IR A MÁS
En este 2008 se cumplen veinte años de la muerte de Miguel Abuelo (ahora mismo, en marzo) y veinticinco de la edición del crucial "Vasos y besos", el que para mí es el mejor disco de Los Abuelos de la Nada y uno de los mejores de esa década tan generosa en buenos álbumes de rock argentino. De por qué ese disco es tan importante que lo calificamos nada menos que de "crucial", trata esta nota.
"¡(...) Padre de los Piojos y Abuelo de la Nada!"
Leopoldo Marechal, El banquete de Severo Arcángelo, 1965.
EN EL COMIENZO FUE EL ABUELO
En una nota que gira alrededor de un disco, apurar una biografía de Miguel Abuelo en un par de párrafos es una tarea necesaria pero bastante difícil: el personajes es tan grande, hay tantas anécdotas que contar, tanta vida y tanta alegría, que uno duda si no reescribir lo poco que a esta altura está escrito y empezar de nuevo con otro propósito, contando que Miguel se llamaba en realidad Miguel Ángel Peralta, y que su apellido es el de su madre Virginia, y que pasó sus primeros años en un internado... Pero no: mejor recomendar una excelente nota que ya se ocupa de ello, publicada en el Suplemento Radar del diario porteño Página/12 hace un par de años, y seguir con el plan original.
Tampoco voy a rendirme a la tentación de dedicar muchas líneas
ni a la primera y psicodélica encarnación de Los Abuelos de la Nada a
fines de los '60 (en la que tocaron, por ejemplo, Pomo,
o Claudio Gabis, ¡y hasta Pappo!), ni al abortado proyecto
de Miguel con Luis Alberto Spinetta (Huevo),
ni a la larga década que pasó en Europa, en la que grabó un gran disco en París
con
una
producción millonaria ("Miguel
Abuelo Et Nada" - a la izquierda, imagen de la tapa - en 1974) pero casi
siempre vivió sin una moneda en el bolsillo, se
casó, tuvo un hijo, se separó, armó una banda de folklore latinoamericano
en Ibiza con Miguel Cantilo y Kubero
Díaz y hasta estuvo preso por poco más que ser un sudaca indeseado. No:
es imposible que al relato del paso por este mundo de una persona que se inventó
a sí misma tantas veces le alcancen las escasas líneas de esta nota,
las páginas de este sitio y el limitado talento de este narrador. Apuremos el
paso, lector, y digamos entonces comienzos del otoño de 1981, digamos
Aeropuerto Internacional de Ezeiza, digamos que Miguel baja del avión con lo
puesto, dispuesto a armar una banda de rock con otro argentino expatriado al
que conociera en Europa, y que cambiara los mauls y scrums del
rugby en el club Alumni por fumar ganja y tocar el bajo en una banda
de jamaiquinos que hacen reggae en Bristol, Inglaterra, y se llaman los Jah Warriors: hablo de Cachorro
López, hoy exitoso productor de gente como Diego
Torres, Julieta Venegas o... Andrés Calamaro. Ya hablaremos bastante
del Niño Andrés.
Ese otoño del '81 asiste, en Argentina, al progresivo desgaste de los mecanismos del miedo y del aparato de propaganda de la dictadura. Se abren pequeños espacios para el rock, que hasta ese entonces estaba confinado a un gueto, y Miguel nota, para su sorpresa, que hay lugar para una banda como la que tiene en la cabeza. Como el propio Abuelo Peralta afirmaría unos pocos años después: "Los Abuelos de la Nada hacen música popular. Queremos ser bailables, contagiosos. Hacer pensar sin hacerle el coco a nadie. Como dice 'Ir a más': 'Ven cantando, ven bailando / ven jugando / busca la alegría de ir a más'. Es ése el poder de la poesía, que dice todo y no dice nada. En este mundo la vida viene de regalo, no se compra en ningún lado".
La segunda era de Los Abuelos de la Nada arranca con Miguel y Cachorro al comando, y de a poco se van incorporando otros músicos: el baterista Polo Corbella, el guitarrista y cantante Gustavo Bazterrica (ex Reino de Munt y La Máquina de Hacer Pájaros), el saxofonista y cantante Daniel Melingo... y faltaba un tecladista. Miguel primero fracasó con Juan del Barrio, que prefirió seguir con Spinetta en Jade, y luego fue a buscar a su ex compinche de la primera era de Los Abuelos, Pipo Lernoud, y a Alejandro Lerner (¡en serio, Lerner pudo haber sido Abuelo!). Lernoud y Lerner, además de compartir las cuatro primeras letras de su apellido, compartieron la reacción: ambos declinaron amistosamente la oferta, y ambos recomendaron al mismo tecladista, un veinteañero que había tocado en Raíces y que, entonces, tenía un grupo llamado Elmer's Band con su amigo Gringui Herrera y Claudia Puyó, entre otros. Sí, Andrés Calamaro.
Los Abuelos grabaron unos demos ("Matraca", "El cachete caído" de Calamaro, "Guindilla ardiente", "Mundos in-mundos") para comenzar a sonar en las escasas radios que entonces se animaban a difundir rock argentino, y tocaron por primera vez en vivo el viernes 2 de enero de 1982, en un festival organizado por la desaparecida revista Pan Caliente, recordado por siempre por el escándalo que se produjo cuando subió al escenario un par de bailarinas semidesnudas, mientras estaba tocando una banda entonces desconocida: Patricio Rey y Sus Redonditos de Ricota.
SOBRE UN ARCO IRIS NACE TU ESPERANZA YA
La vida está llena
de malos chistes de este tipo: una banda rebosante de vida y de alegría como
Los Abuelos consiguió un contrato de grabación gracias a... una guerra y una
censura absurda. La guerra fue la breve Guerra
de las Malvinas; la censura, la insólita prohibición de la dictadura de
la difusión de música cantada en inglés. Las radios y la TV, que habían vivido
de
espaldas a los artistas de su propio país, de pronto se encontraron con que
¡no tenían música para pasar! Así que comenzó una carrera frenética para contratar
solistas, grupos, bandas, cualquier banda: a Los Abuelos se les simplificó una
pelea que tal vez hubiera llevado su tiempo.
El productor de "Los Abuelos de la Nada" fue Charly García, quien entonces daba sus primeros pasos tras el final de Serú Girán y grababa lo que luego serían "Yendo de la cama al living" y "Pubis angelical". La existencia de muchos compositores en la banda, las buenas voces y (hay que decirlo) una pésima química entre García y Miguel Abuelo (que hacía que el cantante apareciera sólo esporádicamente por el estudio) llevaron a que Los Abuelos adoptaran una de sus características distintivas: la pluralidad de cantantes. Así, Miguel interpretó "En la cama o en el suelo" o "No te enamores nunca de aquel marinero bengalí", pero Bazterrica se hizo cargo del momento reggae de "Tristeza de la ciudad", y Calamaro de sus "Levantando temperatura" y "Sin gamulán", el principal hit de la banda por esos días. El sonido está bastante lejos del paradigma ochentoso que, de a poco, el olvido ha ido construyendo por nosotros: las notas pop y new wave que aporta Calamaro coexisten con aires de jazz rock latino y toques de salsa y funk; todavía, musicalmente, estamos más cerca de "Salir de la melancolía" que de "No me dejan salir", o de Steely Dan que de The Police. Pero no olvidemos que recién es 1982: Virus todavía no es un grupo masivo, Los Twist y Soda Stereo están dando sus primeros pasos, Sumo está momentáneamente disuelto...
Para mayor exaltación del actual rencor de Calamaro, el omnipresente García apadrinó el show presentación del disco en el Teatro Coliseo, puntapié inicial de una exitosa gira nacional que incluiría una actuación en el IV Festival Buenos Aires Rock y otra, junto a Suéter y como teloneros de Charly, en el estadio del club Ferro Carril Oeste, a fines de diciembre (1).
SINTONÍA AMERICANA
El año 1983 arrancó con más actuaciones, un mayor reconocimiento masivo y recitales en el Estadio Obras, incluyendo uno como banda soporte de la presentación de Rubén Blades, en el que adelantaron temas nuevos como "Espía de Dios", "No se desesperen" y "Sor Teresa".
A mediados de ese esperanzado 1983, tan diferente a apenas el año anterior, comenzaron los años '80 en el rock argentino. García grabó en Nueva York "Clics modernos", un disco bailable pero no por ello carente de profundidad conceptual; Virus editó "Agujero interior" ("a la vida hay que hacerle el amor / sin drama, con locura y pasión / jugar con la imaginación / sin tener que pedir perdón"), apareció el desfachatado y divertidísimo "La dicha en movimiento" de Los Twist (banda en la que participaban Melingo y Corbella) y, sí, Los Abuelos grabaron "Vasos y besos" (2): cuatro discos que funcionaron como banda de sonido del verano de 1984, el primer verano en el que valió la pena ser joven en este país.
Y no digo esto solamente por el retorno a la democracia: después de todo, la mojigatería expresada en los represivos edictos policiales o la censura artística apenas se tomó un respiro en 1973, cuando una dictadura previa había resignado el poder tras llamar a elecciones. Lo digo porque el quiebre cultural de 1982-84 le cambió literalmente la cara a la Argentina: hasta entonces, toda la revolucionaria liberalización de las costumbres que había caracterizado a Europa Occidental y América del Norte desde mediados de los '60 había quedado, en el mejor de los casos, circunscripta a pequeñas minorías escondidas. Los chicos de hoy se horrorizarán o no lo podrán entender, pero lo cierto es que, hasta esos años, era imposible subirse a un tren o un colectivo en bermudas y musculosa, y andar así por la calle excitaba la curiosidad de los inquietos agentes policiales. Estaba mal visto hablar libremente de sexo o besarse en la calle; estaba mal visto asistir a la escuela o la universidad llevando el cabello demasiado largo (varones) o la pollera demasiado corta (mujeres); se podía terminar pasando una noche en una celda por algo tan inocente como ir a ver un concierto de rock; las películas sólo se podían exhibir si se cortaban las escenas de erotismo; la homosexualidad era todavía una degeneración o un pecado; defender el consumo privado de marihuana era tan escandaloso como aprobar el canibalismo; en el pequeño mundo del rock ¡estaba mal visto bailar! ¡Si hasta la policía de Buenos Aires había llegado (en los tan "liberales" años '60) a allanar hoteles alojamiento! La cultura represiva estaba tan extendida que no hacía falta que hubiera miembros de las fuerzas de seguridad o sacerdotes retrógrados para imponerla: cualquier pequeño dictador de barrio se sentía a sus anchas en ese ambiente, fuese portero de edificio, profesor universitario, vecino de indignación fácil, conductor de taxi o de colectivos, preceptor de escuela secundaria, simple padre o madre. Todo eso se acabó casi de golpe.
Vaya todo esto para entender el cambio cultural del que participó "Vasos y besos". Como acertadamente dijera el propio Abuelo: "Este país ha sido pisoteado, negado, marginado. Los jóvenes heredan la sensación permanente de ser culpables de algo. Pero yo estoy vivo y dispuesto a vivir. Por esa energía de vida es que abrimos un campo musical de alegría" (fuente aquí). Por ideas como éstas digo que fue un disco crucial: fue un disco definitivamente liberador, que ayudó a abrir cabezas, a darnos alegría de vivir a los que salíamos de una pesadilla demasiado larga... y además tenía once muy buenas canciones.
Producido por Cachorro y Andrés, "Vasos..." es más pop y bailable que su predecesor, sin que ello implique abandonar las raíces latinas o resignar algunos toques de jazz rock. Calamaro habrá aportado los hits de "Así es el calor" y "Mil horas", y habrá ayudado a consolidar a Los Abuelos de la Nada como la banda seguida por las chicas más lindas (al estilo de lo que hoy es Babasónicos), pero al que hay que escuchar, en este disco, es a Miguel (quien, a partir de entonces, compondrá siempre en dupla con Cachorro). Más abajo transcribimos algunos de los mejores ejemplos de su poesía, y creemos que queda bastante claro por qué...
El disco arranca por todo lo alto con "No
se desesperen", con una magnífica letra de Abuelo, un
muy buen trabajo de guitarras de Bazterrica y (repito otra vez) un sonido al
que habitualmente no asociamos con el neologismo "ochentoso": sus deliciosos
aires latinos, hoy, incluso nos remiten a Los
Fabulosos Cadillacs de los '90. Sigue un rockito calamaresco travestido
de pop ("Así es el calor",
nunca superado como hit veraniego) y una calma declaración de Miguel al borde
del reggae, "Yo soy tu
bandera". Luego sigue "Sintonía
americana" y
su
letra de un inspirado erotismo ( "Americana, muestra las piernas mi sol / latina
y sana, yo quiero pasar por vos", para luego rematar "ven a sintonizar, te quiero
en éxtasis total / te tenés que animar / es tiempo de cambiar / mi amor, afloja
/ y si querés bailar / tendrás que practicar / mi amor aflora / tómame"). El
lado A (todavía estamos en la era del vinilo y el casete, muchachos) termina
con una canción inclasificable, "Espía
de Dios", con otra hermosa letra de Abuelo (y los maravillosos
versos "solamente se arrastra quien / no tiene alas ni pies")
y un rock con toques latinos de Bazterrica, "Cucarachón
de tribunal", una pulla que adquiere otro matiz cuando uno pone en perspectiva los
posteriores problemas judiciales del Vasco por posesión de drogas...
El lado B abre con el funk desatado de "Vamos al ruedo" y.. sí, "Mil horas" (tema, creemos, cuya contraproducente reiteración radial a lo largo de las décadas le ha producido un desgaste sólo comparable al de "Seminare"). Enseguida, Miguel Abuelo se compadece, en "Hermana Teresa", del gris espíritu de la época que comienza a quedar atrás en ese 1983 ("porque nunca la vi reír / nunca intentó trepar / porque nunca fue a un recital / porque el riesgo la hace temblar / marchitó, Sor Teresa / la que todo lo pudo ser", o "porque nunca mordió una piel / ¡a no ser - claro... - la de durazno…! / porque sabe perdió su tren / y no aprendió a correr").
Los dos últimos temas son "Chala-man", primer reggae fumón del rock argentino (3), cantado por su autor Daniel Melingo, y otra joya inclasificable, uno de los primeros temas de la banda y musicalmente el más cercano al jazz rock de todo el disco, el belllísimo "Mundos in-mundos", cuya letra se transcribe abajo. Originalmente, el disco incluía una canción adicional, la "Vasos y besos" que da nombre al disco y que terminaría apareciendo en la siguiente placa de la banda, y que no fue incluida por problemas de capacidad del vinilo (recuerden otra vez que estamos antes de la era del CD, muchachos...). Igualmente, la letra aparece transcripta, como si fuera un poema.
Los Abuelos cerraron el año, el 30 de diciembre, con un gran show en el estadio de Vélez, bajo el lema "Descorchando el '84 con Vasos y Besos", y dando el salto definitivo a la popularidad durante el citado verano de 1984. A ello seguiría la partida de Daniel Melingo para dedicarse de lleno a Los Twist y su remplazo por Alfredo Desiata, un tercer disco como "Himno de mi corazón" (ahora sí muy ochentoso y con muchos hits pero... un escalón abajo), la ida de Bazterrica y su remplazo por Gringui Herrera, y una personalisima y deliciosa obra solista de Miguel, "Buen día, día". Al año siguiente se produjo el ingreso de (ahora si) Juan del Barrio y el regreso de Melingo para los shows y el disco en vivo del Teatro Ópera, y luego vino una monumental discusión entre Miguel y Andrés, a causa de la voluntad de este último de que Los Abuelos pararan un tiempo, para poder dedicarse a su incipiente carrera solista. Ése fue el fin, porque Cachorro se fue a tocar con otro Miguel, Miguel Mateos (!) y el Abuelo Peralta, tras algunos pocos shows en pequeños boliches junto a otro Miguel más (en este caso Cantilo), comenzó a presentarse como Miguel Abuelo En Banda junto a su sobrino Chocolate Fogo en bajo, el fiel Polo Corbella en batería, del Barrio en teclados y Kubero Díaz en guitarra. El disco que grabara en 1986, "Cosas mías", iba a salir como disco solista, pero por presión de la compañía discográfica apareció nuevamente firmado por Los Abuelos de la Nada.
Nada fue igual después que, parafraseando lo que cantara Prince sobre Michel Foucault, a un hombre delgado lo afectara una gran enfermedad con un nombre pequeño. El cuerpo de Miguel Abuelo dijo basta el 26 de marzo de 1988, día de mi cumpleaños, va a hacer veinte años. Si no se tratara de una nota sobre un tipo que le sacó todo el jugo a la vida hasta al último segundo, uno podría terminar esta nota con algo así como "qué mierda la vida", o "qué caro se cobra la vida el atrevimiento de aquellos que están dispuestos a disfrutar la existencia como si fuera un regalo maravilloso". Pero Miguel no se merece un final así, y después de todo, él ya lo sabía.
Se acercan tiempos difíciles. Amar es urgente.
No se desesperen
La tristeza no camina
La alegría todo el día
Sobre un arco iris nace tu esperanza ya
No tengas dudas, pronto brillarás
Criticas injustas ("juventud sin unidad")
es todo un verso, lLo demostrarás
Tira las palabras finas que no sirven más
guarda las sabias, son las de verdad
No se desesperen, locos, si algo sale mal
No se detengan, hay que ir a más
No, no se desesperen, locos, si algo sale mal
No se detengan.
La energía, nuestra vida
Que reservas ¡Porquerías!
Brillará tu alma alejándose del mal
cuando te ocupes de la humanidad
Demostrarás que tu amor es grande y de verdad
cuando abandones la mediocridad
Un rey verdadero sabio y justo erigirás
si tu energía no tira para atrás
No se desesperen, locos, todo va a andar bien
Ninguna bala parará este tren
No, no se desesperen, locos, todo va a andar bien
ninguna bala parará este tren.
Espía
de Dios
Por el ojo del bien espía el mal
por el ojo del mal espía el bien
En la astucia del ladrón,
veo necesidad,
en el matiz del llanto va
toda felicidad.
Ciego vas como una lámpara de nadie
Tonto es tu pequeño ser de dualidad
Devuélvele a la gente lo que de la tierra es.
Solamente se arrastra quien no tiene alas ni pies.
Mundos in-mundos
Plantas, estrellas.
Bóveda sideral, tan astral.
Tiempos remotos, aquí y ahora.
Cruceros galácticos... amigos.
Cae el rocío a besar la tierra.
La mujer se encanta,
el hombre se alegra.
Bailen.
Salten.
Piensen.
Quién es quién.
Toquen.
Sed felices.
Hay invisibles vidas iguales.
Hay otros mundos de luz diferente.
Como tú quieras ser de seres
Y un insecto hay.
La noche inmensa.
Mañana y fantasía.
Guerrero sé dichoso.
Artista valeroso.
Mujer sé soberana.
Amigo sé mi hermano.
Un hilo de la vida
dice a los que la vemos
que no hay malo ni bueno
si uno se pone a salvo.
Se acercan tiempos difíciles.
Amar es urgente.
NOTAS
(1) Calamaro, Cachorro y Bazterrica, además, formaron parte de la banda de García entre fines de 1982 y comienzos de 1983. ¡Y en esa época, y por más que a Miguel le diera mucha bronca, eso te encantaba, Andrés, reconocelo! (Ver más abajo).
(2) Estos son los álbumes más representativos de lo que podríamos llamar "el espíritu de la época". En 1983 también se editaron otros discos muy buenos, como "Bajo Belgrano" (Spinetta Jade), "Mondo di cromo" (Spinetta solista), "Baglietto" (Juan Carlos Baglietto, el último en el que el rosarino contó a su lado con Fito Páez), y hasta "Siempre estaré" (David Lebón) tiene unos cuantos buenos momentos.
(3) Que yo recuerde, el primer reggae grabado por un artista del rock argentino es la versión de "Vasudeva" que aparece en el primer disco solista de Gustavo Santaolalla, que es de 1981; el segundo es el ya citado "Tristeza de la ciudad". "Chala-man" debe ser el tercero, junto a los temas que Sumo grabara para su casetito independiente "Corpiños en la madrugada". [Actulización del 08/07/09: hay una banda que se les adelantó tanto a Santaolalla como a Los Abuelos. Es Punch, el grupo new wave de un Miguel Cantilo vuelto de España en 1980. En el primer disco de Punch, "Adondequiera que voy", precisamente de ¡1980! hay un reggae latinoso ("Atención al camino") y un ska ("La serpiente otra vez"). Como los discos de Punch son desgraciadamente inhallables (el que los escuche se va a llevar una grata sorpresa) les paso aquí el vínculo a una página desde la cual se los pueden bajar en formato mp3. Algunos (pocos) temas tienen feos bajones de audio, pero sirve como acercamiento a un artista que conviene conocer.]
VÍNCULOS
* Completo especial de Rock.com.ar
* Sitio de la Fundación Miguel Abuelo.
* Sitio Tributo a Miguel Abuelo.
* "El paladín de la libertad", biografia de Miguel Abuelo por Juanjo Carmona, que se puede comprar aquí.
* "Enterrando la mariposa". Nota a un Miguel Abuelo recién regresado en la revista Pelo, 1981,
* "Un día en la vida de: El coqueto aerodinámico rrokamrol color caramelo de Rom". Una muy buena pintura de la primavera de 1982, el cambio que se empezaba a vivir en el país, Charly, Los Abuelos, Charly y Los Abuelos, en esta nota de Claudio Kleiman a Charly García aparecida en el Expreso Imaginario No. 76. Imperdible la parte en que Kleiman, García y Andrés Calamaro charlan con un taxista... Y testimonio de la época en que esos dos grandes se llevaban bárbaro.
* "Son cosas mías", Santiago Rial Ungaro, Suplemento Radar de Página/12, 16 de abril de 2006.