TOMBSTONE CANYON (1932)

Dirigida por:
Alan James
Protagonizada por:
Ken Maynard
Cecilia Parker
Sheldon Lewis
Frank Brownlee
Jack Clifford
Estudios: K.B.S. (Prod.) Sono Art (Distr.)
País: EE.UU.
Estreno: 25 de Diciembre de 1932
Duración: 62'
Género: Western

Reseña crítica:  Luego de dos exponentes silentes – lamentablemente perdidos – como HAUNTED RANGE y PHANTOM CITY, Ken Maynard demuestra que no hay dos sin tres, y vuelve al weird western con TOMBSTONE CANYON, uno de los primeros títulos que protagoniza a las órdenes de Alan James. Parece que la asociación fue satisfactoria debido a que la dupla reincidió en numerosos westerns, varios de los cuales incursionaron en el territorio del gótico de las praderas.  
  Ken Mason (Maynard) cruza el desierto rumbo a la cabaña de un hombre que le ha prometido revelar la identidad de su padre. A mitad de camino, en el cañón Tombstone, es emboscado por tres hampones y es salvado por una chica, Jenny Lee. Ambos escuchan el aullido del “Fantasma”, un encapuchado armado con una escopeta que se dedica a liquidar a los hijos y secuaces de Alf Sykes (Frank Brownlee, el R.G. Armstrong del cine de los treinta). Los cadáveres comienzan a apilarse, y con cada nueva muerte, el implicado es Ken. Mientras el sheriff se pone de su lado, todo es manejable, pero cuando éste pierde la vida, el héroe se convierte en fugitivo buscado por los Sykes y por la turba inflamada de linchamiento.  
  En medio, tenemos la reglamentaria simpatía que deviene en amor entre Ken y Jenny Lee, un formidable escape de la cárcel y del pueblo mismo, frente a las narices de sus perseguidores y el asombroso desempeño de Tarzan, fiel palomino de mil y una aventuras. El climax coincide con un desenlace a toda orquesta, con el tiroteo de todos contra todos en el rocoso escenario natural del Red Rock Canyon, con peleas y disparos en el borde de los riscos y cuerpos que caen al vacío. Tal como hemos aprendido de PHANTOM CITY, el “fantasma” es su padre perdido, que todos daban por muerto pero que, con el rostro consumido por las llamas y la cuerdas vocales afectadas, ha sobrevivido a solo efecto de vengarse de sus enemigos.  
  A falta de una fotografía sugerente, el realizador opta por truculencias propias del cine de terror, tales como el disparo en la cabeza al sheriff o la inmediata exhibición del make-up de ese gran sobreactor de la etapa silente que fue Sheldon Lewis. La ausencia completa de alivios cómicos o la mesura del imprescindible elemento romántico contribuyen para elevar a TOMBSTONE CANYON al podio de los westerns góticos de toda la década, por encima del opus de culto de John Wayne HAUNTED GOLD. [Cinefania.com]
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