BLOWUP (1967)

Títulos en español:
- BLOWUP: DESEO EN UNA MAÑANA DE VERANO (Argentina)
- BLOW-UP: DESEO DE UNA MAÑANA DE VERANO (España)

Dirigida por:
Michelangelo Antonioni
Protagonizada por:
David Hemmings
Vanessa Redgrave
Sarah Miles
Peter Bowles
Verushka
Estudios: Bridge Films (Prod.) MGM British (Distr.)
País: G.B.
Estreno: Enero de 1967
Estreno en Argentina: 31 de Octubre de 1967
Duración: 111'
Género: Intriga

DVD:
1. Blow-Up Warner Home Video (17/02/2004)

Títulos alternativos:
- BLOW UP - FÖRSTORINGEN (Alemania)
- BLOW-UP - DEPOIS DAQUELE BEIJO (Brasil)
- BLOW-UP (EE.UU.)

Reseña crítica:  Lejana versión de "Las babas del diablo", cuento de Julio Cortázar, en la que un creativo fotógrafo (David Hemmings) prepara un libro de fotos sobre la violencia y los bajos fondos hasta que decide incluir una toma de una pareja que pasea en el parque tomada con teleobjetivo. Al aplicar compulsivamente el "blow-up", es decir, la ampliación de la imagen, cree descubrir un homicidio. Sin embargo este incidente no da paso a ningún tipo de investigación o deducción policial o particular, ni siquiera cuando regresa por la noche al parque y se encuentra con el cadáver, sino a un fascinante estudio de la representación de la realidad dentro de la ficción y de los ambiguos límites entre realidad e irrealidad. El director Michelangelo Antonioni no se propone plantear ninguna certeza en su trama, dejando que la historia y el relieve psicológico de los personajes principales se construya de manera sutil a través de una sumatoria de elementos en apariencia decorativos pero que, a la postre, terminan convirtiéndose en las únicas bases sobre las que eregir cualquier intento de comprensión e interpretación del filme. El retrato descriptivo de una Manchester moderna (de 1966, claro está) es, para Antonioni, una ciudad cuasi-vacía, un grupo de estructuras que tienen habitantes casi por compromiso. Hay clubes de rock donde tocan futuras celebridades (Jeff Beck, Jimmy Page) ante un público casi inerte. Un grupo de mimos abre la película invadiendo las calles y pidiendo una colaboración a los transeuntes. La aparición final de dichos mimos es un fuerte indicio sobre que la interpretación de la película residiría en esa cualidad de la disciplina que consiste en llenar espacios vacíos con elementos a los que el mimo dota de entidad, diámetro y peso. Probablemente la vida hueca del fotógrafo, ya hastiado de promiscuidad y excesos, lo conduzca a crear una realidad ficticia que luego, como receta, deberá deconstruir para poder continuar viviendo. Otro elemento interesante, aportado por un pintor amigo (John Castle) es que luego de mucho observar sus cuadros, encuentra formas y significados que al principio no percibía. El fotógrafo es, si se quiere, un pintor, pero su paleta es una cámara, de manera que la extraña amenaza captada por su objetivo también puede ser resultado de su propia imaginación. En última instancia, la lente de la cámara de Antonioni funciona como un tercer tamiz que agrega nuevos juegos de luces y apariencias que tienden a convertir a la película en una especie de matrioskas de celuloide, magníficas pero herméticas. [Cinefania.com]
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