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Cine Braille

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Todos estos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia

A VEINTICINCO AÑOS DE MIAMI, DE BABASÓNICOS

En 1999 se descascaraba en tiempo presente el porvenir que en 2024 nos promete un evangelio apócrifo: porque el futuro llegó hace rato. Y el 23 de abril de 1999, va a hacer veinticinco años, Sony Music editó Miami, quinto álbum de Babasónicos. Los últimos sobrevivientes del "nuevo rock argentino" de comienzos de la década eligieron, en esta placa, empezar a dejar atrás los muy variados barroquismos de su obra anterior, en una apuesta que acabaría por tomar forma recién un par de discos después, con el popularísimo Infame.

 

Considerar a Miami solamente como un epitafio del sueño dolarizado, frívolo y fundamentalmente inauténtico de la década menemista es impropio. Toda obra de una banda como Babasónicos es poliédrica, tiene diferentes facetas, y reducirla sólo a un dardo sociopolítico es no entender su idea del arte musical. Sí podemos decir que la obra funciona como comentario creativo de la marcha en declive del país bajo la enloquecida brújula de aquellos años, que parecía apuntar a Miami mientras nos acercaba a Ciudad del Este. (1).
En Miami hay una crítica a "un proceso social donde todos los valores fueron tergiversados", como definiera Adrián Dárgelos a aquel tiempo, y es una crítica formulada empleando un lenguaje artístico propio de los años setenta. Pero ese lenguaje no es el de las muchedumbres politizadas que proclamaban dar la vida por Perón o la revolución socialista: es el de otros setenta, el de las películas de Sandro o Isabel Sarli, o de las telenovelas de Alberto Migré, o de las historietas de Isidoro Cañones, o de las AM que sonaban en las peluquerías o los talleres mecánicos de los suburbios de Buenos Aires o los pueblos de provincia. La realidad vista a través de la distorsión intelectual de una banda que sería de Lanús pero escuchaba a los Happy Mondays o Nicola Di Bari en vez de los Ramones y los Rolling Stones, como parecían hacer todos en aquella época.
En el principio es la sensacional tapa de Alejandro Ros para el CD: porque en 1999 ya no se fabricaban discos en vinilo / todavía no se fabricaban discos en vinilo (de nuevo). Ese mapa argentino desplazado para que Misiones pareciera Florida: nuestra Florida, pero con una estética que es menos Miami Vice que Éxtasis tropical. Miami, la puerta de entrada a Estados Unidos para los latinoamericanos, la ciudad del supuesto lugar de rodaje del programa humorístico Todo por dos pesos que no por nada debutó en ese año 1999, la ciudad ícono pop sobre la que U2 había posado una suave mirada irónica un par de años antes en su álbum Pop. (Babasónicos fue uno de los teloneros de U2 cuando los irlandeses presentaron el álbum en Buenos Aires). Pero tal vez no haya tanta diferencia entre Miami y Ciudad del Este, dos "pesadillas con aire acondicionado" como diría Henry Miller: sólo el brillo que compra el dinero. Una misma Patria Shopping atiborrada de gente con "grasa en la piel" que "no se entera ni que el mundo da vueltas", como cantara un porteño célebre que terminaría viviendo enfrente de un shopping: la grasa de las capitales no se banca más.
Por cierto, no sé si notaron que además, en una mirada rápida, de soslayo, la Argentina desplazada parece un puño cerrado con el pulgar hacia abajo.
Miami abre con el barullo electrónico sincopado con que comienza 4 AM antes de dar lugar a la batería y a la voz de Dárgelos, que canta sobre una gran melodía la historia que cada generación rockera reescribe, a su particular modo, desde She's leaving home de los Beatles: la chica que abandona su casa materna para irse con su novio, como en Laura va, como en Voy a dejar esta casa papá, como en Afuera de la ciudad, como en Resfriada. Como en alguna telenovela de Migré. La letra abunda en aciertos. Comienza pintando la situación con precisión poética: "te despertaste con la extraña sensación / de que ya no pertenecías / a la decó de adolescente habitación / y a los fantasmas de otras vidas. / Esa no es tu casa, ese ya no es tu lugar". Hay detalles circunstanciales logradísimos: "hiciste el bolso y te pusiste el pantalón / aquel que más mujer te hacía". El "no sabías dónde ibas. / Con la certeza y la humedad en tu corazón / que un paso atrás ya no darías". La referencia a encontrarse en "Plaza Constitución", que en el contexto del álbum tiene más sentido que una esquina de un barrio acomodado.
El segundo tema es el hit: Desfachatados, al que resulta ya imposible concebir sin su genial video. Una especie de corrupción electrónica del tema principal de un spaghetti western de cine de barrio de los setenta con acentos mexicanos: un electro - chilaquile western (?) con el maravilloso detalle de producción del ritmo convirtiéndose al final del tema en el galope de caballos. Quien quiera ver en los desfachatados de la canción una referencia política al elenco gobernante en ese entonces puede hacerlo, a su cuenta y riesgo: como sentenciara para siempre Oscar Wilde, es al espectador, y no a la vida, a quien refleja el arte.
El tercer tema es un bolero maravilloso, El Ringo, una instantánea de un final feliz de una historia de amor de Migré o de un tema de Aldo y Los Pasteles Verdes, una referencia que, hasta Babasónicos, hubiera causado un ACV en un rockero, y que hoy probablemente lo siga causando. Los nombres de los personajes son todo: Sandra es bien común, además del guiño de ser la versión femenina de Sandro. Y Ringo, en el contexto de Miami, no remite a un artista anglosajón de renombre mundial sino a nuestro desmesurado Ringo Bonavena, el hincha de Huracán que almorzaba los domingos los ravioles de su madre y que, desde Parque Patricios, se le plantó nada menos que a Muhammad Alí. Que no pase desapercibido que es un bolero, un género que hemos despreciado imperdonablemente, por pasatista, por grasa: Babasónicos construye su estética precisamente a partir de géneros de los que nos solíamos reír.
Hay otros dos boleros sensacionales en Miami, como para que quede claro que es un rescate deliberado. Uno es Drag dealer, juego de palabras de precisión quirúrgica de una banda que hizo un culto de su ejecución, aunque aquí hay una producción psicodélica que nos pone a un posmodernismo de distancia del Trío Los Panchos o María Martha Serra Lima. El título determina la interpretación de la letra: "todo está en crisis" y se rompe en llanto porque "la adolescencia / trae turbulencia / perdió inocencia", porque "este amor / no tiene solución / lo hecho hecho está y no vuelve atrás". Al "clavadista" que "se fue de pista" sólo le queda "estafar" a "los turistas" y andar "en la transa", mentir "en la balanza" y buscar "una zanja / donde volcar". Es la casi contemporánea La murga de la virgencita del credo ricotero pero en clave transexual: una pintura de los perdedores del juego en marcha.
El otro gran bolero es Grand Prix, cuya letra traza un paralelo entre los ases del volante y los ases del amor, del todo evidente para los fierreros, y que sólo podría sorprender a los porteños o, en todo caso, a los porteños si consideramos a Buenos Aires de Avenida Santa Fe hacia el norte como sinécdoque de toda la ciudad. ¡En pueblos tuercas como Arrecifes o Balcarce mirá si va a sorprender el paralelismo! Cierto, el presidente de entonces, Carlos Menem, se anotaba porotos para ser registrado en ambos sentidos pero, otra vez ¿eso está en la canción o en la mente de quien la escucha? ¿Y cuál es la diferencia?
El súmum, otra canción que tiene su video, es un furioso rock intervenido astutamente por la música electrónica. Su título no da más de, sí, grasa, la versión argenta de cheesy. Autos y chicas, el Valhalla fierrero de alguien que "sueña clandestino ser galán de teleteatro": "piel dorada brilla transpirada, / del taller, excitados, van directo a la picada". Sabelo, Moncho VIP (!), sabelo, pretensión primermundista, "todos en el mundo somos grasas, / no hago distinción de sexo y raza, / sólo que unos lo disfrutan y otros no pueden evitarlo". Y en esos versos la flecha se revierte hacia el arquero: la burla al menemismo por grasa ¿desde qué pedestal se formulaba? ¿Desde una clase media de país periférico que se beneficiaba de las políticas del menemismo pero se creía distinguida porque soñaba con París en vez de Miami?
Hay una secuencia del álbum en que la banda lleva la idea genial de asimilar el Estado de Florida a nuestra Misiones un paso más lejos de la sátira. Se toma en serio la trasposición geográfica: la Miami del álbum adquiere un aire litoraleño, como contaminada por el Acuífero Guaraní (?). Es el segmento que arranca con la balada de sintetizadores La roncha, título por demás sugestivo, un homenaje al cine de Isabel Sarli y Armando Bó y en particular a sus películas ambientadas en el Paraguay o en nuestro Litoral, citando desde El trueno entre las hojas a La diosa impura y Fiebre. Y cierra con Paraguayana, una traslación a la geografía fantástica del álbum del nombre de la ciudad brasileña de Uruguaiana, otro famoso paraíso del consumismo argentino pero en su versión abaratada. Paraguayana es un tema entre hip hop y funky, un recreo para DJ Peggyn, cuya letra invoca expresamente a Armando Bó y cita clubes nocturnos como en una historieta de Isidoro Cañones: "oráculo boite, Pinar, Mau Mau, Regine's, Saint Tropez". Casi a la pasada hay una afirmación doctrinaria muy fuerte: "hoy que el rock no está de moda / ¿qué playback hacés ahora?"
Sigue Valle de Valium, otro título extraordinario para una muy linda balada de guitarra, apta para fogones si el ejecutante sabe arpegiar un poco, además de rasguear. Hay versos maravillosos: "belleza pálida, no sos igual a las demás / Perla rosada, frágil caparazón / déjame acariciar tu femenina vanidad / y abandonemos la vacilación". "Valle de Valium" es de esas expresiones cuya potencia poética no conviene explicar demasiado, a riesgo de abaratarlas si no se hace muy bien. No correremos ese albur aquí.
Casi a la mitad de la placa hay un descanso instrumental, Bardo de estrella, un trip hop que suena de a ratos a música de filme de acción clase B de los años setenta, mejor logrado que el posterior Colgado. Tras Bardo de estrella emerge el otro hit apoyado en un gran video de estética entre camp y película de Porcel y Olmedo, El playboy, que secuestra el imaginario del jet set, bien Revista Gente y la Actualidad, y lo libera en el barrio, entre carniceros y verduleros que escuchan a Sandro: Philippe Junot, Isidoro Cañones, háganse amigos del Tano y el Turco, que van a bailar el sábado a la noche en el camioncito con que hacen el reparto en la semana. Lo verdaderamente importante es la actitud, parece afirmar una banda para la que esa frase parece su divisa o lema.
Si quieren verlo como una sátira de los devaneos de Menem, tienen en su apoyo versos como "cómplice de todo", o "no lo sigas", que parece una ironía dirigida a su lema de campaña de 1989, "síganme". Por cierto, en Pop de U2, otro disco con una mirada irónica del consumismo imperante, hay un midtempo que se llama The Playboy Mansion, una referencia a la famosa revista que Babasónicos no se perderá para la tapa del simple. Otra capa de sentido se la debemos al tiempo, ya que hablamos de Playboy: el "nunca acepta un no" del galán hoy adquirió un interés antropológico, un testimonio de una época con una idea social de masculinidad que todavía no estaba en crisis. Ni siquiera en el rock. O especialmente en el rock.
Después Miami propone otra balada de guitarra, Gustavo show. El narrador en primera persona cuenta una situación de crisis de pareja volcando en la mujer la responsabilidad: "estás de vuelta / sos la tormenta", "tu clima inestable me acosa", "no especules con mis sentimientos / nena, manejadora, / come cabeza, / arma mortal, / lengua afilada". El narrador confiesa, todo un tema para un varón en el magma cultural de este disco, "te temo y me escondo". El detalle de que "la chusma del barrio / nos mira pelear / Hacemos talk show / nuestra intimidad" nos sitúa en la TV sensacionalista de la época y de todas las épocas desde entonces: las peleas amorosas de una farándula de tercera categoría llegando casa por casa. Ya que aplicamos al álbum la lupa política, no sé si cabe pasar por alto el recuerdo de una pelea conyugal inolvidable de la época: la del propio presidente con Zulema Yoma, que terminó con la primera dama desalojada de la residencia presidencial de Olivos.
Babasónicos, que repito nació en Lanús, no en Recoleta, puede exhibir Combustible como ejemplo de una canción referida a un ladrón de casas. Es un rockito a propulsión electrónica en el que en el personaje de la canción no hay solamente un modo de vida delictivo, sino un amor a la noche y al riesgo que apenas esconde que, detrás de esa máscara ficcional, está una banda de rock que ama el pulso vital de la nocturnidad: "quemo el dinero" porque "ando buscando la alegría que me falta". Sí, "todo es combustible para mí, / otra noche más, / necesito gas para seguir".
Charada tiene un falso comienzo electrónico, para enseguida derivar a balada a lo Burt Bacharach pero deforme. La protagonista es una mujer fatal, alguien que "con sólo un beso te puede matar", de "trabajo fino y con silenciador", y su amante es del mismo calibre: "nena te amo tanto, tanto, tanto, / que podría matarte ahora mismo / atarte a la cama, con tus propias medias de nylon". Casi una de las últimas películas de John Huston, El honor de los Prizzi, con Jack Nicholson y Kathleen Turner.
Tras el ya mencionado instrumental Colgado llega Mal viaje, otra balada pasada por la procesadora de la música bailable electrónica de los noventa. Queda en el oyente entenderla como una resaca de una noche drogona o pasada de alcohol, o de un mal amor, o de la eliminación de la selección argentina de la Copa Mundial de fútbol de 1998 (?) o de una época de la nación en que la experiencia vital se vio recortada hasta hacerla calzar (mal) en el burdo plano de si tenés guita o no. "Lo anterior fue sólo un mal viaje / lo que ayer viví, hoy trato de olvidar".
Notamos hasta acá muchas pistas de tempos tranquilos, una cuestión que no se le pasó por alto a la banda. Dárgelos recordaba así Miami en la época de Jessico, el álbum posterior: "muchos temas más atmosféricos y más lentos. Había como diez temas que me aburrían en vivo, entonces tratamos de hacer un disco que me divirtiera más para tocar".
El álbum entra a salir con El shopping, un momento de rock más pesado que el resto de la placa. Es la letra más cargada de sarcasmo hacia la frivolización y la mercantilización ilimitada de la vida que imperaba en aquellos (estos) años. Hay algunos sobretonos casi de teoría conspirativa: "mentes maestras nos tienen atontados / dicen: 'entrá que está climatizado', / y esto aparenta ser normal, transcultural, / es nuestro plan globalizado, / siento que pocos controlan las recetas". Esos terceros innominados que rigen el orden de cosas presente "creen tenerme bajo control también", mientras el narrador se pregunta "¿qué es lo normal cerca de estar en el fin de la historia?". La canción deriva en la revelación de una crisis existencial, hasta aquí escondida debajo de la sacralización social del consumismo, cuando no directamente repudiada por ella: "tantas preguntas y una sola respuesta, / soy un insecto de la naturaleza, / ¿Dónde estaré? / ¿Cómo llegué hasta aquí?".
Para el cierre de Miami, Babasónicos dejó Casualidad, una balada electro. Dárgelos parece hacer una declaración de principios: "me dejo ir con libertad / y en simultáneo estoy disfrutando de esto, / dejándome llevar". Parece ser la historia de un amor casual: "casualidad habernos encontrado, / hagamos de casualidad. / Sé que es bueno para mí", con este verso repetido casi como un mantra. Al regreso del estribillo la letra se sumerge en aguas profundas, y ya no es unívoca la interpretación de la letra como historia amorosa, porque Dárgelos bien podría estar exponiendo la doctrina artística de la banda, hecha de mutaciones y máscaras que revelan en vez de ocultar: "sinceridad ¿adónde vas? / No significa nada, / sentir, pensar y actuar en un mismo lugar. / Déjate ir, deja fluir, / acaricia el relax, / flota corriente abajo, / que el río sale al mar".
Por razones de tiempo no entró en el disco Promotora, un tema que sería editado al año siguiente en la compilación de lados B Groncho. La letra de este midtempo electrónico hubiera sido la más directa de Miami: una historia de los rebusques del argentino corrido por la crisis del final de los años noventa, saltando de la rotisería a la cancha de fútbol cinco y la remisería sin cambiar de suerte. Esta estrofa es casi una crónica: "aquella industria nacional / pasó a edificio abandonado. / Sirvió como estacionamiento, / hoy es el shopping del momento. / La gloria del cine de barrio / terminó evangelizado. / Si como templo, estafa lista, / hoy es bingo menemista". La protagonista aparece en el estribillo, una chica joven con otro rebusque que se acaba bien rápido, apenas la juventud se empieza a ir: "¿qué va a hacer mañana de ti, / promotora?".
Miami fue presentado en Cemento el 17 de julio de 1999 ante... 900 personas, con una escenografía de helechos y sillones de mimbre diseñada por DJ Peggyn. La masividad de Babasónicos todavía estaba lejana en el futuro, después de la ida de DJ Peggyn, después de que Sony les devolviera el contrato, después del derrumbe económico y social del 2001. Derrumbe que, tal vez, abrió una burbuja de tiempo en suspensión que nos permitiera hacernos llegar mejor preparados a la ejecución, en 2023, de las promesas dolarizadoras y privatizadoras que hacía Carlos Menem en la campaña electoral de 2003: un argumento para una novela de Philip Dick que sí que nadie vio venir.
Pero esa es otra historia.
 
NOTAS
(1) El Indio Solari había descripto en 1998 a la Finisterre del álbum Último bondi a Finisterre de Patricio Rey y Sus Redonditos de Ricota como “una suerte de Ciudad del Este del futuro, donde podría ocurrir la Blade Runner del subdesarrollo”. (Fuente aquí).