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A TREINTA Y CINCO AÑOS DE LA MUERTE DE PERÓN - PARTE II DE III

Juan Domingo Perón es, aún para quienes abominan de él, la figura central de la política argentina del siglo XX. Ningún otro líder político ha generado más amor ni más odio; ninguno ha desatado pasiones más duraderas; ninguno está más presente en el debate político de las décadas posteriores a su muerte; ninguno ha generado opiniones tan contradictorias ni tan vehementes. La siguiente nota pretende abordar la vida de Perón en treinta y tres viñetas, desde diferentes ángulos y puntos de vista. (En coautoría con Patricio Flores). [Publicado originalmente en julio de 2009 en Televicio Webzine].

“El peronismo es un gran relato trágico porque creo en que en algún punto todos tienen razón. En el sentido en que Hegel dice que la tragedia no es lo bueno contra lo malo, lo justo contra lo injusto, sino lo justo contra lo justo”. José Pablo Feinmann, La política argentina de hoy está llena de odio. Página/12, domingo 15 de marzo de 2009.

(Viene de aquí)

12 EL PERONISMO VISTO DESDE LA ESCUELA DEL REVISIONISMO HISTÓRICO

"El europeísmo y el librecambismo de esas capas de la clases medias no eran flores del aire.  Todos los patrones culturales de Europa eran absorbidos a bocanadas, como aire fresco renovador, por incontables generaciones del mandarinato... la arquitectura de Gropius y Le Corbusier, la literatura proletaria... de Lunatcharsky... Anatole France y Romain Rolland, Huxley y Eliot, Milosz o Sartre... Althusser y Gramsci. ¿Para que serviría a la fastuosa colonia rioplatense esa tienda de "bric a brac" teórica, esa ropavejería de las culturas clásicas o revolucionarias sino para trabar, por ausencia de elaboración interior, el crecimiento de una visión singular de la Argentina, nacida y acariciada en el latido del subsuelo, formada con el aire, sabor y perfil del cielo hispanocriollo, sustancia única que no puede encontrarse fuera de aquí en el ancho universo? No había servido para nada.

“Y no había servido para nada porque cuando la historia con su vozarrón se ponía en movimiento, todo ese equipaje europeo era demasiado pesado para comprender como argentinos lo que estaba ocurriendo ante nuestros ojos. De un solo trazo, los acontecimientos desnudaban la imagen del pueblo real, del pueblo de aquí. Y los intelectuales de izquierda manifestaban el mismo desagrado visceral que los intelectuales de derecha ante aquello que presenciaban... La inteligencia argentina (que se reclutaba entre algunos pocos hijos de la oligarquía y la tropa de la ambiciosa clase media) desconocía todo lo importante y acogía con pasión aquello que no merecía ni una mirada". Jorge Abelardo Ramos, "La era del peronismo 1943 - 1989".

 13 PERÓN Y RONALD RICHTER

Conocida es la valiente historia de los Corsarios Argentinos. La mayoría de aquellos heroicos marinos había nacido bajo otros cielos, pero eran argentinos por convicción y elección: Chayter, Taylor, Jewett y su “Invencible”, Brown, o un grande entre los más grandes, Hipólito Bouchard. Bien podría decirse que Juan Domingo Perón intentó agregarse a esa galería de notables, promediando el siglo XX: pero esta vez, sus presas no serían navíos o mercancías, sino científicos europeos caídos en la desgracia de Caín (¡ay! tan propia de los vencidos) en directa competencia con muy similares (e igualmente secretos) esfuerzos de norteamericanos y soviéticos. Quien dice científicos también dice criminales de guerra como Mengele, Eichmann, Priebke, Pavelic, pero ya se sabe que para el encargado de facilitar los arribos, Rudi Freude (secretario de Perón con despacho en la Casa Rosada) había un lugar para todos en el futuro de grandeza de la Argentina peronista. (Por cierto, el papel de Perón en el armado de esta oprobiosa red ha sido bastante difundido; el igualmente decisivo papel de la Iglesia Católica no ha merecido igual suerte). [Derecha: Richter].

El físico austríaco Ronald Richter vino de la mano de Kurt Tank, un ingeniero aeronáutico alemán que llegara a la Argentina ni bien terminada la Segunda Guerra Mundial, con la maleta cargada de microfilmes y planos de aeronaves que derivarían con el tiempo en el desarrollo integral de nuestro“Pulqui”, orgullo argentino y peronista. Richter, por su parte, se propondría lograr una reacción termonuclear controlada, algo así como… devolverle la vida a los muertos: “el Proyecto Huemul”

Perón enviaría a Richter – previa instalación de un laboratorio perfectamente pertrechado - a la quinta que el mismo Perón facilitara para Kurt Tank en Villa Carlos Paz, Córdoba, a mediados de 1948. Luego de un incendio provocado por conspiradores contra la causa peronista (Richter lo recuerda así en una entrevista) el científico debió mudar su lugar de residencia e investigación, y buscando resguardo físico y material, y tras considerar varios parajes, decidirá que las condiciones que ofrecía la Isla Huemul la hacían, sin dudas, “El Lugar”.

Como todos sabemos, el anuncio de Perón, el 24 de marzo de 1951, de que Argentina había logrado la primera reacción nuclear controlada, carecía de toda base seria. Una sumaria investigación de los propios científicos argentinos demostró que las ideas de Richter eran una patraña y que se había malgastado el dinero a manos llenas. Éste, que había llegado a ser reconocido Doctor Honoris Causa de la Universidad de Buenos Aires y a ser condecorado con la Medalla de Oro a la Lealtad Peronista, pasó pronto al olvido, y moriría en una quinta de San Miguel en 1991.    

 14 PERÓN Y LA IGLESIA I

"Algo muy triste ha sucedido con el periódico católico ‘ La Revista’ de Tandil, supervisado por el cura párroco de dicha localidad. El episodio comienza con el discurso pronunciado por la señora del Dictador ante residentes japoneses y el cura - diputado Filippo, discurso en el que proclamó al señor Perón como ‘hombre-dios’. Dijo entre otras cosas: ‘Perón es un dios para nosotros, tanto que no concebimos el cielo sin Perón. El es nuestro sol, es el agua, es el aire que respiramos; Perón es la vida de nuestro país y del pueblo argentino. Perón hay uno solo. Los demás somos soldados que tratamos de interpretarlo, pero estamos a distancias siderales del líder de la nacionalidad, el general Perón’".

"’ La Revista’, como órgano católico, sostuvo el 8 de junio de 1951 la exageración del elogio hecho por la señora Eva Perón. ‘Esas expresiones -comenta el articulista- rayan en lo ridículo, lo absurdo y lo blasfemo’".

“Al conocerse esa publicación fue citado a reunión extraordinaria el Consejo Superior del Partido Peronista para el día 9, reunión en la que se emitiera un comunicado repudiando a ‘ La Revista’ y del cual reproducimos los siguientes considerandos: ‘que no es propio de un órgano de Nuestra Santa Madre Iglesia Católica Apostólica y Romana incursionar en el terreno del apóstrofe beligerante sin peligro de caer en tentación; que el confundir con Dios a los pocos apóstoles -como Perón-  de la dignificación humana, es imagen de amor de quienes han dejado de ser esclavos; que Dios hecho hombre predicó el Evangelio sin lograr que la perfidia y los negociados gobernasen casi siempre en los Estados; que al surgir en la Argentina el Hombre que a la manera del Hijo de Dios -después de dos mil años- predica la paz y el amor contenidas en la doctrina cristiana, resulta natural que el pueblo se sienta inclinado a postrarse ante la santa verdad hecha hombre, Perón, llamándolo Dios fervoroso de admiración y de fe; que si la sublimidad de este momento feliz que vive la patria toma formas de mujer, y si esta mujer se identifica con el milagroso corazón del Hombre, cuanta alabanza se alce al cielo es poco, y cuanto más sentida sea esa alabanza más divina será ésa palabra: sólo un Dios hecho Dios puede merecer esta mística de piedad y amor: Perón”. (Fin del comunicado. Seguimos con Piñeiro). “Y ya que hemos incursionado en la religión, denunciamos que el Asesor Eclesiástico del Presidente de la República, Fray José Rufino Prato, fue destituido por decreto del 14 de enero de 1952 y permanece en un calabozo desde diciembre de 1951 por negarse a colaborar con el Dictador en una campaña de deificación estatal". De "La dictadura peronista", de Armando Alonso Piñeiro.

15 PERÓN Y LA IGLESIA II

Iglesia y Ejército fueron, desde los inicios, aliados naturales de Perón. De "aquel" Perón, pujante y pragmático, que pusiera de un modo claro sobre la mesa todas las causas de un nacionalismo por entonces claro en los libros, pero oscuro en las miras inmediatas y en las políticas.

Sin embargo, cuando Perón se alejó de Perón, preso de su colosal aparato burocrático - producto natural de su poder absoluto y patriarcal - era lógico que encontrara enemigos por todos lados, aún entre los suyos.

Y Pegó Fuerte; derogando la enseñanza religiosa en las escuelas. Suprimiendo el cargo de director de enseñanza religiosa en las mismas. Suprimiendo los feriados religiosos (¡qué dolor!). Derogando la exención de impuestos a las entidades religiosas. Reinstalando las queridas Casas de Tolerancia. Pero quizás el más doloroso golpe haya sido el nombramiento como "Asesor Espiritual de la Presidencia" de don Pedro Badanelli, cura apóstata, enemigo declarado de la Iglesia en nuestros lares.

Y de buenas a primeras y como quien no quiere la cosa, la Casa de Gobierno pasó a ser la Casa de Dios: todo un despliegue coreográfico de patriarcas, rabinos, obispos... Barbas y pectorales, cruces y cónclaves apócrifos, como el reverendo Hicks, que llenara la cancha de Atlanta de tullidos, paralíticos y todo tipo de menesterosos, curándolos con el poder de su palabra mientras pasaban carretillas recogiendo de éstos lo que pudieran depositar "a voluntad". Nuestro país se había abierto de par en par a la religión, al tiempo que recelaba de la iglesia que hasta entonces tenía la exclusividad.

Ahora… la Iglesia fogoneaba también. No se vaya a creer... A la influencia desbordante de "peronismo" entre los estudiantes secundarios de ambos sexos, la Iglesia contrarrestó impulsando  la figura de la Federación Internacional de Sindicatos Católicos. A los altisonantes discursos de Perón en contra del clero, la Iglesia le opuso varios de sus ministros, entre ellos el Padre Bordagaray quien reflotara el eterno dilema pero ahora en forma de "Cristo o Perón".

 16 PERON Y SUS DIECISIETE AÑOS EN EL EXILIO

Tras producirse el triunfo de la Revolución Libertadora, Perón partió a Paraguay el 19 de setiembre de 1955, a bordo de un hidroavión enviado por el dictador Alfredo Stroessner. Residió unos días en Asunción, pero por presión del gobierno argentino, que no lo quería cerca de la frontera, Stroessner le recomendó mudarse a la localidad de Villarrica. Cuando la dictadura argentina amenazó a Paraguay con interrumpir el suministro de trigo y combustibles si Perón permanecía allí, Stroessner le extendió un salvoconducto en noviembre de 1955.

En ruta a Nicaragua (donde lo esperaba otro dictador amigo, Anastasio Somoza) Perón prefirió quedarse en Panamá. Allí, tras coquetear un tiempo con una residente norteamericana, conoció a María Estela Martínez, conocida como Isabel: no está claro quién los presentó ni cómo se relacionaron, pero al poco tiempo, Isabel pasó a trabajar de asistente del general. A fines de 1956 Perón e Isabel viajaron a Caracas, donde los recibió… otro dictador, Marcos Pérez Jiménez. Allí sufrió un atentado, el 25 de mayo de 1957: un agente de los servicios secretos argentinos hizo estallar una bomba en su automóvil; Perón se salvó por un golpe de suerte. Cuando se desató la violenta rebelión popular que derrocó a Pérez Jiménez en enero de 1958, Perón escapó hacia la República Dominicana, controlada con mano de hierro por… el dictador Rafael Leónidas Trujillo. En 1960, finalmente, decidió radicarse en Madrid: el régimen de Francisco Franco, en deuda con Perón por su apoyo durante los años difíciles de posguerra, toleró a regañadientes su presencia, a cambio de que Perón se abstuviera de llevar a cabo actividades políticas y de que regularizara su relación con Isabel. Ambos se casaron en Madrid el 5 de enero de 1961.

Durante un tiempo, Perón fue vecino de la estrella norteamericana Ava Gardner. La actriz adoraba las empanadas que Isabel preparaba e invitaba a compartir, pero terminó peleándose con la pareja a causa de las ruidosas fiestas que la Gardner organizaba hasta altas horas de la noche. Luego Perón se mudó a la legendaria casa de Puerta de Hierro, que compró con la ayuda del controvertido millonario Jorge Antonio, desde ese momento, su principal sostén económico. (Hasta ese entonces, al ex presidente nunca le había sobrado un centavo). En diciembre de 1964, Perón intentó retornar a Argentina, pero el canciller del presidente Illia, Zavala Ortiz (ideólogo del incalificable bombardeo de junio de 1955) presionó a la dictadura militar brasileña y logró que lo enviase de vuelta a España, una vez que su avión hiciera escala en Río de Janeiro.

A fines de los años ’60, Puerta de Hierro vio desfilar a incontables argentinos, que iban a entrevistar a alguien cuya figura se agigantaba con el paso del tiempo. No sólo se trataba de políticos o sindicalistas: periodistas, escritores, actores, meros curiosos, se acercaban a hablar con Perón. A veces, el anciano general se hacía esperar un poco, y los visitantes tenían ocasión de cambiar unas palabras con un nuevo secretario privado, que había llegado de la mano de Isabel: un ex cabo de la Policía Federal aficionado al ocultismo, llamado José López Rega.

Hacia 1970, en los círculos del poder en Buenos Aires ya comenzaba a pensarse que, con todo lo desagradable que pudiera resultar, el regreso de Perón era preferible al caos que se había desatado por mantenerlo lejos: el propio Pedro Eugenio Aramburu fue uno de los primeros en pensarlo; el dictador Alejandro Lanusse, uno de los últimos. Durante la presidencia de éste, Perón volvió al país, por unas pocas semanas, el 17 de noviembre de 1972. El regreso definitivo del exilio se produjo el 20 de junio de 1973.

17 PERÓN, EL PERONISMO Y LA REVOLUCIÓN LIBERTADORA

Tras el golpe palaciego del 13 de noviembre de 1955, el general Pedro Eugenio Aramburu se convirtió en el segundo Presidente Provisional de la Revolución Libertadora. La Revolución, con esto, barajó y repartió de nuevo. La nueva mano buscaba quitar el espíritu componedor y nacionalista que había intentado imponer su primer presidente, el general Eduardo Lonardi. Este “dar de nuevo” conllevaba la extirpación de cualquier doctrina o persona que pudiera aludir al régimen depuesto... ardua tarea que se había esperado en vano de Lonardi, y que debía realizarse no solo en todos los estrados de gobierno sino además (muy puntualmente) en el propio Ejército. En pleno proceso de higiene institucional, quedaron rápidamente expuestas dos posiciones bien distintas: una, la del propio Aramburu, partidario más o menos enfocado a una rápida salida institucional; la otra, la del vicepresidente Isaac Rojas, orgulloso portador del sayo de ser el más antiperonista entre los antiperonistas.

¿Y los partidos opositores? El más importante de ellos, la Unión Cívica Radical, se partiría en dos en 1956 precisamente por el tema de la relación con el peronismo. El ala conciliadora, liderada por Arturo Frondizi, terminaría conformando la UCR Intransigente y pactando con Perón para llegar al poder en 1958; el ala más beligerante, la UCR del Pueblo, liderada por Ricardo Balbín, afirmaba cosas como ésta: “el radicalismo está con el gobierno (de Aramburu, por entonces) porque su ausencia debilitaría al mismo, y en cambio favorecería a las fuerzas del mal. No estamos con el gobierno para pedirle nada material sino para apoyarlo en su misión al servicio de la democracia” ( La Nación, 11 de marzo del ‘56).

La salida electoral propugnada por Aramburu era farsesca: implicaba la proscripción del partido mayoritario. Todos los que participaron en ella se hicieron cómplices del escamoteo de la voluntad de las mayorías, y algunos terminarían pagando un alto precio por ello. ¿Por qué razón Frondizi, una vez presidente, gozaría de respaldo político alguno? ¿En nombre de qué “democracia”? Prefiero dejar la última palabra a don Alejandro Korn (1860 – 1936) quien tuviera, entre otros honores, el de haber sido presidente del Club Gimnasia y Esgrima La Plata. La cita de Korn fue extraída del genial estudio de Daniel Rodríguez Lamas,“La presidencia de Frondizi”, del Centro Editor de América Latina: “en nuestra propia evolución, la democracia ha sido idea directora en la mente de nuestros estadistas, frase en los labios de nuestros politiqueros, ha sido la fe de nuestras clases ilustradas y la superstición de nuestras masas, una realidad no fue jamás: La hemos cortejado durante un siglo sin decepcionarnos y quizás celebremos las nupcias cuando se hayan marchitado sus encantos”.

18 (LA VOZ DE) PERÓN VUELVE

Alboreando 1958, ya era más que claro que los intentos salubres de Aramburu habían fracasado. Perón volvería mucho antes de lo que hubiera soñado aún el más cándido de entre los peronistas, pero no lo haría a modo de mesías triunfante, en modesta cabalgadura asnal, sino de un modo que sólo Perón podría hacerlo, para regocijo de propios y extraños en todo el país: como Una Voz Que Llega Desde Lejos.

Ya a fines de 1957, y luego de cientos de malabares insólitos de un Aramburu ya sin fe, las 62 Organizaciones habían dejado bien asentada su decidida posición peronista, lo que provocó la desazón del gobierno, así como la de todos los partidos que bregaban por democratizar las Bases y los Estatutos de los Trabajadores argentinos, o si lo prefiere, por “desperonizar lo peronizado”.

La nueva dirigencia sindical había logrado, luego de un par de años tan extravagantes como intensos, consolidarse como voz oficial intermedia entre el liderazgo de Perón y la masa trabajadora. Lamentablemente éste retoño no prosperó, y esto no se le puede adjudicar a Aramburu o a los Partidos Políticos de la democracia, sino al propio Perón. Las 62 Organizaciones habían logrado, desde un liderazgo bisoño, poco adoctrinado y absolutamente aislado de cualquier “influenza peronia”, una indestructible presencia institucional ante el gobierno, y eso era mérito excluyente de esta nueva camada. Pero la inminente vuelta a las urnas sería la ocasión en que Perón se adueñaría de estos logros, transformándose -en su nuevo doble rol- en el único representante legítimo de la masa obrera, así como en árbitro de las elecciones nacionales - volcando su electorado hacia el doctor Frondizi, vencedor de las elecciones de febrero de 1958-. Sigamos con esto último. Nadie se opuso vehementemente a esto, a pesar que la cúpula de las 62 Organizaciones ya había manifestado su intención de voto en blanco, tal como se había pronunciado en ocasión de la elección de convencionales constituyentes de julio de 1957. (Para que quede en claro nuestra posición, nadie tenía más legítimo derecho a reclamar esto que el propio Perón. Solo decimos que lamentamos el hecho que Perón haya ejercitado ese derecho).

Redondeando, leamos a Carlos Blaquier en mayo de 1957*: “ La Revolución ha llegado a un punto muerto…que hace temer por la supervivencia y proyección de las ideas que la inspiraron… Si en aquel entonces (noviembre de 1955) Aramburu tuvo razón, hoy parece haberla perdido…el panorama con que se presentan las próximas elecciones nos lleva a preguntarnos con angustia si no hubiere sido mejor el ‘ni vencedores ni vencidos’ que la derrota de los vencedores de manos de los vencidos, como es muy probable que suceda” (*“Demos” de 1957, extraído del excelente estudio “ La Revolución Liberadora” de Daniel Rodríguez Lamas).

Perón, la Voz de lo alto, había vuelto.

19 PERÓN EN MADRID (1960-1973)

"Me levanto a las 6.30. Duermo con las ventanas abiertas para que me despierte el sol. Es una costumbre que tengo desde que era subteniente. Me aseo y afeito con máquina eléctrica. Desayuno: café con leche y dos tostadas. Salgo después a caminar con mi viejo amigo don José Cresto – nos hemos juntado dos viejos que necesitamos caminar – y durante dos horas damos vueltas por el parque arreglando una planta, corriendo a las hormigas. A las nueve estoy en el escritorio del primer piso. Contesto la correspondencia privada y leo todo el material periodístico que recibo de la Argentina. A las once, una hora invariable de esgrima. Isabelita es una buena, formidable alumna. Tiene fuertes piernas y saldrá de ella una esgrimista cabal. La he ido trabajando despacito. A las doce, otra vez al parque. No dejo un día sin visitar cada árbol. Lo converso un poco, ¿sabe? Un árbol es una cosa muy importante. Vigilo las hormigas. Doy una vuelta por las rosas. ¿Usted vio en algún lugar rosas más perfectas que las mías? Así, hasta las 13.30 horas, en que almuerzo. Normalmente sopa y un plato. Puede ser paella, bife de lomo, un poco de fruta y café "Monki", sin cafeína. Camino otro poquito, y siesta que dura hasta las 16. Después de esa hora casi todos los días me doy una vuelta por Madrid – cafés California, Manila – o por los alrededores. Toledo es la ciudad donde mejor siento a España. Vuelvo a las 19. Juego con los perritos, que me entretienen mucho. Canela ya tiene diez años, es el abuelo. Es un exiliado como yo y me ha seguido en todas. Tinola, la madre, tiene 6 y Puchi, la hija, 2. Son grandes amigos míos. Canela, por ejemplo, es auténticamente un perro. Algunos suelen educar a los perros como si fueran hombres. Hay que dejarlos que sean perros. No contagiarles cosas de hombres; les hace mal. A las 20.30 veo un poco de televisión. Mis programas favoritos son Los intocables, Hombres del Oeste, El Santo y Notidiario. A las 21.30, la cena. Una hora después, a la cama. Leo de tres a cuatro horas por noche. Una vieja costumbre. Quizás el momento más profundo de cada día mío sea ése". Juan Domingo Perón, entrevistado por Esteban Peicovich en 1965. “Yo, Juan Domingo Perón (Relato autobiográfico)” de Esteban Peicovich, Torcuato de Luna Tena y Luis Calvo. Citado en “Argentinos”, Tomo II. Jorge Lanata.

Perón en Madrid, por Rep.

 20 PERÓN Y EL CHE GUEVARA

En una oportunidad, visitó a Perón en Madrid un sacerdote jesuita de gruesos anteojos: era nada menos que el Che Guevara, disfrazado. Según el historiador Enrique Pavón Pereyra, que entonces se encargaba de manejar la agenda del ex presidente, éste aconsejó al Che no crear un foco guerrillero en Bolivia. Según Pavón Pereyra, Perón le dijo a Guevara que “el terreno elegido era demasiado alto – Perón mencionó la altura exacta sobre el nivel del mar – y contó que lo conocía muy bien porque había visitado la región cuando se hizo, sobre ella, una clase del Estado Mayor. Sostuvo que el operativo era inviable por las características propias de la zona: casi despoblada, sin sembradíos cercanos y con los pocos habitantes ajenos a toda motivación. Dijo también que allí había sendas sólo conocidas por baqueanos y que si éstos no colaboraban, las dificultades se multiplicarían. El final de la entrevista fue cortante porque Perón le dijo que como médico, él debería saber que su propia enfermedad – el asma – le impediría moverse en esas alturas”.

Al poco tiempo de conocerse la ejecución del Che en Bolivia, el 9 de octubre de 1967, Perón emitió un comunicado en el que lamentaba su muerte (puede leérselo haciendo clic aquí). En él, además de recordarlo como “la figura joven más extraordinaria que ha dado la revolución en Latinoamérica”, afirmó que “su muerte me desgarra el alma porque era uno de los nuestros, quizás el mejor”.

 21 LAS MUJERES DE PERÓN

Poco después de casarse por tercera vez con María Estela Martínez, Perón declaró “a mí me gustan las mujeres y estoy contento de que me sigan gustando. No he incurrido nunca en hipocresías al respecto, y jamás pude vivir sin una mujer. Yo siempre necesité una mujer”. La historiadora Araceli Ballotta matiza esta declaración: Perón tenía una concepción militar del sexo, como una cuestión higiénica, secundaria. Seguía soltero pasados los 30, hasta que uno de sus superiores le recordó que “la familia castrense no ve con buenos ojos a quienes prolongan su soltería sin motivo aparente”. Al tiempo conoció a Aurelia Tizón (“Potota”), una joven maestra de 20 años, de clase media acomodada, concertista de guitarra, y se casaron el 5 de enero de 1929. Aurelia enfermó de cáncer y murió en 1939, y Perón quedó desolado: el padre Hernán Benítez, el confesor de Eva Perón, dijo que “era un militar de guarnición. Un macho solitario y sureño. Creía que ninguna mujer podía fijarse en él, y que su único amor había quedado enterrado”.

Necesitado de cambiar de aires, Perón pidió ser destinado a Europa. En la embajada argentina en Roma conoció a Giuliana dei Fiori, una joven italiana con la que convivió unos meses y paseó por Italia y España. De regreso a Buenos Aires, Perón mantuvo una relación sentimental con otra muchacha mucho más joven que él, María Cecilia Yarbel (apodada “Piraña”) que se terminó cuando Perón conoció a María Eva Duarte, en un festival en el Luna Park a comienzos de 1944. Que un militar trabara relación con una actriz era demasiado para la pacatería de “la familia castrense” y las clases medias y altas de la Argentina, y fue siempre una de las vías predilectas de ataque a Perón. Tras la renuncia del 8 de octubre, Perón incluso fantaseó (en una carta famosa) con dejar todo, casarse e irse a vivir juntos al campo: los sucesos del 17 de octubre cambiaron todo. La pareja se casó el 10 de diciembre de 1945, en La Plata, y su historia es muy conocida: Eva fue la primera militante del peronismo, así como la que tenía un concepto más radical del mismo, y se convirtió en el alma de la agrupación. [Derecha: Evita recibida en París por el canciller francés Georges Bidault, julio de 1947].

Tras la muerte de Eva, el 26 de julio de 1952, Perón tuvo una aventura todavía más escandalosa: convivió un tiempo en la residencia presidencial con una adolescente de 14 años, Nelly Rivas, aunque cabe aclarar que lo hizo con consentimiento de sus padres y que, en Argentina, eso basta para que la relación no sea ilegal. La muchacha quiso irse con Perón en el momento de su exilio, pero no se la dejó salir del país y recibió un tratamiento cruelmente vengativo en los reformatorios a los que la envió la autodenominada Revolución Libertadora.

Poco después, en Panamá, Perón conoció a una empleada norteamericana, de Chicago, de alrededor de treinta años, morena, agraciada, y que apenas hablaba español, llamada Eleanor Freeman. La relación se interrumpió rápidamente, por presión familiar, y al poco tiempo, apareció Isabel en la vida de Perón.

María Estela Martínez (“Isabel”) era bailarina, había integrado el elenco estable del Teatro Cervantes y estaba de gira con una compañía. Hizo todo lo posible por acercarse a Perón (tanto que despertó las sospechas de que se trataba de una espía) y le pidió trabajo como secretaria, a cambio de la casa y la comida. Se ganó el cariño del viejo líder, que en ese entonces no tenía un peso y vivía rodeado de enemigos, por lo que cabe descartar que se hubiera acercado por interés. Se casaron en Madrid en 1961, y fue la última mujer en la vida de Perón, quien la recompensaría depositando en ella toda su confianza. En ella y en un criado que Isabel contrataría promediando la década del ‘60: José López Rega.

Como resumen, vayan estas palabras de Perón a su amigo Ramón Landajo en su exilio panameño: “quien me desvirgó fue Potota, y Eva fue la que encendió el fuego de la revolución. Ella hizo la hoguera que siempre me mantuvo encendido”. Años después, ya en Madrid, el propio Landajo le preguntaría qué papel había jugado Isabel en este universo femenino y recibió como respuesta que “ella es el ladrillo caliente que me entibia los pies”. Fuentes: “Las mujeres de Perón”, Araceli Bellotta. Perón íntimo: el mito de carne y hueso”, Ernesto G. Castrillón y Luis Casabal, La Nación, 27 de junio de 2004.

 22 ¿PERÓN TUVO HIJOS?

Es sorprendente la cantidad de zonas oscuras en la vida privada de Perón. Ya registramos las dudas acerca de su lugar y fecha de nacimiento y el ocultamiento de su condición de hijo concebido fuera del matrimonio: ahora nos toca referirnos a la polémica acerca de la ausencia o existencia de descendencia biológica. Varios personajes cercanos a Perón (el historiador Enrique Pavón Pereyra, sus amigos Roberto Galán y Jorge Antonio) afirmaron que oyeron de sus labios la historia de un accidente sufrido cuando era cadete del Colegio Militar, en 1913: practicando gimnasia sobre barras paralelas, Perón perdió el equilibrio y cayó, recibiendo un golpe muy fuerte en los testículos. El accidente figura en su legajo, el que además indica que estuvo cuatro días internado en observación; según Perón, el médico que lo atendió le advirtió que una consecuencia probable del mismo era la esterilidad. (En otros relatos, el accidente fue una caída de un caballo: parece otro ejemplo del gusto de Perón por inventar o embellecer historias para congeniar con sus eventuales interlocutores).

Dos pruebas negativas de ADN sepultaron el reclamo de filiación de Martha Holgado en 2007. El resultado, además, obliga a poner entre paréntesis las declaraciones de uno de los médicos de Perón en España, Hipólito Barreiro, enfático defensor del reclamo de la Holgado, que afirmara que el aparato genital del ex presidente funcionaba en forma completamente normal. Barreiro sostiene además que Perón tuvo otra hija cuando estuvo destinado en Europa entre 1939 y 1940, y que su madre sería su pareja durante esos años, la citada Giovanna de Fiori. También se dice, sin aportar demasiados detalles, que dos de las esposas de Perón perdieron embarazos: Evita habría perdido uno en 1945, e Isabel, dos.

(Continúa aquí)

 

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