HEAVEN ONLY KNOWS (1947)

Títulos en español:
- SÓLO EL CIELO LO SABE (Argentina)
Dirigida por:
Albert S. Rogell
Protagonizada por:
Robert Cummings
Brian Donlevy
Jorja Curtright
Marjorie Reynolds
Bill Goodwin
Estudios: Nero (Prod.) United Artists (Distr.)
País: EE.UU.
Estreno: 12 de Septiembre de 1947
Duración: 100'
Género: Western
Títulos alternativos:
- MONTANA MIKE [Reestreno] (EE.UU.)

 Reseña Cinefania.com
Reseña crítica:  La concepción de que el Reino de los Cielos debe tener una administración así como cualquier organización humana, con sus biblioratos y registros, da lugar a todo un subgénero cinematográfico que se mueve en carriles de alegoría, mística, religión y, naturalmente, comedia. Ejemplos dignos de proyectarse en el cine de la parroquia fueron THE COCKEYED MIRACLE (Milagros a la orden-1946) y A MATTER OF LIFE AND DEATH (Ury: Escalera al cielo / Esp: A vida o muerte-1946), ambos sobre personas que mueren, van al Cielo y vuelven a la Tierra para resolver cuestiones pendientes. Un tercer título sobre esta temática fue HEAVEN ONLY KNOWS que, al transcurrir en la Montana de fines del ochocientos, se torna nominalmente en un western cuyo componente místico añade el bienvenido elemento weird.  
  Robert Cummings es Michael*, una especie de notario celestial que se alarma cuando descubre una omisión en el Libro de la Vida: la ausencia de Adam Byron, y lo que significa es que carece de alma. En consecuencia, este Byron es un tipo sediente de poder que se dedica a regentear un casino donde corren los peores vicios del pueblo. Consultando a unas deidades celestiales representadas por ancianos señeros, comandados por William Desmond como un tal “Gabriel”, sugieren consultar el Libro del Destino. Dicho registro bibliográfico informa, en implícita alusión a la predestinación mantenida por cierta doctrina protestante, que Byron debería casarse con la hija de un pastor, tener tres hijos y ser lumbrera de su comunidad. Para corregir este grave error, el propio Michael es enviado a la Tierra con la misión de encauzar la vida de Byron. Su única restricción es que no puede obrar milagros ya que “los humanos no creen” en ello.  
  Al llegar a destino, el ángel conoce a Plummer (Bill Goodwin), propietario de un salón de juegos rival de Byron, el “Pair-a-Dice”. Poco después, también se encuentra con el propio Byron, que lo recibe con desconfianza y hostilidad al confundirlo con el Kansas Kid, un asesino a sueldo pagado por Plummer. Mientras aún se está presentando, sin querer, Mike frustra el atentado del auténtico Kansas Kid. Esto gana la confianza de Byron, que lo involucra en sus negocios y lo hace confidente de su problema con Drusilla (Jorja Curtright), la mencionada hija del pastor. Maestra de escuela cansada de las bravuconadas del guardaespaldas de Byron, un pistolero llamado “Treason” (Gerald Mohr), Drusilla incita a los pobladores a quitarse de encima tanto a Byron como Plummer. El campechano sheriff del pueblo (Bill Erwin) propone, de manera muy poco ética, provocar que se maten entre ellos. Este operativo culminará en un intento de linchar a Mike en una memorable escena que evoca el barroquismo del western negro THE OX-BOW INCIDENT (Arg: Conciencias muertas / Esp: [tv/dvd]: Incidente en Ox-Box-1943). Tratando de imponer sensatez y moderación, el pastor (John Litel) contiene a la turba pero sus intentos son infructuosos. Mike lo conforma: “la bondad, la verdadera bondad, no se promueve como una recompensa. Es algo que se hace desde el corazón, porque se debe hacer” (razonamiento que provoca la sorpresa del pastor, de cuya boca deberían haber salido esas palabras). Y el concepto es parte de toda una lección de moral cristiana que el film expone, no desde el púlpito sino sutilmente, a través de diálogos y del sentido del relato. Byron se termina reformando un poco por influencia de Mike y otro poco por su evidente atracción hacia Drusilla.  
  Curiosa es la presencia del personaje de Gerald Mohr, en apariencia un guardaespaldas pero en verdad una potestad infernal, tal vez en competencia paralela con Mike. La cámara no pierde ocasión de mostrarlo en planos de sugerente iluminación, con el rostro resaltado por sombras y una sonrisa verdaderamente endiablada. Luego de verlo en varias escenas jugueteando con un fósforo sin que nunca parezca quemarse, un plano magistral nos lo muestra levantándose, en medio de un incendio, y caminando sonriente por entre las llamas. Cuando se convence que Byron ha recuperado su alma, arriesgando la vida por su amigo y por su enamorada, nuevamente sonriente, desaparece sin más tras un árbol.  
  También habría que resaltar la figura pocas veces reconocida de Albert S. Rogell, responsable del film. Tal vez recordado por la comedia terrorífica THE BLACK CAT (El gato negro-1941), cuyo mayor acierto podamos haber atribuido al arte del iluminador Stanley Cortez; tal vez en el registro filmográfico de un recopilador de weird westerns por PHANTOM CITY (El fantasma de la mina-1928), canibalizada para la única película de terror de John Wayne, HAUNTED GOLD (El fantasma de la mina-1932). Poseedor de una filmografía de más de cien títulos durante cuatro décadas, de destajista a artesano de la clase B en los años veinte y treinta, en algún momento Rogell se convirtió en un creador de inusitada fuerza cinematográfica aunque solo podamos respaldar semejante afirmación con un solo film, el que nos ocupa. Y los recursos utilizados conforman toda una paleta: la perfecta combinación de ambientación en estudio y escenarios naturales, la implementación del efecto especial, la supeditación a las reglas del género (en este caso el western) y la construcción de los personajes a través del diálogo y el primer plano, el montaje exquisito y labrado como una piedra preciosa. Desde luego, la trama es un relato moral pero no por ello carece de tensión sexual, muertes violentas y ambiguedades en los protagonistas. Pero lo original del film es que a una introducción celestial y plagada de pasos de comedia prosigue un desarrollo mayormente serio que incluye golpes bajos y giros imprevisibles.  
  El desenlace, intimista, está precedido no por uno sino por dos climax: primero, el espectacular incendio del “Pair-a-Dice”; luego, el duelo a pistola desenfundada y caminando entre Byron y Plummer. En el primero, el pequeño Speck (Peter Miles), un niño enfermo crónico y rechazado por los demás chicos, queda atrapado en una habitación. Contra toda sensatez, Byron se mete en el edificio en llamas y lo rescata pero mientras está saliendo, las cajas de dinamita plantadas por Treason explotan. Violando sus propias reglas, Mike obra el milagro de permitir la salida indemne de ambos. En tanto, el duelo es un enfrentamiento en que ambos rivales comienzan a caminar desde una distancia de 100 metros, a través de la calle principal del pueblo, disparándose uno a otro a medida que se van acercando. Speck trata de ayudar a Byron, que acaba de ser herido. A su vez, el viejo borrachín del pueblo (Edgar Kennedy) trata de proteger al pequeñín y recibe un balazo de lleno. Deslumbrado por un repentino rayo de sol, Plummer se descuida y es acertado por Byron. La muerte del anciano es uno de los momentos más emocionantes del film. La cámara muestra a Robert Cummings entre dos nubes (las nubes son contínuos elementos de significación celestial) y le asegura que ya no sufrirá. Y en el instante previo a expirar, el viejo – con el rostro transfigurado – llama al ángel por su nombre y no por su apodo. Más tarde, cuando Mike se despide, se lleva consigo a Speck en un carruaje que marcha rumbo al otro mundo; la cámara muestra el pasaje a través de la ventanilla, en segundo plano, cuando el fondo de la pradera se torna en cielo astrífero. El diálogo entre ángel y niño es más que elocuente: “Sabes Speck, tarde o temprano” dice Robert Cummings y en ese momento exacto, quebrando la cuarta pared, se dirige con la mirada a cámara “a todos nosotros nos toca sentirnos cansados... hay otra palabra para ello pero no significa nada”. Y la implicancia de la muerte infantil sumada al involucramiento del espectador constituye uno de los instantes más conmovedores que hayan surgido del western fantástico todo.  
    
  * En su volumen correspondiente a la década del cuarenta, el AFI comenta que la PCA objetó la descripción del personaje de Mike como arcángel Miguel debido a que los espectadores religiosos podrían sentirse ofendidos con la caracterización cómica de la figura bíblica. Para subsanar la cuestión, el organismo sugirió que el personaje fuera descripto como una potestad celestial de grado inferior y que su nombre fuera cambiado. A pesar que se mantuvo lo de “Mike”, la impresión final es que este ángel fuera un administrativo de bajo rango en el plantel celestial. [Cinefania.com]
Calificación Cinefania.com: 3,5 Estrellas
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 Ficha Técnica
Reparto
Ver créditos
  Photo Robert Cummings
Robert Cummings
(1910-1990)
  ... Mike  
  Photo Brian Donlevy
Brian Donlevy
(1901-1972)
  ... Adam 'Duke' Byron  
  Jorja CurtrightJorja Curtright   ... Drusilla Wainwright  
  Photo Marjorie Reynolds
Marjorie Reynolds
(1917-1997)
  ... Ginger  
  Photo Bill Goodwin
Bill Goodwin
(1910-1958)
  ... William Plumber  
  Photo Stuart Erwin
Stuart Erwin
(1903-1967)
  ... Sheriff Matt Brodine  
  Photo John Litel
John Litel
(1892-1972)
  ... Reverendo Wainwright  
  Photo Edgar Kennedy
Edgar Kennedy
(1890-1948)
  ... Judd  
  Photo Gerald Mohr
Gerald Mohr
(1914-1968)
  ... Treason  
  Photo Lurene Tuttle
Lurene Tuttle
(1907-1986)
  ... Mrs. O'Donnell  
  Photo Gerald Perreau
Gerald Perreau
(1938-2002)
  ... Speck O'Donnell [acred. como Peter Miles]  
  Will OrleanWill Orlean
(1909-1990)
  ... Kansas City Kid  
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  Dirección:   Albert S. Rogell
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