X: THE MAN WITH THE X-RAY EYES
(El Hombre con Vista de Rayos X-1963)

Darío Lavia

A pesar de ser un film de ciencia-ficción en pleno comienzo de la psicodelia, EL HOMBRE CON VISION DE RAYOS X parece tener los pies en la tierra, al menos en sus primeros momentos, ya que nos ofrece la historia de un científico, el Dr. Xavier (Ray Milland), que, en pos de un fin noble, experimenta con un nuevo método que le permitiría ver a través de sustancias o materias opacas. Luego de algunas conversaciones y ciertos momentos distendidos (no deja de ser simpático el estilo de baile a go go que tiene Milland), nuestro protagonista logra su cometido y lo demuestra diagnosticando correctamente la dolencia de un paciente sin necesidad de abrirlo.

El conflicto de la película surge por el detalle que los efectos del cambio en la vista de Xavier no son permanentes sino que progresivos. Es decir, a medida que pasa el tiempo su visión va penetrando más y más la materia. Un esquema narrativo similar a otras películas de ciencia-ficción, como por ejemplo, la estimable EL INCREIBLE HOMBRE MENGUANTE, en la que un hombre se empequeñece sin parar hasta enfrentar al alucinante mundo atómico. Pero volvamos a Xavier. Su vista atraviesa la vestimenta y puede ver a las chicas en ropa interior. Pero luego atraviesa la epidermis, y es capaz de localizar tumores con solo observar al paciente. Como el poder de su vista avanza, comienza a traspasar los cuerpos y la materia en general, de manera que se ve obligado a utilizar antiparras de metal o anteojos de concreto para poder ver lo que le rodea. 

Debe fugarse de su entorno científico y se convierte en Mentalo, una atracción de feria explotada ruinmente por un bellaco (el cara de sapo Don Rickles). Más tarde utiliza sus poderes como curandero de barrio y, a medida que su poder va avanzando, termina con un par de cráteres negros por ojos y traspasando toda materia en el universo. Perseguido por las autoridades y luego de un accidente automotriz, Xavier llega a tientas a un servicio evangélico en la que el pastor dice su sermón en torno a tópicos conocidos como la inescrutabilidad del Señor, etc. Al ingresar en la capilla, Xavier que escucha parte del sermón, refuta al pastor diciendo que en aquel momento está viendo lo único que su vista no puede atravesar, una materia estelar que lo observa desde el centro del Universo - siendo que ha atravesado toda la materia, Xavier podría estar viendo a Dios-. El pastor (el gran secundario John Dierkes) observa al pecador y resuelve la situación con una finta muy propia de aquel que se enfrenta a algo desconocido: "estás viendo al pecado, al Diablo! Mateo, capt. 5: «Si tus ojos te ofende, arráncalos!»" La congregación corea el "¡arráncalos!", lo que es suficiente para convencer al ya psicótico Xavier. Hay una arremetida, un grito y el director Roger Corman nos ofrece un cuadro congelado del protagonista con los ojos vacíos...

RAY viendo a DIOSLos títulos del final y el consabido cartón de "American International Pictures" nos impiden averiguar algo más sobre Xavier y sus ojos, ofreciéndonos unos títulos de crédito sobre el fondo de secuencias de "efectos" (en mágico "spectarama"). El mito del "aún sigo viendo!", supuesto diálogo que Ray Milland exclamaba tras quitarse los ojos y que Corman mismo no recuerda bien si lo leyó en el guión o bien lo filmó pero que finalmente no quedó en la película; la metáfora del hombre que para ver más allá de lo que veía el resto de los hombres, dejó de ver; la idea tan religiosa de que el desaforado progreso científico solo puede traer la perdición - en la trama del que se embarca en ese tren pero en la vida real de los que quedan atrás-; la concepción filosófica de un dios dañino - tan amenazante que el pastor lo confunde por el Diablo-... todo queda implícito junto al sabor de un buen film de clase B que sigue siendo vigente a casi medio siglo de su creación.