LAURA (1944)«Laura is the face in the misty night (Laura es el rostro en la noche mística Se dice que cualquier información llega siempre a un punto de saturación y que toda información que no pueda ser recibida se convierte en ruido. Es interesante constatar que Laura nos refleja una interesante época de la evolución de los medios: la de realizar un ataque mediático a través de varios frentes, en este caso, el cinematográfico y el musical. En este caso, el tema musical "Laura" fue compuesto en poco más de un fin de semana, directamente para la película, a diferencia de otras películas, que por la misma época, adoptaban su título de un tema, como por ejemplo NIGHT AND DAY, GREEN DOLPHIN STREET o AN AMERICAN IN PARIS. La repetición sistemática del tema (desde los títulos iniciales hasta el final) cumple su misión, que es la de grabarse en la memoria del espectador y dar marco ideal al "whodunit" (una contracción de "who done it", es decir "¿quién lo hizo?", "¿quién la mató?", término con el que se designan a estas historias de intriga con grupo de sospechosos y un culpable) que se desarrolla a lo largo de los 80 minutos de metraje. LAURA es una película de excesos, porque además del tema musical y del exceso de diálogos cínicos (que más abajo reseñaremos mejor), tenemos un exceso de escenas de personajes fumando. ¿Intento de las tabacaleras de fomentar el consumo o solo reflejo del modo de vida de la alta sociedad? Pero pasemos al análisis cinematográfico de la película. LAURA narra la investigación de un detective, y a través de esta trama primigenia, las verdaderas caras de varios personajes, cada uno de los cuales es sospechoso de la muerte de Laura Hunt, cuyo cadáver aparece con el rostro desfigurado por un escopetazo en la puerte de su departamento. El primer sospechoso es Waldo Lydecker, interpretado por Clifton Webb. Waldo es un dandy, un tipo egocéntrico y ególatra, un periodista radial cuya voz en el éter es temida por más de uno. Waldo, además de esto, tiene una carrera exitosa, y Laura era algo así como su protegida. El siguiente sospechoso es Shelby Carpenter (de cuando Vincent Price era suave), el amigo-amante de la tía de Laura. Shelby parece ser, a primera vista, el asesino. Es un tipo taimado, cobarde, traicionero. Tal vez tuviera un romance con Laura. Los demás sospechosos son: Anne Treadwell, tía de Laura (Judith Anderson), amoral y neurótica y Bessie (Dorothy Adams), la fiel doméstica de Laura. El detective va reconstruyendo este rompecabezas y poco a poco va conociendo la personalidad de la mujer supuestamente muerta. En una escena, quizás el punto más alto de la montaña rusa que traza la película, el detective queda cautivado frente al cuadro de Laura, ese retrato omnipresente que domina cada escena que se desarrolla en su departamento. Ha estado revisando las cartas de la difunta, mirando su guardarropa, tocando sus ropas; decididamente está comenzando a obsesionarse. Luego se queda dormido. Cuando despierta, como si fuese una aparición fantasmal, ve a la misma Laura parada junto a su retrato, como si el cuadro hubiera cobrado vida. Pero no, esta es una película de intriga, no de fantasmas. El cadáver resulta ser de una modelo y Laura ha estado todo el fin de semana en una casa de campo. A partir de ese momento, tanto el público como el detective, deben cambiar sus hipótesis y Laura misma es agregada como sospechosa. La película iba a ser dirigida en un primer momento por Rouben Mamoulian. El productor, Otto Preminger, se cansó de los roces con este director, y dado que Darryl F. Zanuck, cabeza visible de la Fox, no estuvo nada conforme con lo hecho por Mamoulian, lo reemplazó por el mismo Preminger, quien tenía en su haber una modesta lista de películas no muy meritorias. Con la dirección de Preminger, se dan la mano la energía creadora y la economía del rodaje. Con una acción íntegramente en estudio, un misterio algo complejo, pero al fin, ténue, la fuerza de LAURA reside en las actuaciones, los diálogos, la iluminación y en algo muy subjetivo que nace de la presencia (o ausencia) de su protagonista principal. La trama salió de una novela de Vera Caspary (que fuera serializada en la Collier's Magazine entre octubre y noviembre de 1942, con el título "Ring Twice for Laura"). Clifton Webb es el actor que resalta más de todo el elenco. Su Waldo Lydecker estaba en realidad basado en Alexander Wolcott, crítico del "New Yorker", columnista y locutor. Bueno, Waldo vive en una suntuosa mansión (recibe al detective en un señorial baño, mientras teclea en su máquina de escribir), y tiene el para nada "discreto encanto de la arrogancia", es un misántropo sí, pero posee un excelente sentido de humor, negro y cínico. Webb, que debuta en el cine sonoro con esta película, a los 55 años, logra un retrato acertado y sus diálogos pueden ser como bolas de veneno o manantiales de agua en medio del desierto (siempre con ese acento inglés tan particular, y tan 'inglés'). Waldo le comenta al detective que "Laura me consideraba el más inteligente, ingenioso e interesante hombre que ella jamás hubiera conocido. Y yo estaba completamente de acuerdo con ella sobre tal punto", lo que a las claras nos revela su personalidad. Por supuesto los demás personajes tienen una determinada importancia, pero por su vinculación con el crimen y por su nunca inadvertida presencia, Waldo es el principal de todo el elenco. Gene Tierney logró también una interesante personificación como Laura Hunt, y de hecho, su carrera subsiguiente sería para siempre identificada con este papel, a lo que ella decía, en broma, "es mejor eso a no ser identificada para nada". Laura es una presencia muy sugerente durante la primer parte de la trama, en que todos los personajes hablan de ella. Notamos como Waldo la rememora con mucha nostalgia, casi con autoengaño. La vemos en flashbacks (aquí el flashback toma casi tanta preponderancia como en CITIZEN KANE), y, junto con el detective, vamos construyendo el esquema de su personalidad y las posibles causas que llevaron a su "asesinato". Claro, que cuando aparece viva, todo pega un vuelco, y el detective mismo trata de comprobar si está dormido o despierto. El detective MacPherson fue interpretado por Dana Andrews, un actor que por encontes estaba haciendo sus primeras armas en el cine y que luego tendría una vasta trayectoria hollywoodense. Andrews da una presencia ideal en el tipo frío, de modos un poco toscos y acostumbrado a convivir con el crimen y con gente de los bajos fondos. Hay una clara diferencia entre los modos del detective y los del resto del elenco principal, todos personajes de la alta sociedad, acostumbrados a fiestas, alcurnia y lujos, y todos en cierto modo corrompidos y con sus valores difuminados. Es en el personaje del detective en quien nace el amor, un amor no contagiado con avaricia o ambición egocéntrica. Un amor sincero, a pesar de la rapiña entre la que se mueve. Los diálogos, fruto del trinomio de guionistas Jay Dratler, Samuel Hoffenstein y Betty Reinhardt, son otro de los aciertos de la película, que, un poco irreales quizás, por su excesivo cinismo y mordacidad, desnudan con certeza las oscuras ambiciones, las debilidades, los fuegos fatuos, en definitiva, el lado no luminoso del ser humano, aquel que nos lleva al crimen o a la traición.
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