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Cine Braille

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Todos estos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia

AVENUE 5

Serie norteamericana emitida por la cadena HBO Olé a partir de enero de 2020, una temporada de 9 episodios. Ideada por Armando Iannucci. [Nota del 24/10/22: en este año se emite la segunda temporada, de ocho episodios, y cuyas principales innovaciones son una serie dentro de la serie, que dramatiza casi en tiempo real las desventuras de los viajeros aunque con todos los tics del showbiz, una amenaza de destrucción al crucero interplanetario aún más acuciante, y una parodia de la ¿TV? ¿live de Instagram TV? de 2060 que colma nuestras peores expectativas de imperio de la ignorancia, la frivolidad y la búsqueda desesperada de la atención del público].

 

Escribir acerca de una serie que acaba de comenzar tiene sus riesgos, más aún si es una obra que apuesta a construirse de a poco, episodio a episodio. Veremos cómo me sale. Es el año 2060, que por cierto ya nos queda más cerca que 1960 (!) y ya está entre nosotros el turismo interplanetario masivo, al menos si aceptamos la definición de "masivo" como "parte de la experiencia habitual de miles, tal vez millones de integrantes de las clases altas del planeta". Los cruceros de la corporación Judd, que llevan nombres de arterias de Nueva York como Lexington, Broadway, Avenue 3 o Avenue 5, emprenden travesías de dos meses de duración hasta las maravillas del fotogénico Saturno. Hasta que, es la ley de toda narración que se precie, algo sale mal en un viaje de la Avenue 5, y los dos meses corren riesgo de convertirse en seis o incluso ¡treinta y seis, tres años! ¡O Dios sabe cuántos! A James Ballard le hubiera divertido la premisa.
Para peor, la única persona a bordo capaz de solucionar un problema de semejante escala muere en el accidente que precipita el desastre, el confiable capitán al que todos reverencian es en realidad un actor inglés contratado para desempeñar ese papel y no tiene ni la menor idea ni de cómo corregir el modo automático de travesía ni de nada en el mundo, el control de navegación ejercido desde la Tierra es incapaz de encontrar una salida, y el multimillonario dueño de la compañía es un imbécil engreído que ni siquiera comprende la razón por la cual las comunicaciones a través de los centenares de millones de kilómetros que separan al crucero de la Tierra sufren una demora de 26 segundos, un gag recurrente. Nostri nosmet poenitet, escribió un poeta latino de hace más de dos mil cien años llamado Terencio. Nosotros mismos somos nuestra penitencia.
La historia de una nave que se desvía del rumbo correcto y nadie parece saber cómo evitar el desastre, menos que menos quienes supuestamente están a cargo, no es inocente de la imputación de alegoría, y menos aún si el cerebro de la serie es Armando Iannucci, el creador de Veep. Dejo al eventual y acaso inexistente lector la decodificación de semejante mensaje. Que a pesar de avances tecnológicos sin par el futuro sea un lugar donde prime la misma vieja falibilidad humana de siempre, la misma vieja y ciega ambición de los poderosos de siempre, es a la vez un motivo de alarma e invitación a la acción: ¡este asunto está ahora y para siempre en tus manos, nene!
Difícil que este sumario no recuerde obras como Y dónde está el piloto II, Perdidos en el espacio, La Aventura del Poseidón, Futurama, Dark Star y hasta La Isla de Gilligan. Hay que agregar, de modo no tan sorpresivo, Moby Dick, merced a un macabro gag que involucra al ataúd que el propietario de los cruceros lleva consigo en el viaje. (Algunos de los mejores chistes son de un humor negro genial: por caso, la narración de un episodio de la infancia de uno de los personajes, un bucólico paseo en bote con su abuelo, que acaba con el anciano muriendo repentinamente en medio del lago, obligando a la criatura a tener que remar para volver a suelo firme).
Avenue 5 permite además el regreso a la comedia de un gran actor como Hugh Laurie, en el papel del tan gallardo como ineficaz "capitán" Ryan Clark. Josh Gad es Herman Judd, el multimillonario dueño de la corporación. Suzy Nakamura es Iris Kimura, su asistente. Rebecca Front es Karen Kelly, una pasajera que parece siempre al borde de convocar al pasaje a amotinarse. Zach Woods es Matt Spencer, un Jefe de Atención al Cliente de a bordo cuyo nihilismo y negligencia militante lo convierten en una elección muy desafortunada para ese puesto. Nikki Amuka-Bird es Rav Mulcair, la jefa de Control de Misión. Lenora Crichlow es Billie McEvoy, la segunda ingeniera del Avenue 5, obligada por las circunstancias a hacerse cargo de responsabilidades superiores a su cargo. Ethan Phillips es Spike Williams, un antiguo astronauta canadiense devenido pasajero quejoso, mujeriego y alcohólico. Jessica St. Clair y Kyle Bornheimer son Mia y Doug, un matrimonio al borde del divorcio al que el viaje no parece volver a unir sino precisamente lo contrario.
Las actuaciones son muy buenas, el diseño de producción es excelente, hay chistes graciosos, pero Avenue 5 tiene un problema. Con la salvedad hecha de que la serie recién comienza y van pocos episodios: las situaciones se suceden sin terminar de delinear un rumbo claro, casi como pasa con la nave epónima. No es imposible que el problema sea el enfoque del espectador: al fin y al cabo nadie le pedía un arco narrativo consistente a La isla de Gilligan o al Superagente 86, sólo que divirtieran, algo que lograban con notable eficacia. La fama de sarcástico y preciso observador de la política precede a Iannucci: puede que esta vez se le haya adelantado demasiado.