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Cine Braille

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Todos estos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia

DESVENTAJAS DE COGERSE COMPAÑERAS DE TRABAJO

Con ustedes, una descarnada nota - servicio, que no esconderá su condición de autobiográfica en más de una línea, acerca de los peligros de involucrarse sexualmente con compañeras de labor. Advertimos al lector de la escabrosidad del lenguaje y de las situaciones que aquí se tratarán, por lo cual se recomienda leer este texto con guantes de látex del tipo que se prefiera, ya sean texturados, ultrafinos o incluso saborizados. Asimismo, se informa que, a los efectos de la legislación de ciertos estados entre los cuales se encuentran la Ciudad del Vaticano y Arabia Saudita, los eventuales y acaso inexistentes lectores de este informe que residan en dichos territorios y tengan menos de 86 años de edad deberán hacerse acompañar de sus padres, tutores o encargados si desean continuar con la lectura.

 

Antes de comenzar, una advertencia que corteja la obviedad y se hace una sola carne con ella: no leerán aquí una lista de las ventajas de la actividad sexual con personas con las cuales uno comparte el trabajo, como para equilibrar los tantos. La razón es que no hay tales ventajas: los únicos aspectos positivos de coger con compañeras de trabajo son los propios del acto de coger en sí, los que a esta altura del siglo nada menos que XXI creo innecesario detallar.
Podrían argumentarme que una oficina, un taller de confección o un local de ventas en el cual haya compañía femenina es un lugar con más oportunidades de establecer una relación basada en la satisfacción sexual más o menos mutua, lo cual es cierto. Pero también puede decirse eso de un local bailable o del transporte público, que ofrecen oportunidades similares a las del trabajo pero no comparten las desventajas. Y además están las redes sociales, que son una especie de escaparate en que se exponen no ya unas decenas, sino millones de hombres y mujeres con un a veces tácito cartelito de "¿en verdad no soy digno de amor?". Tema éste, el de las redes sociales y el sexo, que podría ser objeto de otra nota en esta misma página, apenas cuente con dos o tres experiencias más como para ampliar la base estadística de análisis, para lo cual, amiga, puedes presentar tu solicitud de participación, acompañada de datos filiatorios y archivos de imágenes, enviando tu mensaje de correo electrónico mediante el vínculo que se indica al pie o mandando un DM de Twitter a la cuenta de este program... digo portal.
Superadas ya las fatigosas instancias introductorias de rigor, y aclarado a las amigas lectoras que el nivel de machismo de este texto es de 59 puntos en la Escala de Sofovich, pasemos ya a los dolorosos hechos de una vez.
¿Qué pasa si todo sale bien con Ella, pero también te gustan sus amigas, que también son compañeras de trabajo? Como notará el lector perspicaz que no haya hecho lo que haría un lector perspicaz, que es abandonar este artículo sin leerlo, el problema aquí es la dificultad para repetir un error en un mismo ámbito. El flirteo con una tercera, o cuarta llegado el caso, puede verse complicado por la presencia casi constante de la que hemos hecho nuestra amante, o al menos nuestra novia. A ello sumemos la notable dificultad de presentar una solicitud exitosa de encuentro sexual a una de sus amigas y compañeras, hazaña que requiere la capacidad de detectar, de entre todas las amigas y compañeras, a aquella cuya escasez de escrúpulos amatorios nos garantice al menos no recibir una cachetada frente a veinte personas. Ya fuera de ella como de nuestra inminente ex novia.
¿Qué pasa si todo sale mal y estás obligado a trabajar codo a codo con la que ahora es tu ex? Ya recibimos dos cachetadas en la situación anterior, o simplemente la pareja no funcionó. A partir de ahora, muchacho, conocerás lo que es entrar a un mundo de dolor, como dijera inmortalmente John Goodman en el papel de Walter Sobchak en El Gran Lebowski. A los salarios indignos, los horarios sobreextendidos, las tareas aburridas, los jefes tiránicos, los clientes y proveedores quejosos o las órdenes absurdas se le sumará una nueva pesadilla. Tareas simples que alguna vez fueron rutinarias y que luego te facilitaron el contacto con Ella, la que ahora, por tu torpeza, es tu ex, comenzarán a convertirse en un problema, como ir a pedirle que te preste su abrochadora y escuchar risitas ahogadas de quienes se divierten con el burdo doble sentido de la escena. Eso si la sacás barata: porque también puede ser que rotundas negaciones de lo evidente, pretextos infantiles, burlas destempladas, recriminaciones a voz en cuello, llantos estentóreos, ruidosos desplantes, comiencen a hacer que tus jornadas laborales se vuelvan muy interesantes, en el sentido de la vieja y conocida maldición china.
¿Qué pasa si todo sale mal y Ella se dedica prolijamente a flirtear con cualquiera en tu presencia? Llegamos a un punto débil habitualmente negado por los hombres: tras el fin de la relación, se debiera éste al motivo que fuere, llega el momento de que Ella continúe con su vida sexual... y el próximo en la fila es, oh sorpresa, un compañero de trabajo. Tal vez, justamente, ese recién llegado que odiás porque es mejor y más joven que vos, y por ende puede quedarse con tu puesto... y has cometido la imprudencia imperdonable de comentarle esto mismo a tu ex. ¿Serás capaz de dominar los celos cuando el motivo de ellos está ocho horas por día delante de tu vista, pequeño saltamontes? Muy probablemente tu autoestima será pasto de las fieras, por no decir de los psicólogos, que es aún peor.
¿Qué pasa si todo sale mal y resulta que te habías enganchado a una hierveconejos? Casi sería una buena noticia que Ella cuente en el lugar de trabajo intimidades deplorables de la vida en común, como por ejemplo experiencias sexuales fallidas, hayan sido reales o pérfidamente inventadas. Porque aún hay algo peor: tal vez Ella es una psicópata que hará todo lo posible por convertir tu vida en un infierno. Tal vez incluso hervirte el conejo de la familia, como en Atracción fatal. Y si no tenés conejo, preocupate el doble: vaya a saber qué se le ocurre hervirte.
¿Qué pasa si todo sale bien, y terminás compartiendo no sólo el lugar de trabajo sino también el hogar? Indudablemente, el destino más cruel. Décadas de compartir lecho, desayuno, transporte, ocho horas de trabajo, transporte, hogar, cena y lecho de nuevo con la misma persona, cinco o seis días a la semana salvo feriados, fines de semana y vacaciones. Y en los feriados, fines de semana y vacaciones no es que no te ves más: no, te ves el mismo tiempo, sólo que fuera del ámbito laboral. He aquí la justificación última de ritos sociales como tomar el té con amigas, ir de compras al centro comercial, armar un picadito seguido de picadita o asado, ir a la cancha en forma sacrosanta domingo tras domingo, inscribirse en talleres literarios o anotarse en cursos de idioma lituano o repostería diaguita: porque a la pareja moderna se la sostiene manteniéndose cada cual por su lado la mayor parte del tiempo.