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800 BALAS

Una semblanza de la entrañable película que en 2002 dirigiera Álex de la Iglesia , con Sancho Gracia, Carmen Maura, Ángel de Andrés López, Eusebio Poncela y Luis Castro. 

 

Para la mayoría de nosotros, hormigas urbanas de principios del tercer milenio, la única manera de vivir una aventura es por la vía de identificarnos con el héroe de alguna narración (literaria, cinematográfica, es lo de menos). Algunas de esas historias (por caso los westerns) gozan de un plus: suceden en un aquí y ahora narrativo en el que no existen las colas en el banco, las computadoras que se cuelgan, los controles aduaneros, los taxis llenos que pasan de largo cuando uno está apurado, los e-mails con virus, las leyes que facilitan el despido para acabar con el paro (?) o la música y la poética (?) de Ricardo Arjona; en definitiva, la letra chica del contrato que firmamos (con nuestra sangre, por cierto) cuando vendimos nuestra alma al Diablo a cambio de eso que llaman Civilización. Ojo, esto lo escribe alguien que una vez fue a acampar y casi se vuelve cuando se dio cuenta de que había olvidado llevar el walkman. ¿Contradictorio? ¿Incoherente? Otro día lo discutimos, porque sino no va a quedar espacio para hablar de este filme de ese vasco loco que es Álex De la Iglesia.

 

Tal vez porque esta vez se mete con aquello que ama, De la Iglesia no aparece tan irreverente como en, digamos, "El día de la bestia"."800 balas" es un querible y melancólico homenaje al mundo heroico y primario del western, en especial a su variante con spaghetti, en especial a aquellas películas de Clint Eastwood y Sergio Leone ("Por un puñado de dólares", "El bueno, el malo y el feo"), filmadas en esos escenarios naturales de Andalucía que, por un leve error de miles de kilómetros, no quedan en Utah o Arizona.

 

La historia comienza cuando un chico travieso, Carlos (Luis Castro) descubre que su abuelo Julián (Sancho Gracia) no está muerto, como su familia le ha dicho, sino que vive en Almería. Entonces decide escaparse de sus vacaciones escolares e ir en su busca y, a través de él, en busca de su padre, del que su madre, Laura, una empresaria inmobiliaria de pocos escrúpulos (Carmen Maura) sólo le ha dicho que murió en un accidente. Tanto Julián como su hijo, el padre de Carlos, eran extras de cine, en la época en que muchas películas norteamericanas y europeas se filmaban en Almería, en especial los spaghetti westerns. Hoy, los antiguos decorados de un pueblo del Lejano Oeste son una especie de parque temático decadente, "Texas - Hollywood", donde una troupe de desesperados, liderados por Julián, cumple su rutina diaria ante escasos turistas.

 

Por una vuelta de tuerca argumental, la existencia del poblado es amenazada por la propia Laura, y entonces Julián decide resistir al asalto de las fuerzas especiales de la policía española con municiones de verdad (las 800 balas del título). Julián, un romántico hundido en el alcoholismo, encuentra así la posibilidad de redimir la culpa que siente por el accidente donde murió su hijo. Como toda película del Oeste, contiene un duelo final, donde, pese a las apariencias, gana el héroe, que alcanza lo que inconscientemente buscaba desde hacía años.

 

Hay varios gags muy divertidos (sobre todo en la primera mitad) y un reparto sin fallas: para destacar, Sancho Gracia (que se carga la película al hombro), Carmen Maura con su habitual oficio y Ángel de Andrés López, haciendo un Cheyenne condenado a ser un segundón hasta en la victoria. Ideal para verla un sábado a la tarde, tirados en la cama

 

 

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