No recuerdo cuando fue que adquirí el gusto de tomar café, pero ya llevo varios años ingiriéndolo en dosis diarias relativamente moderadas. En alguna época esta dosis supo ser un litro diario (del instantáneo), hoy no creo superar los 3/4. En algún momento de mi vida (muy probablemente desde el comienzo) le ponía una cantidad de cucharaditas de azúcar considerable: tres cargadas para una tasa de 300 cm^3 (una tasa grande). Recientemente he optado (tampoco recuerdo la razón) por reducir esta cantidad a la mitad: es decir una y media cucharaditas; el resultado es increíble...ha surgido una nueva infusión: CAFÉ. Lo mismo que antes pero ahora es posible percibir sabores otrora enmascarados por la dulcinea blanca que uno se administraba. Ahora eso ha sido reemplazado por un ligero y agradable amargor (que diga algún lexicógrafo si existe dicho término). Será este el verdadero sabor del café; y más aún: ¿debemos llegar al extremo de 0 azúcar? (como muchas gaseosas hacen, aunque la reemplazaon con otras cosas, quien sabe, quizás peores). Y he aquí mi sugerencia para el habitual bebedor generoso, dulcero, de café: pruebe reducir a la mitad la cantidad de azúcar, dele una oportunidad al organismo de percibir algo diferente. Para mí valió la pena. 22-10-2008