CYCLONE FURY (1951)

Títulos en español:
- DESFILADERO DEL TERROR (México)

Dirigida por:
Ray Nazarro
Protagonizada por:
Charles Starrett
Fred Sears
Clayton Moore
Robert J. Wilke
Merle Travis
Estudios: Columbia (Prod.-Distr.)
País: EE.UU.
Estreno: 14 de Agosto de 1951
Duración: 53'
Género: Western

Reseña crítica:  Sabemos que el cine clase B de principios de los cincuenta no podía pervivir sin echar mano constante y descarada al stock footage. Uno de los ejemplos de tal disciplina ocurre en las últimas temporadas de la serie del Durango Kid. En los primeros cinco minutos de CYCLONE FURY, por ejemplo, tenemos cuatro de secuencias de archivo con la voz de un relator que nos instruye sobre el caballo y la importancia para el cowboy. Sin embargo, no es por tal intríngulis sino por una breve y simpática secuencia en que Smiley se entrevera con un esqueleto que la incluimos en el presente capítulo.  
  El Durango frustra un intento de Clayton Moore y Bob Wilke por robarse unos caballos que pertenecen a un pequeño indiecito (Louis Lettieri). El héroe atrapa a un secuaz y cuando está interrogándolo, se produce uno de los clichés del western clase B: el villano principal dispara, pero en vez de apuntar al héroe (en este caso el Durango) apunta al secuaz, para evitar que confiese. Poco después Smiley ingresa en un rancho donde se entrevera, seguidamente, con una telaraña, un susurrante autillo y un inquieto esqueleto que más tarde volverá a aparecer, incluso, dando la nota (de barítono) en un interludio mortuorio junto al legendario Merle Travis y su banda, los Bronco Busters. Aparte de estos momentos de puro humor negro, el mérito del film parecería ser el ingenio volcado para justificar la inserción de las secuencias y personajes de archivo: el trío de hampones (Edmund Cobb, Kermit Maynard y Ray Bennett) persiguiendo a Smiley y atajados por el Durango proviene de GALLOPING THUNDER (Ladrones de caballos-1946); los despliegues de caballos que van y vienen habían sido utlizados en PRAIRIE THUNDER (1947); en tanto, Smiley sorprendido por los indios de Running Wolf (Jay Silverheels) mientras hace confusas señales de humo, proviene de LARAMIE (La huella del renegado-1949).  
  Más allá de esta arqueología de serie B, hay que rescatar el climax (mejor dicho, stock climax) de una tropilla caballar inundando las calles del pueblo y la pelea a trompadas entre el Durango y el villano de turno en una habitación cerrada. En el film se mezcla todo, indios, secuaces, cabalgatas, diferencias de grano entre metrajes, personajes observando hacia aquí o hacia allá y –cortes de montaje de por medio– observando arriadas, tiroteos, domas, como si todo ocurriera en un mismo espacio temporal. Es la magia del cine, claro está. Pero una magia cuyo truco radica en la velocidad y el fluir narrativo. Y los 53 minutos en que el destajista especializado en el oeste Ray Nazarro expone la modesta trama, son parte indispensable de la cosa. [Cinefania.com]
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