Reseña crítica: Adaptación del cuento de William Irish (Cornell Woolrich) "If I Should Die Before I Wake", dirigida con gran oficio por un Carlos Hugo Christensen en la época de oro de su carrera directorial en Argentina. La historia se inicia con barrocas imágenes de una calesita y con una narración en off, dándonos la impresión de que Charles Laughton tranquilamente habría podido inspirarse para el clima de cuento infantil de su NIGHT OF THE HUNTER (La Noche del Cazador-1955). Luego de esta introducción la acción pasa a un colegio donde un alumno (Néstor Zavarce) se hace amigo de una niña que le hace guardar el secreto de que los chupetines tan ricos que tiene se los convida un "señor" que la espera a la salida de la escuela. Lo más temido se convierte en realidad cuando se informa que la pequeña es hallada muerta. El padre del protagonista (Florén Delbene), un inspector de segunda, investiga el caso sin llegar nunca a averiguar la identidad del asesino, de quien no hay dudas que fue ese "señor" tan amable de los chupetines. Pasa un año y, olvidado el trauma, nuevamente otra compañera de escuela habla sobre un "señor" que le obsequia cosas. Ahora ya no hay dudas, y el chico deja de lado sus miedos y sigue el rastro de tiza que deja la niña secuestrada hasta el mismísimo infierno. Si se trata de buscarle imperfecciones, podríamos decir que la versatilidad y la fuerza dramática que se puede conseguir con actores niños siempre varía de acuerdo a la inteligencia del guión o de los diálogos que deben recitar. Por lo tanto una película que se basa en ¾ de metraje con niños podía llegar a caer en estos vicios. Sin embargo Christensen no solo que lo evita sino que convierte a la niña Martha Quintela en lo que sería tal vez la primera "reina del grito" argentina, paralizando a los protagonistas impúberes y también a todos los espectadores con un clímax final que supera en negritud todo lo que hasta ese momento se había hecho en cuestión de cine policial o de suspenso. ¿Qué tanto tiene que ver con ese logro el hecho de que (no se dice que) el villano es un pedófilo asesino, que la fotografía de Pablo Tabernero posee los suficientes claroscuros como para no apreciar bien las acciones pero sí percibirlas en toda su magnitud y que todos los personajes principales poseen ribetes psicológicos interesantes? Como frutilla del postre hay una secuencia en la mitad de la película que consiste en el sueño del protagonista, en el que ve imágenes de todos los símbolos de la niñez (en edad escolar), y que debería ser declarado uno de los grandes momentos de la historia del cine. [Cinefania.com]
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