MARKED MEN (1940)

Títulos en español:
- SEIS FUGITIVOS (Argentina)

Dirigida por:
Sam Newfield
Protagonizada por:
Warren Hull
Isabel Jewell
John Dilson
Paul Bryar
Charles Williams
Estudios: PRC (Prod.-Distr.)
País: EE.UU.
Estreno: 30 de Septiembre de 1940
Duración: 66'
Género: Western

Títulos alternativos:
- DESERT ESCAPE [TV] (EE.UU.)

Reseña crítica:  Se suele mencionar Monogram como sinónimo de compañía pobretona sin embargo, Monogram era una major en comparación a la misérrima PRC. Más allá de la mera austeridad, cuando el dinero escasea y hay que hacer milagros con nada, los hermanos Neufeld, Sam como realizador y Sigmund como productor, se convirtieron en un sólido dúo que hoy son íconos del bajo presupuesto. Y uno de los métodos de ahorrar en la realización de un film es aludir a un incidente espectacular través del diálogo.  
  En este caso, un dúo de ex convictos recién fugados exponen en dos minutos de metraje el trasfondo de la inocencia de uno de ellos, Bill Carver, y su forzada participación en una fuga, obligado por el gangster Joe Mallon sólo porque le cae bien. Llegan los secuaces, suministran ropas de paisano para quitarse las de presidiario y antes de poder salir, la policía los acorrala en un típico depósito. Tiroteo de por medio, todos los hampones son capturados salvo Bill, que escapa y se marcha no solo de la ciudad sino del estado, cruzando al menos tres fronteras y llegando a Texas (todo a pie y con una cantimplora). En el camino se amiga con un perro salvaje que lo defiende de una jauría aullante. Llega a un pueblucho donde entra en trato y se enamora de la dulce hija de un médico respetable. El pasado aflora en este presente bucólico. Bill salva a una niña de ahogarse y le da primeros auxilios. Su foto sale en el periódico local y el sheriff compara la fotografía con su pizarrón de “buscados”, descubriendo que Bill es un prófugo de la ley. Las cosas se complican, los gangsters (que por lo visto se han vuelto a escapar) aparecen en el pueblo y asaltan el banco, cruzándose en su fuga con Bill. Hay un tiroteo y un guardia cae muerto. El protagonista es acusado de complicidad y al tratar de escapar, es herido de un balazo. El drama se resolverá en medio del desierto con Bill encontrando a los gangsters y prestándose a guiarlos al límite del estado (nuevamente a pie y con dos cantimploras para seis). Por la noche, el fiel amigo canino de Bill oficia de cartero, llevando y trayendo mensajes para su amada. A medida que pasan los días, el jefe de la banda va perdiendo los estribos y ante una afrenta, la avidez por el agua o simplemente un intercambio irrespetuoso, va matando a quemarropa o por la espalda a cada uno de sus secuaces.  
  Difícil encontrar una motivación que permita justificar las conductas de los personajes o la vinculación de los asaltantes con el atribulado protagonista. La extremada candidez de Bill, que lo lleva al presidio, luego a una fuga y finalmente a una nueva fuga no se condice con el Bill que trata de manipular psicológicamente al gánster psicópata. Salvando estas cuestiones de lógica interna (presentes también en incontables productos de la época), el melodrama del inocente falsamente acusado que no puede huir de su pasado confluye en un climax con un impiadoso asesino que mata por simple deseo. El resultado es todo un thriller cuya temperatura aumenta a la par del termómetro desértico. [Cinefania.com]
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