y un pelotón de policías de Texas y Luisiana los cercaron cerca de Sailes, en el mismo estado. La información oficial dio cuenta de que se les disparó cuando pretendieron escapar: posteriormente se supo que fueron ametrallados a mansalva, sin haberles voceado orden de detenerse alguna. Clyde murió enseguida; Bonnie, tras una corta agonía. Cada uno había recibido 25 impactos de bala; en el suelo se contaron 130 cápsulas servidas. Methvin, el asesino de los policías de Grapevine, confesaría y terminaría siendo perdonado.
Clyde tenía 25 años; Bonnie, 23. Al funeral de ambos asistieron 20 mil personas.
JOHN DILLINGER
John Herbert Dillinger nació en 1903 en Indianápolis, en el seno de una familia de clase media. Su padre, almacenero, era un carácter extraño: a veces era extremadamente represivo, y a veces muy tolerante. Su madre murió cuando John tenía tres años. Harto de la segunda esposa de su padre y de los sermones paternos sobre el trabajo duro, se alistó en la Marina para huir de ellos. Pero si buscaba liberarse de un ambiente de disciplina asfixiante, una institución militar no era el mejor lugar, y terminó desertando. De regreso a Indiana, se casó y trató de establecerse, pero nunca pudo hacerse a la vida de una asalariado, y pronto su matrimonio llegó a su fin. En 1924 un amigo, criminal de poca monta, lo convenció de participar en el atraco de un almacén. Ambos terminaron presos, pero su amigo consiguió un abogado que lo hizo declararse culpable y recibió una sentencia de dos años. Dillinger, que no tenía abogado, siguió el consejo de su padre, se declaró inocente... y le dieron de 10 a 20 años de prisión, aún careciendo de antecedentes penales. Su esposa pidió el divorcio inmediatamente. Nunca pudo superar la amargura que le produjo semejante hecho.
Antes de salir en libertad condicional a los 9 años, en mayo de 1933, tuvo tiempo para destacarse como jugador de béisbol de un nivel excepcional para un aficionado, y para hacerse amigo de ladrones de bancos curtidos, como Boobie Clark y Harry Pierpoint. Apenas salido de la prisión estatal de Michigan City, robó un banco en New Carlisle, Ohio, para conseguir dinero con el cual financiar el escape de Clark y Pierpoint. El audaz golpe se produjo el 26 de setiembre de ese año, pero Dillinger no había podido participar en él: había caído preso unos pocos dias antes en Dayton, Ohio, buscado por un delito previo. Destinado a la cárcel de Lima, sus amigos le devolvieron el favor, rescatándolo el 12 de octubre. En el hecho, murió un comisario. Pero aquí no termina la crónica de sus fugas, sino que empieza.
En enero de 1934, su banda asaltó el First National Bank de East Chicago, Indiana, matando a un policía en el tiroteo. Dillinger y su gente huyeron hacia el oeste y se registraron con nombres falsos en el Hotel Congress de Tucson, Arizona. Tuvieron la mala suerte de que se desatara un incendio y de que unos bomberos los reconocieran e hicieran detener. Dillinger fue enviado a la prisión de Crow Point, Indiana, de la que escaparía el 3 de marzo, tras amenazar a los guardias con un revólver de madera, y usando el coche de la comisaria Lillian Holley.
Haber participado en tres fugas en seis meses puso a Dillinger en el foco de la atención pública. Los medios pronto aprovecharon esa atención para indagar en el personaje, y lo que encontraron aumentó aún más el interés del público. Se destacaba su caballerosidad, su carisma, su buen porte y elegancia, y su sentido del humor: se recordó que, la Navidad anterior, había enviado una tarjeta de celebración al mismísimo Hoover... Características personales que se respetaron en gran cantidad de filmes.
A propósito de Hoover: al huir de un estado a otro con un auto robado, Dillinger cayó en la mira del FBI.
Para abril ya había armado una banda nueva, con pistoleros como Homer Van Meter y Baby Face Nelson. Se alojaron en un hospedaje apartado al norte de Wisconsin, advirtiendo a los dueños que no les harían daño a menos que avisaran a las autoridades. Pero, aprovechando una distracción de Baby Face, los dueños lograron enviar una carta a la oficina del fiscal de distrito de Chicago, quien dio aviso al FBI. El cerco terminó siendo un fiasco: por error, los perseguidores dispararon a tres transeúntes y la banda, advertida, escapó, matando en la fuga a un oficial. Este error casi le cuesta el puesto a Hoover, pero éste resistió la tormenta y contraatacó. El 18 de junio, el Congreso autorizó al FBI a portar armas; el 23 de junio, el Departamento de Justicia ofreció una recompensa de 20 mil dólares por la captura de Dillinger y 5 mil dólares por cualquier información sobre su paradero. Un tercio del presupuesto del FBI se destinó a apresarlo, vivo o muerto.
Dillinger se fue a Chicago. Allí se sometió a una cirugía estética con un doctor que trabajaba con el hampa, Joseph Moran. Tomó el alias de Jimmy Lawrence, se consiguió un trabajo, comenzó un noviazgo con una chica llamada Polly Hamilton, a la que nunca le dijo quién era. Parecía dispuesto a perderse en el anonimato por una temporada, pero algo salió mal. Fue reconocido por una amiga de Polly, Anna Sage.
La Sage era una inmigrante rumana que se llamaba en realidad Anna Cumpanas, regenteaba un burdel, y estaba en riesgo de ser deportada a su país natal. Fue ella quien acudió a Melvin Purvis, el oficial que el FBI había destinado a la cacería de los principales fugitivos, y le ofreció delatarlo a cambio de que no la expulsasen de Estados Unidos (5).
En la calurosa noche del domingo 22 de julio, Dillinger, Polly y Anna fueron a ver un filme de gángsters protagonizado por Clark Gable, Manhattan melodrama, al Biograph Theater. Purvis, que no confiaba en los agentes del orden de Chicago, armó su grupo con gente de fuera de la ciudad. Eso casi provoca el fracaso del operativo, porque un empleado del cine notó algo sospechoso y llamó a la policía local: Purvis logró hacerlos ir dándoles una explicación falsa.
A las 22:30, Dillinger y sus acompañantes salieron del cine. La Sage, que de acuerdo a lo convenido llevaba un vestido anaranjado (no rojo, como quiere la leyenda) señaló al fugitivo a los agentes. Éstos dieron la voz de alto, Dillinger hizo un movimiento confuso, y Purvis y su gente lo ametrallaron. Veinte minutos después, fue declarado muerto.
Como suele suceder, corrieron rumores de que el muerto no era Dillinger, y de hecho hay algunas circunstancias que fomentaron la confusión: el cuerpo fue reconocido por su hermana, pero no por su padre; el cadáver tenía ojos marrones, cuando estaba registrado que su color era gris. Estas discrepancias se explican, una, por la cirugía que se había practicado unas semanas antes, y la otra, por la descomposición parcial del cuerpo debida al intenso calor. Las huellas digitales coincidieron perfectamente.
La muerte de Dillinger, ese verano de 1934, es el comienzo del fin de la Era de los Gángsters. Su carrera como criminal destacado no había llegado a durar un año; su muerte se produjo, otro más, en plena juventud, a los 31 años.
PRETTY BOY FLOYD
Charles Arthur Floyd, "Pretty Boy" ("chico lindo") nació en 1904 en Aidarsville, Georgia. Cuando tenía 10 años, su familia se mudó a Sallisaw, Oklahoma. A los 17, recién casado con Lee Hargrove y muy necesitado de dinero porque su esposa estaba embarazada, cometió su primer delito: el robo de 3,50 dólares en monedas en la oficina de correos local. En 1925 fue arrestado por robo en San Luis, Missouri, y encarcelado hasta 1929, episodio que le hizo jurarse que preferiría morir a volver a prisión.
Junto con otros criminales de Kansas City, se dedicó al robo de bancos. Después de cada golpe, solía ocultarse en los alrededores de la ciudad donde creció, a cuya gente socorría cuando estaba en problemas, lo cual, en ese entonces, era permanentemente. Se ha querido ver en esto un ejemplo de cómo cuidarse las espaldas aparentando generosidad. Probablemente sea así nomás, aunque no se hace fácilopinar cínicamente de Floyd cuando uno se entera que, por ejemplo, destruía las cédulas hipotecarias que encontraba en los bancos que asaltaba, con el fin de salvar las tierras de familias endeudadas...
Pretty Boy fue un ladrón muy exitoso. El 12 de diciembre de 1931, su banda robó dos bancos en un solo día, uno en Castle y otro en Paden, ambos pueblos del estado de Oklahoma. Por culpa de estos dos hechos delictivos, se duplicó el costo de los seguros bancarios. El gobernador William H. Murray ofreció por él una recompensa de 56 mil dólares (más del doble que la ofrecida por Dillinger...).
El 17 de junio de 1933 se produjo la Masacre de Kansas City, un tiroteo enfrente de la estación de ferrocarriles de esa ciudad. Murieron cinco personas: cuatro policías y Frank Nash, un convicto al que los asaltantes pretendían rescatar. El FBI aseguró que los tres hombres que se tirotearon con las fuerzas de la ley fueron Floyd y sus compañeros Vernon Miller y Adam Richetti, pero hubo testigos que no reconocieron ni a Floyd ni a Richetti. Pretty Boy negó haber participado en el golpe en una nota dirigida a un diario, y por cierto el hecho no condice con su comportamiento habitual.
Finalmente, Floyd fue muerto el 22 de octubre de 1934, cerca de East Liverpool, Ohio, por una comisión conjunta del FBI y la policía local, liderada por el ubicuo Melvin Purvis. Herido dos veces, Floyd murió tras 15 minutos de agonía.
En 1979, Chester Smith, un ex policía local que afirmaba haber sido quien le causó las dos heridas, afirmó que ellas no eran mortales, y que en realidad fue ejecutado a quemarropa por orden de Purvis. El ex agente del FBI Winfred Hopton respondió entonces que la policía local viajaba en un auto diferente al de los hombres del FBI, que Smith y su gente llegaron cuando el tiroteo había concluido, y que Floyd murió enseguida. El terror de los banqueros tenía entonces 30 años.
Los funerales de Pretty Boy fueron presenciados por decenas de miles de personas, y siguen siendo hoy los mayores en historia de Oklahoma. Hay una popular balada del trovador folk Woodie Guthrie (el ídolo y maestro de Bob Dylan) en la que se termina de perfilarlo como un héroe romántico, en la tradición de Robin Hood.
BABY FACE NELSON
Lester Joseph Gillis nació en 1908 en Chicago. Era bajo (medía 1 metro 63) y le decían Bay Face ("cara de nene") por su aspecto juvenil. Comenzó de muy joven robando automóviles, haciéndose llamar George Nelson, y llegó a trabajar para Al Capone y Anthony Acardo, pero su comportamiento propio de un psicópata no le permitió ascender en una "carrera" en donde la violencia excesiva atrae inmediatamente la atención de la policía. (Llamativamente, por esos misterios de la condición humana, Baby Face era un buen esposo y padre afectuoso). En 1934 entró en la banda de Dillinger, que era precisamente su antítesis. Tras la muerte de su jefe en Chicago, pasó a ser el Enemigo Público Número Uno, aunque por poco tiempo. El 27 de noviembre de 1934, se produjo la que se dio en llamar la Batalla de Barrington: en dicho pueblo, Nelson mató a dos agentes de la ley que se disponían a detenerlo, pero recibió 17 impactos de bala y murió esa misma noche. Tenía 26 años.
LA BANDA KARPIS - BARKER
Kate Ma Barker nació en Ash Grove, Missouri, en 1871, con el nombre de Arizona Donnie Clark. Fue criada en el seno de una familiar cristiana y conservadora, que creía en el trabajo duro y en los valores tradicionales. En 1892 se casó con George Barker, un alcohólico y holgazán consuetudinario que alcanzó a darle cuatro hijos antes de que Arizona juntara valor para echarlo de su casa. Los nombres de los hijos eran Herman, Lloyd, Arthur ("Doc") y Fred, y todos terminaron hundidos en el delito, de un modo u otro. El mayor, Herman, moriría rodeado por la policía en 1927 en Kansas; el segundo, Lloyd, sería condenado a 22 años de prisión por intento de robo en 1922, y tras ser liberado en 1938, no reincidiría en ese camino hasta su muerte en 1949. Los dos restantes, Doc y Fred, se aliarían con Alvin Karpis para formar una de las bandas más peligrosas de la época.
Para la prensa de la época, Ma Barker era el cerebro de la banda, algo que hoy se tiene por imposible. Seguramente conocía las actividades de sus hijos y los ayudaba a pasar desapercibidos: nadie sospecharía de una madre viajando con sus hijos. Todo indica que el mito fue creado por FBI para justificar la forma en la que se le dio muerte.
Alvin Karpis (Karpowicz) nació en 1907 en Montreal, Canadá, de padres polacos. Se crió en Topeka, Kansas, en un ambiente edificante en el que abundaban los contrabandistas, los proxenetas y los capitalistas de juego clandestino. En 1924 fue sentenciado a 10 años de prisión por intento de robo, pero logró huir. Al poco tiempo fue capturado nuevamente, y enviado a la penitenciaría estatal de Lansing, Kansas, donde conoció a uno de sus futuros compañeros de fechorías, Fred Barker.
Karpis no tenía escrúpulos: se lo conocía por el apodo de Creepy ("espeluznante") por tener una sonrisa que helaba la sangre. Era el líder de la banda, por más que la leyenda insista con Ma Barker: conociendo su personalidad, es difícil de creer que la anciana pudiera dirigirlo. El propio Karpis declaró que, cuando debían planear o realizar un atraco, la mandaban al cine o a pasear.
La banda comenzó a hacerse notar en 1931, con el asesinato del jefe de policía de Pocahontas, Arkansas, el robo de un almacén en West Plains, Missouri, y la muerte del comisario del condado de Howell. En 1932 asaltaron bancos en Fort Scott y Concordia, Kansas; mataron al fiscal de Tulsa, Oklahoma, retenido en garantía de que se dictase un fallo de inocencia a un miembro de su banda que finalmente no se produjo; y a fin de año protagonizaron un violento robo a un banco de Minneapolis, en el que hubo tres muertos. En 1933 robaron un banco en Nebraska, obtuvieron 100 mil dólares por el secuestro del millonario William Hamm, y robaron los sueldos de los empleados de un banco de South St. Paul, Minnesota, atraco en el que un policía resultó muerto y otro quedó inválido.
En 1934 obtuvieron otros 200 mil dólares por el secuestro de un banquero de Minnesota, Edward Bremer Jr. El dinero era mucho, y por ende difícil de mantener oculto, por lo que intentaron blanquear una parte empleando como testaferro a un joven y oscuro médico de Chicago, llamado Joseph Moran. Éste había visto arruinada su carrera por el alcoholismo, y había pasado un tiempo en la cárcel por practicar abortos (lo que fue ilegal en Estados Unidos hasta 1973). Al salir de prisión, imposibilitado de mantener una clientela normal, se convirtió en el cirujano preferido del bajo mundo de Chicago, extrayendo balas, curando heridas, amputando miembros gangrenados. Hacia 1934 había encontrado un nicho virgen: la cirugía plástica. Uno de sus primeros clientes, como ya dijéramos, fue Dillinger. Otros fueron los propios Fred Barker y Alvin Karpis, a quienes operó para modificar los rasgos faciales (con resultado pésimo); a Karpis también le borró las huellas digitales (con resultado excelente). Una noche fue a beber unas copas con ambos, y alcoholizado, tuvo la mala idea de bromear diciéndoles que, ahora que tenía a su nombre el dinero de la banda, los tenía en un puño... y desapareció esa misma noche.
La caída de la banda Karpis - Barker había comenzado un poco antes, y por culpa de un miembro del que desconfiaban por su incapacidad de mantener la boca cerrada. El 22 de marzo de 1934 ametrallaron a George Ziegler a la salida de un restaurante. Pero éste llevaba en sus bolsillos una gran cantidad de información valiosa (nombres, alias, direcciones) y así fue que el FBI empezó a cazarlos de a uno. El 8 de enero de 1935 Doc, rodeado, se entregó a Melvin Purvis; moriría a comienzos de 1939 en un fracasado intento de fuga de la renombrada cárcel de Alcatraz. El 16 de enero, Fred y Ma fueron ametrallados en Lake Weir, Florida. La muerte de la anciana se justificó con el argumento que ya anticipamos; la leyenda sería perpetuada por filmes como Bloody Mama (de Roger Corman) o inspiraria la novela de James Hadley Chase, "No hay orquideas para Miss Blandish".
Karpis, al enterarse, prometió a Hoover matarlo como sus hombres hicieran con Ma y Fred. Escapó por poco del FBI en Atlantic City, pero su novia embarazada Dolores Delaney recibió un balazo en el muslo. Ya sin los Barker, robó 27 mil dólares de un tren postal en Garrettsville, Ohio, demostrando que su peligrosidad seguía intacta. Era el último de los grandes pistoleros que permanecía prófugo. En abril de 1936 Hoover fue invitado a comparecer ante el Senado: se le reprochó la libertad de Karpis, y uno de los senadores, irritado, recordó que el Director del FBI jamás había efectuado un arresto personalmente. La respuesta saltaría de los titulares de los diarios por algo que sucedería el 1º de mayo, y serviría para establecer la reputación que acompañó a Hoover hasta su muerte, y al FBI... al menos hasta que en los años '70 se descorrió el velo sobre sus manipulaciones.
Ese 1º de mayo, según el FBI, Karpis fue rodeado por una nube de agentes de la ley en Nueva Orleáns, y mientras intentaba tomar una escopeta del asiento trasero de su coche, fue detenido por el mismísimo Hoover en persona. Años después se sabría que Hoover apareció sólo cuando Karpis fue reducido, y que el auto en el que el fugitivo guardaba su arma era una cupé Plymouth... que no tiene asiento trasero.
Con la condena de Creepy terminó la era de los grandes gángsters de los años '30 y comenzó la larga estadía en prisión de Karpis. Destinado a Alcatraz en agosto de 1936, pasó varios años trabajando en la panadería y preocupando a las autoridades por sus frecuentes peleas con otros internos. En 1962, al cerrar Alcatraz, fue derivado al penal de la Isla McNeil, donde enseñó a tocar la guitarra a un preso muy tranquilo, que estaba a punto de cumplir su condena por estafa y violación de la libertad condicional: un tal Charles Manson. Liberado en 1969, Karpis decidió volver a su Canadá natal, donde tuvo problemas para sacar su pasaporte: el borrado de huellas digitales que le practicara Moran tres décadas atrás complicó su identificación.
,Al salir en libertad, publicó dos ediciones de sus memorias durante los años '70. En 1973 se fue a vivir a España, donde murió en 1979, víctima, parece chiste, un hombre así de violento) de una sobredosis accidental de pastillas para dormir.
 
ENLACES
* Tras los rastros del bandolero social. Comentario de Hugo Chumbita sobre el libro Bandidos, del historiador Eric Hobsbwam. Clarín, domingo 17 de febrero de 2002.
* Film and Reality: Myth, Stereotype, and Media in the Social Construction of 'Gangsters' (en inglés). Trabajo del Colegio de Criminología y Justicia Criminal de la Universidad del Estado de Florida, EE.UU.
* Historia de la Cárcel de Alcatraz (en inglés)
* Notas sobre casos famosos en el sitio oficial del FBI (en inglés)
 
NOTAS
(1) Término del argot o lunfardo del Río de la Plata. "Choreo. (...) Segunda acepción: práctica habitual del robo". Diccionario Etimológico del Lunfardo, Oscar Conde. Perfil Libros, Buenos Aires, 1998.
(2) Cifras según Auge y Caída de las Grandes Potencias, Paul Kennedy. Plaza & Janés, Barcelona, 1994. Capítulo VI.
(3) "Tienen la idea de que un policía sólo persigue a chicos, y hacen de un canalla como ése un Robin Hood. Cuanto más tiempo esté libre, más héroe será". Parlamento del teniente Candella (Víctor Mature) en la película Cry of the city, de Robert Siodmark, 1948.
(4) Federal Bureau of Investigations ("Oficina Federal de Investigaciones"), organismo dependiente del Departamento de Justicia del gobierno federal. Fundado el 26 de julio de 1908, tomó su nombre actual en 1935. Fue dirigido desde 1924 , hasta su muerte en 1972, por el célebre J. Edgar Hoover. Desde 1932 emitía por los medios masivos un boletín de fugitivos, y en ese año se creó su famoso laboratorio.
(5) La delación no le sirvió de nada porque, pese al testimonio de Purvis en su favor, fue deportada a Rumania en abril de 1936, y allí murió en 1947.