Reseña crítica: Una injusticia semejante a la de considerar a Edward D. Wood Jr como "peor director de la historia" (habiendo otros peores) es la de mencionar a William Beaudine con el mote de "Una Toma" cuando la premurosa disciplina de no repetir tomas era moneda corriente de tantos destajistas. Esta noche les presentamos a Al Herman, de cuya foja evocamos seriales como THE WHISPERING SHADOW (La Aparición Siniestra-1933) o THE CLUTCHING HAND (La Mano que Aprieta-1936) así como incontables westerns de clase B o Z. En una secuencia de este conversado caso de misterio en el teatro, una cámara que tenía que quedar fija frente a dos protagonistas se bambolea de izquierda a derecha como si el responsable estuvera desorientado si seguirlos o no. En cualquier otro estudio, esta secuencia fallida habría ido al tacho, pero en la reina de la inopía cinematográfica, la legendaria PRC, esa toma queda en el montaje final y el director que lo certifica es el evocado Albert Herman. La trama, por el contrario reviste cierto interés. Apenas termina una función, mientras el público sale ordenadamente, un crítico teatral (Dave O'Brien) conversa con su inseparable amigo taxista (Frank Jenks). De pronto se oyen unos gritos y mientras la gente se agolpa, la pantalla nos muestra una sombra proyectada en la pared. Alguien se ha ahorcado... "o fue un asesinato", dice el taxista, picado por la curiosidad. Será el comienzo del pasmoso caso del llamado "Asesino Fantasma", para cuya resolución el crítico cooperará con el inspector de policía de turno (Jack Mulhall). El cadáver corresponde al tío millonario de la primera actriz (Kay Aldridge); prendido a su chaqueta, se encuentra una tarjeta con el nombre "Capitán Kidd". Pero habrá dos víctimas más: un sereno y un estibador, con sendas tarjetas, "Nerón" y "Napoleón", respectivamente. El vínculo entre las víctimas fue que veinte años atrás todas participaron de una compañía de obras de repertorio, uno como actor, otro asistente, el tercero como carpintero. La compañía estaba dirigida por Cecil Moore (el inglés de quijada robusta Alan Mowbray), padre de la actriz y hermano de la primera víctima. Dado su oficio, es lógico que nuestro protagonista encuentre un viejo programa de tal obra hurgando en el archivo del periódico (en otras épocas, los periodistas invertían horas buscando tal o cual recorte o ejemplar en algo llamado "archivo"). Moore, que interpretó esos personajes a lo largo de su carrera, afronta dificultades financieras y como naturalmente es considerado principal sospechoso, el crítico asume que no debe ser el asesino. Así que convence al policía para tender una trampa: Moore armará un ensayo de "La Muerte de Julio César" y como hará de César, será una chance tan ineludible como previsible para que el asesino intente un nuevo crimen. Es un hecho que Albert Herman no era el realizador indicado para llevar a cabo este argumento de antiguo actor resentido que liquida a sus enemigos caracterizado como personajes de sus obras; décadas más tarde ese mismo concepto sería llevado a la pantalla como THEATER OF BLOOD (El Mercader de la Muerte-1973) por las manos más hábiles de Douglas Hickox. El resultado es que hoy todos los aficionados al cine conocen o han visto esa última mas no éste baratillo precedente. [Cinefania.com]
Calificación Cinefania.com:
Dave O'Brien
