FIVE CARD STUD (1968)

Títulos en español:
- PÓKER DE LA MUERTE, EL (Argentina)
- PÓKER DE LA MUERTE, EL (España)
- PÓKER DE LA MUERTE, EL (México)

Dirigida por:
Henry Hathaway
Protagonizada por:
Dean Martin
Robert Mitchum
Inger Stevens
Roddy McDowall
Katherine Justice
Estudios: Hal Wallis (Prod.) Paramount (Distr.)
País: EE.UU.
Estreno: 31 de Julio de 1968
Duración: 105'
Género: Western

Títulos alternativos:
- 5 CARD STUD (EE.UU.)

Reseña crítica:  5 CARD STUD nos lleva a un pueblo de Colorado en 1880, con una sombría partida de póker en un desértico saloon. Uno de los jugadores (Jerry Gatlin) es sorprendido haciendo trampas y su joven e iracundo rival, Nick Evers (Roddy McDowall), junto a los demás apostadores, lo conducen a las afueras del pueblo donde lo ahorcan. Habiendo participado un rato antes de aquel juego, Van Morgan (Dean Martin), trata infructuosamente de impedir el crimen, pero llega tarde y los linchadores lo noquean. Tiempo después, todo cambia cuando se desata la fiebre del oro y llegan dos laboriosos elementos, infaltables en todo pueblo con semejante atractivo aúreo: un predicador (Robert Mitchum) y una madama (Inger Stevens). Cada uno establece sus respectivos dominios: el templo y una pintoresca barbería que funciona discretamente como prostíbulo. Pero algo anda mal. Uno a uno, los jugadores de aquella partida son asesinados. Y todos con el mismo método: estrangulamiento. Los tres sobrevivientes conjeturan la presencia de un vengador que les aplica la ley del Talión. Nick esboza la teoría (previsible y acertada) de que el responsable de estas muertes es un forastero pero que alguien del pueblo debe haberle marcado los nombres de las víctimas. A continuación surge un candente interrogante: ¿quién se los marcó? ¿Habrá sido uno de los jugadores? Presionado por los mineros que quieren destinar sus dos manos al trabajo de escarbar y no tener que cubrirse las espaldas con una Colt, el sheriff (John Anderson) explica sus limitaciones en un diálogo cuyo alcance opera en el argumento pero también se convierte en precedente para su catalogación genérica, ambivalente entre el western y el misterio policial: “Soy un marshall de pueblo, no un detective de ciudad”. El sheriff pide ayuda a los pobladores y rápidamente ofrece tomar juramento a quien desee dar una mano, a lo que Nick, presente en la reunión, observa que “si nombras a todos alguaciles, también lo será el asesino”. Párrafo aparte merece el predicador, armado y rozando la arrogancia con tal de que el domingo por la mañana haya feligreses en la iglesia. “Creen que al leer la Biblia, uno deja de ser un hombre”, explica para justificar su permanente Colt en la cintura que, durante el servicio dominical, apoya sobre el Libro Sagrado. “Si no hubiera disparado”, dice en referencia a haber entrado por la noche al saloon y anunciar el servicio del otro día con un par de tiros a tierra, “hoy en la iglesia solo estaríamos el perro y yo”. Este predicador, primo no muy lejano del de aquella obra maestra de Charles Laughton, THE NIGHT OF THE HUNTER (La noche del cazador-1955), también es un cazador. En tanto, la tensión con los mineros provoca un tiroteo a pleno sol, con muertos y heridos. El predicador da una mano para restablecer el orden y Van le muestra gratitud.  
  – Le debo un favor. Pídame lo que quiera.  
  – Vaya a la iglesia todos los domingos durante un mes – le responde con gesto serio.  
  – Es un precio alto por mi vida.  
  Lo previsible se confirma: el predicador es quien está matando a los linchadores porque la víctima era su hermano. Pero, manipulado por Nick, está por hacer caer la ira de Dios en la persona errónea, en Van, a quien el psicópata Nick desprecia.  
  Esta cuestión, la dificultad de identificar buenos y malos –rasgo popularizado por el spaghetti pero ya sembrado en westerns de los ’50??y el conflicto del relato que, cosa curiosa para un western supuestamente convencional, no tenga que ver con el choque civilización y barbarie, ni el capitalismo ni el racismo (aunque todo esté implícito), provoca una nueva mirada en el denominado western crespuscular. 5 Card Stud expone un relato de suspenso salpimentado, gracias al diálogo de los personajes, de cuestiones religiosas; y no metafísicas sino cosas vinculadas vinculadas a la religión sencilla y doméstica, la del sermón del domingo o del panegírico en los sepelios. Es un relato de venganza curiosamente indirecta y, a la vez, especie de remake de DARK CITY (Arg: El vengador invisible / Esp: Ciudad en sombras-1950), otra venganza sobre jugadores de póker, también producida por Hal B. Wallis para Paramount. Y si tal vez la historia de 5 STUD CARD no alcanza las cimas épicas de otros dos filmes de Henry Hathaway como THE SONS OF KATIE ELDER (Arg: Los hijos de Katie Elder / Esp: Los cuatro hijos de Katie Elder-1965) o TRUE GRIT (Arg: Temple de acero / Esp: Valor de ley-1969), el film goza de un montón de detalles y toques de distinción que el realizador vuelca escena tras escena. Desde los interiores sugestivos del saloon, surcados por sombras ominosas a los exteriores dilatados y brillantes que son clave del género. [Cinefania.com]
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