MILAGRO DE CEFERINO NAMUNCURÁ, EL (1971)

Dirigida por:
Máximo Berrondo
Protagonizada por:
Nelly Ortiz
Lucerito Aguilar
Adolfo Marzorati
Jorge Edelman
Daniel Del Castelo
Estudios: Remax Films (Prod.)
País: Argentina
Estreno: 17 de Junio de 1971
Duración: 80'
Género: Religion

 Reseña Cinefania.com
Reseña crítica:  La exacerbación del drama se conoce en teatro o cine como “melodrama”. La exacerbación del melodrama, en cambio, aún no tiene definición y EL MILAGRO DE CEFERINO NAMUNCURÁ, con sus arrebatos telenovelescos y furibundos, podría sentar precedente. Pero aun así nos interesa por la aparición mística del espíritu del “indiecito santo”.  
  En la estancia de doña Catalina, se hacen ansiosos preparativos para la llegada de su hijo Rafael, que viene desde Buenos Aires luego de una ausencia de algún tiempo. La agria dueña del lugar planea casarlo con su mano derecha, la servil Irene que, a su vez, está en oculto y pasional romance con un peón, a quien le explica que la boda es un sacrificio necesario para hacerse con la propiedad de la tierra. La sorpresa es que cuando llega Rafael, viene con su flamante esposa, Anahí, descendiente “de la estirpe m??s pura de nuestro país”. Doña Catalina, estupefacta, exclama: “¡Una india!” y será el comienzo de una tortura psicológica para la joven heroína, mortificada a cada palmo de la estancia por la rugiente mala espina de su suegra. En las sombras, la maquinadora Irene exige a su amante que provoque algún accidente para librarse del hijo y más tarde, de la patrona, quién “puede desaparecer en el guadal”. Como el peón se niega a semejante “canallada”, Irene comienza a manipular a otro peón, José Luis quien, a su vez, siente honesta atracción por Anahí. En medio de estas silenciosas pulsiones, surge la tragedia (requisito del melodrama): se desata un incendio y, mientras ayuda a los heridos, Rafael sufre un accidente. Al volver en si ¡ha perdido la vista! Doña Catalina dispone un viaje a Buenos Aires, donde los médicos podrán atenderlo mejor. Como enésima humillación, prohibe a Anahí de acompañarlos. “Es mi esposo, y yo quiero estar a su lado” reclama con justicia la joven. Y la vieja vomita su alegato: “Pero también es mi hijo, un pedazo de mis entrañas, es mi sangre ¿me entiende? ¡Me pertenece más a mi!” Mientras en Buenos Aires, el oftalmólogo le diagnostica daño irreparable en la retina, la desesperada Anahí ruega al santito y éste se le aparece en una luz o entre los árboles y le anima a seguir adelante.  
  Al regresar Rafael, frente a Irene, José Luis y el resto de la peonada, dice a su esposa: “no te quiero más, nunca te quise”. En discernible táctica de autocompasión por estar ciego y no querer ser una carga, le escupe su motivación: “¿a quién puede querer un hombre muerto? ¡Soltame! ¡Andate... lejos!” En última pulseada por expulsar a su nuera, doña Catalina amenaza revelar una calumnia que Irene lanzó en tiempo diegético: ¡Anahí y José Luis se han burlado de Rafael! Y en un climax a toda orquesta con el elenco reunido en la sala de estar, doña Catalina desafía a Anahí: “¿por qué no le pide a ese indio, Namuncurá, que le devuelva la vista a mi hijo...?” Y, en dislatada contradicción con las Escrituras y la mayoría de las fuentes autorizadas, el santito obra el milagro a pedir de boca. Aún habrá tiempo para un flashback que explique la dureza de doña Catalina, una colección de postales de Anahí y Rafael (con la vista restaurada) visitando los lugares donde Ceferino pasó su infancia o a Benigno Namuncurá, un descendiente y, finalmente, la resolución policial del sórdido plan de Irene y el peón con un asesinato (de nuevo diegético) y la cucharada de su propia medicina para la pérfida villana. En cambio, doña Catalina escucha las voces de sus muertos y cambia de actitud, trocando resentimiento por maternal afecto hacia su hijo, nuera y flamante nietecillo. Y todo por la intercesión del santito indio, a quien el Papa Paulo VI declararía “venerable” al año siguiente del estreno del film, en 1972.  
  Más allá de los precedentes religiosos y de su primitivismo dramático, los diálogos impostados y la arcaica puesta en escena, el film es una inusual chance de tener una buena dosis de un arte perdido: el radioteatro y, en este caso, con artistas de fama en el ámbito de las provincias. La autora de la obra original, Nélida de Mendoza, creadora de un personaje popular del éter del interior, Tijereta Vizcacha, el terror de las muchachas, era esposa de Adolfo Marzorati, integrante del elenco; Jorge Edelman, marido de Nelly Ortiz, ambos intérpretes del film. Todos, miembros de una misma compañía que sostenía las horas previas a la siesta con incontables obras en la última época de oro del género. De esta manera, el film puede apreciarse con los ojos cerrados, escuchando los diálogos y ajustados efectos de sonido para tener una perfecta dosis de radioteatro neuquino de medio siglo atrás, experiencia difícilmente igualable en el olvidado cine de estampita argentino. [Cinefania.com]
Calificación Cinefania.com: 1,5 Estrellas
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 Ficha Técnica
Reparto
Ver créditos
  Nelly OrtizNelly Ortiz   ... Catalina  
  Lucerito AguilarLucerito Aguilar   ... Anahí  
  Adolfo MarzoratiAdolfo Marzorati   ... Tío Sebastián  
  Jorge EdelmanJorge Edelman   ... Rafael / Alejandro  
  Daniel Del CasteloDaniel Del Castelo  
  Mario Luis CastelMario Luis Castel  
  Coquito EdelmanCoquito Edelman  
  Zulma LaurenzZulma Laurenz  
  Jorge Alberto AlvaradoJorge Alberto Alvarado  
  Raquel ÁlvarezRaquel Álvarez  
  Hugo VallejosHugo Vallejos  
  Víctor AcostaVíctor Acosta  
Rubros Técnicos
  Dirección:   Máximo Berrondo
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