GREASER'S PALACE (1972)

Títulos en español:
- GREASER'S PALACE [FEST] (Argentina)

Dirigida por:
Robert Downey Sr.
Protagonizada por:
Albert Henderson
Michael Sullivan
Luana Anders
Woodrow Chambliss
Ronald Nealy
Estudios: Greaser's Palace (Prod.) Cinema 5 (Distr.)
País: EE.UU.
Estreno: 31 de Julio de 1972
Estreno en Argentina: 11 de Abril de 2006
Duración: 91'
Género: Western

Reseña crítica:  La pasión de Cristo pero en el Viejo Oeste, con el Mesías descendiendo en paracaídas en una pradera agreste, donde se dedica a cantar sus parábolas y a resucitar una y otra vez a un contrahecho, cuyo padre contínuamente lo mata. Este Mesías, apropiadamente llamado “Jessy” (una memorable caracterización de Allan Arbus, en todo momento enfundado en su traje zoot), tiene su propia meta: “llegar a Jerusalem para ser actor, cantante o bailarín”. Ni bien arriba al pueblo, montado en un burro, se entrevera con el Sr. Greaser (Albert Henderson), una especie de Herodes aquejado de una constipación que le causa tan mal humor que se descarga baleando a todo aquel que no le cae en gracia. Junto al resto de sus secuaces se pone a seguirle el paso, con ansiosa devoción unos, con apacible simpatía otros. Un grupo de discapacitados se presenta en busca de curación. Jessy repite su fórmula: apoyar una mano en el paciente y recitarle “si tú sientes, tú sanas”. Una de estas “curaciones” surte extraño y desopilante efecto cuando un tullido suelta su muleta y se pone a gatear durante el resto del metraje, anunciando “I can crawl, I can crawl!” Más tarde llega a la cabaña de un enanito (Hervé Villechaize), que convive con una “esposa” (personaje interpretado por un actor con caracterización estilo Gabby Hayes) que cocina un suculento guiso de color blanco espuma. En una parada obligatoria, Jessy asiste al saloon donde la hija de Greaser, Cholera (Luana Anders), ofrece su número de canto y danza erótica. Acto seguido, Jessy canta y baila, cerrando su actuación con la perforación y milagroso sangrado de las palmas de sus manos lo que cosecha un aplauso sentido de la multitud. Entre estos y otros episodios del “ministerio” de Jessy, la trama se intercala con una “sagrada” familia, cuyos padre e hijo son degollados y la esposa debe darles sepultura. A su vez, cuando intenta reemprender marcha, recibe disparos y flechazos. Tras incontables penurias, insertadas con cuentagotas a lo largo de todo el film, será esta mujer la que crucifique al pobre Jessy. Previo a ello, habrá un encuentro breve y sentencioso entre el protagonista, su Padre y el Espíritu Santo. Pero los personajes más grandes que la vida no pueden morir y el penúltimo plano nos lo muestra caminando, que es lo que ha venido haciendo desde el primer fotograma, rumbo a un emotivo atardecer.  
  Robert Downey Sr, incansable baluarte del cine independiente norteamericano es, salvo por la familiar connotación con su popular y homónimo hijo actor5, todo un ignoto para los cinéfilos convencionales. Realizador de un cortometraje fantástico que es digno precedente weird western, BALLl'S BLUFF (1961), sobre un soldado confederado que despierta en el Central Park de la década del sesenta, GREASER'S PALACE representa una eclosión de parodia, sátira, absurdo, grotesco... incluyendo incontables gags escatológicos. A veces los gags son fallidos o, al menos, desacertados. Otros momentos mantienen su cuota de humor, por ejemplo, la extraordinaria sanación de un indio sobre el cual Jessy no obra ningún milagro, solo lo somete a una dosis de drástica kinesiología o bien el ardoroso encuentro entre Jessy y Cholera (la María Magdalena de la función) que con solo tocarla y besarla, llega al orgasmo, una y otra vez.  
  Ha corrido mucha agua bajo el puente y hoy, tras las versiones de los Monty Pyton, de Scorsese y de Mel Gibson, la figura de Jesús ya no genera tanto escándalo como en aquella época de transición. Por eso lo que hoy día GREASER'S PALACE sigue ofreciendo son unas cuantas composiciones de valor, algunas secuencias fellinianas y el incansable paso de un cuadro delirante a otro más delirante aún. El espectador predispuesto –ya que el film no es para todos los gustos– ha de establecer simbologías y asociaciones con personajes bíblicos y aún con instituciones, pero sobre todo, deberá asumir el capricho del relato así como la Iglesia tuvo (y tendrá) sus dictámenes caprichosos... tanto como el de los seres humanos que rige y la componen. [Cinefania.com]
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