WELCOME TO BLOOD CITY (1977)

Títulos en español:
- BIENVENIDOS A LA CIUDAD SANGRIENTA [Video] (Argentina)
- BIENVENIDOS A CIUDAD SANGRIENTA [TV] (España)

Dirigida por:
Peter Sasdy
Protagonizada por:
Jack Palance
Keir Dullea
Samantha Eggar
Hollis McLaren
Chris Wiggins
Estudios: EMI (Prod.)
País: G.B.
Duración: 96'
Género: C. ficcion

Títulos alternativos:
- BLOOD CITY

Reseña crítica:  Luego de matar veinte personas, Jack Palance –sheriff de Blood City– ha logrado el status de “inmortal”. Su pueblo se divide en tres clases: los arrogantes amos, de chaqueta azul y pañuelo rojo; los serviles guardaespaldas, de camisa leñadora y escopeta; y los dóciles esclavos, de entero celeste y descalzos. La única manera de ascender de escalafón es matando a alguien. Entre más personas se mata, más se aumenta en popularidad. Keir Dullea es un recién llegado que, misteriosamente, no recuerda nada acerca de su vida anterior ni como llegó ahí. Lo único que sabe es que, a través de una especie de remate, los amos se afanan por apropiarse de él o de una chica que le acompaña (Hollis McLaren). Tras aplicar un poco de dialéctica, Dullea consigue un par de botas y agobiado por un amo (Ken James), se ve obligado a matarlo para salvarse. Una mujer vestida con indumentaria de amo, Samantha Eggar, comienza a socorrerlo en momentos dificultosos para luego involucrarse con él.  
  Todo –el pueblo, los amos, los esclavos– forma parte de una prueba científica. En un recinto de computadoras y monitores, esta mujer y un colega, con el cual está emocionalmente involucrada, estudian la conducta humana como parte de un proceso de calificación. El propósito es comprobar si Dullea es o no capaz de asumir cierto rol vacante en una organización cuyo jefe, Barry Morse, da premurosas órdenes a través de otro monitor. Desde luego, el pueblo es onírico y para acceder a él hay que conectarse unos electrodos y echar a volar la imaginación o soñar.  
  A primera vista, un plantel de científicos con guardapolvos inmaculados frente a televisores de circuito cerrado nos remite automáticamente a WESTWORLD (1973). Sin embargo, la idea de “realidad virtual” en un pueblo del oeste proviene de un famoso episodio de EL PRISIONERO, LIVING IN HARMONY (Drama en el oeste-1967). Tal y como aquellos títulos, BLOOD CITY insinúa varios temas de interés que surgen de las tres clases de individuos que la pueblan. Los esclavos se mueven solícitos para donde les manden y tratan de evitar cualquier roce que pueda resultarles perjudicial o trágico. Los guardaespaldas son un eslabón intermedio: defienden a su patrón pero si éste desaparece, en el acto comienzan a trabajar para el que lo mata. Los amos son egos desatados, capaces de dictaminar la vida o la muerte de quien les plazca; solo tienen la restricción de no poder matar si no hay provocación de por medio. En semejante universo, que en cierto modo, representa la sociedad occidental (y por qué no, la del mundo entero), el protagonista pasa de ser esclavo a amo. Y pronto se ve enfrentado a muerte contra otro amo que aspira a quedarse con aquella chica, que sigue siendo esclava. Tal y como ocurre en El prisionero, la experimentadora se involucra con la realidad virtual y, de acuerdo a su humor, ayuda o perjudica al protagonista llegando en cierto punto, a cambiar las reglas para complicarle la vida.  
  En lo cinematográfico, el realizador Peter Sasdy obtiene un apreciable clima de aprehensión en el primer cuarto de metraje, cuando Dullea llega al pueblo y se anima a salir a la calle principal, indefenso, a buscarse un par de botas. Por comparación, la escena que es perseguido por Palance, durante el último cuarto, no alcanza el mismo nivel de nervio.  
  La resolución, nos remite a un panorama mucho más violento y sangriento que la tenebrosa Blood City: en un monitor se muestran noticiarios de atentados, conflictos bélicos, ataques subversivos o represiones de fuerzas policiales o militares. Las muertes, a diferencia del pueblo del oeste, ocurren casi sin motivo, por capricho o para que sirvan como ejemplo a elementos revoltosos o dañinos. El film no aspira a la crítica social ni al testimonial y se limita a mantener la línea fantástica. Pero esos atisbos de “realidad” entre tanta virtualidad y manipulación del individuo son sustancioso disparador de inquietudes que, hoy en día, con el actual protagonismo de tales conceptos, permiten que el relato asuma inédita vigencia. [Cinefania.com]
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