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CUARENTA AÑOS DEL MAYO FRANCÉS

Pronto se cumplen cuatro décadas de uno de los movimientos más importantes y contradictorios del pasado siglo. Un conflicto nacido en las aulas universitarias de París encendió la chispa de una rebelión contra los mismísimos cimientos del mundo de posguerra, contagió su fervor a los trabajadores y sirvió de inspiración a movimientos similares en Italia, Checoslovaquia, Alemania, Estados Unidos, México, Japón. Esperamos que estas líneas ayuden a entender de qué se trató. (Nota originalmente publicada en 45 RPM).

"Somos tan étnicos ahora, con nuestro pelo largo y toda esa mierda. Pero cuando vamos a las cosas que la civilización necesita para funcionar... ¿Quién va a ser el recolector de la basura? Ninguno de nosotros desea serlo. La mayoría de nosotros diría: 'eso está por debajo de mí, yo no voy a hacer ese trabajo'" (John Fogerty, entrevista en Rolling Stone, 1969)

"EL CAOS SOY YO"

En la semana del lunes 20 al viernes 24 de mayo de 1968, el gobierno de una de las cuatro o cinco principales potencias mundiales estaba acorralado. Más de nueve millones de trabajadores se habían declarado en huelga y ocupaban sus fábricas; las universidades llevaban semanas tomadas por los estudiantes; no funcionaban el transporte público, el correo, la televisión, los aeropuertos, los ferrocarriles, los astilleros; la gente común ayudaba a los estudiantes a escapar de la represión de una policía que había perdido el control de la calle; piquetes de agricultores bloqueaban el acceso a la ciudad de Nantes. A mitad de la semana siguiente, la rebelión se batía en retirada; unas pocas semanas después, el partido del gobierno alcanzaba una mayoría inédita (60 % de los votos) en elecciones convocadas de apuro. ¿Qué había pasado?

Repasar los lemas de la protesta produce una extraña sensación: evocan menos a Lenin o Marx que a los avisos ganadores de los Premios Clio (uno de los graffitis más festejados rezaba "soy un marxista de la tendencia de Groucho"). Repasar la situación francesa de esos días tampoco ayuda: había sectores que se habían quedado rezagados, pero la mayoría del país gozaba de una prosperidad nunca vista; uno de los lemas de la protesta era nada menos que "no queremos un mundo donde la garantía de no morir de hambre supone el riesgo de morir de aburrimiento".

Los manifestantes levantaban banderas con retratos del Che Guevara, Mao, Trotsky, pero eran mirados con desconfianza por la cúpula del PCF, el Partido Comunista Francés. Hasta la principal central sindical, la CGT, que adhería a las protestas, se sentía incómoda ante gente que proclamaba que estaba "prohibido prohibir", o que "el aburrimiento es contrarrevolucionario", o el famoso "la imaginación al poder". Los estudiantes se miraban en el espejo de una interpretación idealizada (y totalmente errónea) de la agitación estudiantil que, bajo el nombre de "Revolución Cultural", llevara a China Comunista al caos y a la violencia entre 1966 y 1967, pero inspiraron a movimientos pacíficos que se oponían al orden cerrado del comunismo prosoviético en las universidades de Praga, o al inmovilismo del insuperable oxímoron mexicano de un Partido Revolucionario Institucional. ¿Entonces no era de izquierda el movimiento del Mayo Francés? ¿No proclamaba que "la humanidad no será feliz hasta el día que el último burócrata sea ahorcado con las tripas del último capitalista"?

¿Qué se puede decir de un movimiento que, parodiando la famosa frase de Luis XIV, afirmaba que "el caos soy yo"?

"BAJO LOS ADOQUINES, ESTÁ LA PLAYA"

Antes de intentar llegar a una conclusión, y en beneficio del eventual y acaso inexistente lector de este informe, convendría apurar una crónica de eso que se conoce como el Mayo Francés. Que, y esta es la menor de las paradojas, comienza a principios de ese año, con quejas de los estudiantes por la escasez del presupuesto universitario y por la falta de preparación para enfrentar las complejidades del mundo laboral. El 22 de abril se suma una causa a la agitación: ocho estudiantes de la Universidad de Nanterre (entre ellos Daniel Cohn-Bendit, uno de los posteriores líderes del movimiento) que encabezaban una protesta contra la Guerra de Vietnam, fueron arrestados en el marco de una represión policial desmedida.

Mayo comenzó con una reunión de estudiantes en la plaza de la Universidad de La Sorbona, en apoyo a Cohn-Bendit y sus camaradas. Sin mediar provocación, la policía volvió a comportarse de modo prepotente, y esto llevó a las organizaciones de estudiantes y de docentes a llamar a una huelga. La respuesta del gobierno de Charles De Gaulle fue aumentar la represión, con el resultado de que la opinión pública se puso del lado de los estudiantes. Lo que es más importante, la clase trabajadora tomó el ejemplo del estudiantado y radicalizó sus reclamos, lo que tomó desprevenidos tanto a los burócratas de los sindicatos como a los del vetusto y estalinista PCF.

En la primera semana de mayo se generalizaron los enfrentamientos entre la policía y los manifestantes, con los vecinos de París tomando partido abiertamente por estos últimos. La situación se salía de control, y la CGT convocó a una huelga general para el lunes 13.

Ese día los estudiantes detenidos fueron liberados, pero la atención se desplazó a una marcha sindical que contó con una concurrencia de 200 mil personas. Por la noche, fue tomada La Sorbona: los universitarios colgaron pósters de Marx, Lenin, Trotsky, Mao, Fidel Castro, el Che Guevara. El eslogan preferido era ahora “todo es posible”. Y ése es el verdadero comienzo del Mayo Francés.

"SEAMOS REALISTAS, PIDAMOS LO IMPOSIBLE"

En La Sorbona ocupada, mientras en algunas facultades se debatía abiertamente sobre la organización de una sociedad sin clases sociales, en su Escuela de Bellas Artes se diseñaban los afiches de la protesta (en esta nota se incluyen tres de ellos). No es la menor de las (tantas) paradojas del movimiento que tales afiches, con textos como "no descansaremos hasta que el último burgués cuelgue de la rama más alta" terminaran engalanando las colecciones de los mismos burguesesmillonarios a los que se prometía colgar.

Una a una se fueron sumando a la huelga todas las ramas del comercio, la industria y los servicios públicos, incluyendo los obreros de la empresa Renault, los que, desafiando a sus conducciones gremiales, comenzaron a  ocupar sus fábricas. El domingo 19 se estableció un precedente francés del tenebroso "corralito" de las crisis bancarias rioplatenses de 2001-2002: el retiro de dinero de los bancos se limitó a 500 francos. El 24, los comercios de la ciudad de Nantes sólo abrían bajo la autorización del comité de huelga, y con precios supervisados por él. Esta situación duró una semana, y se llamó a Nantes “la ciudad de los trabajadores”.

El lunes 27, día en la que los sindicatos convocaron a una gigantesca manifestación que reunió a 500 mil personas pidiendo un “gobierno del pueblo”, De Gaulle contraatacó, cediendo ante una de las ramas de la protesta para aislar a la otra: garantizó un incremento del 35% en el salario mínimo industrial y del 12% promedio para todos los trabajadores. Cuando los estudiantes pensaban que la salida revolucionaria a la crisis era inminente, todo terminó. Los trabajadores levantaron la huelga, a petición de la CGT y el PCF. La renuncia del ministro de educación quitó un argumento a los universitarios, y antes de que terminase el mes hubo una multitudinaria manifestación en los Campos Elíseos en apoyo a De Gaulle, manifestando que se había sufrido ya suficiente "desorden". Los últimos focos de protesta fueron tomados por los cuerpos de asalto de la policía, con la aprobación entusiasta del PCF. Ya se dijo, a las pocas semanas, las elecciones le dieron al gobierno un respaldo plebiscitario. ¿Un rompecabezas?

"ESTÁN COMPRANDO TU FELICIDAD: RÓBALA"

Para tratar de entender qué fue realmente el Mayo Francés, yo recurriría al sociólogo húngaro Karl Mannheim, que en su obra "Ideología y Utopía" (Aguilar, Madrid, 1973) plantea una muy útil explicación de la relación entre ambos conceptos.

La utopía está en una relación dialéctica con el orden imperante: la utopía de cada época es la expresión de sus tendencias no desarrolladas ni realizadas. El motor de la utopía no es una ideología, destinada a remplazar o a justificar un orden o a consolar a los descontentos por el mismo, sino lo que Mannheim llama las "energías orgiásticas procedentes del éxtasis".

Utopía. Orgía. Éxtasis. Ésas son las palabras claves. Mayo del '68 es el triunfo (efímero, como no puede ser de otra manera) de, como expresa Sigmund Freud en "El Malestar en la Cultura", los instintos sobre la cultura: esto es, del individuo sobre las convenciones de su sociedad. No otra cosa es considerar al aburrimiento un enemigo de la revolución, o el "ser realistas, pedir lo imposible”, o, lo que es lo mismo, que todo lo soñado se cumpla, que el goce no tenga límite. No otra cosa es el rechazo del orden sexual burgués, de la aburrida rutina de la vida laboral y estudiantil, de toda norma o autoridad que pretenda constreñir la voluntad (1). La paradoja central es, como señala Vicente Verdú en el artículo que se indica más abajo, que ese extremo individualismo que consagró una revuelta profundamente anticapitalista le sienta como anillo al dedo a... la sociedad de consumo capitalista. Cito a Verdú, que lo expresa de manera muy clara: “El ahorro se reveló entonces equivalente a la represión (el ahorro de sexo femenino hasta la boda), y la utilidad o la finalidad se manifestaron como la marca desencantada del proyecto y de la acción. Mayo del ‘68, encarnado en la orgía, empujaba en la otra dirección. Frente al ahorro represivo, el gasto; contra la calculada utilidad, la inmediatez, y frente a la finalidad, la aventura. La reunión de estos tres elementos dibuja el triángulo de la cultura de consumo”. En ese sentido, y por una de esas ironías de la historia, puede decirse que el supercapitalismo del siglo XXI es un directo heredero del Mayo Francés.

Satisfecho el goce, alcanzado el éxtasis, la revuelta se agotó. No había manera de que se prolongara: Francia era (es) un país muy rico, pero sin trabajo no hay riqueza, y la revuelta empezaba a ser un lujo demasiado caro, una estudiantina en un mundo en donde continentes enteros padecían hambre y enfermedades. Como dice al comienzo del artículo John Fogerty, el líder de Creedence Clearwater Revival, en algún momento alguien tiene que recoger la basura. El mundo tiene que seguir andando.

"OLVÍDENSE DE TODO LO APRENDIDO. COMIENCEN A SOÑAR"

Las suspicacias del PCF y de los intelectuales cercanos al eurocomunismo (entre ellos, Pier Paolo Pasolini) podían estar basadas en prejuicios o en teorías vetustas pero hoy, cuarenta años después, resultan hasta clarividentes. El PCF criticaba a los rebeldes de Nanterre tachándolos de “hijos de la gran burguesía", que "se cansarían pronto de protestar para heredar los negocios de papá”. De hecho, es lo que pasó en buena medida.

¿Entonces el Mayo Francés es un fraude? Nada de eso. La universidad cambió para mejor: la enseñanza pasó a ser gratuita en todos los niveles, “abierta a todos, efectiva e igualmente, sin imponer ninguna selección”. Se estableció el cogobierno universitario de estudiantes y docentes. Se fijó que “los estudiantes y el personal docente deben poder someter a examen, regularmente y con toda libertad, el contenido y la forma de la enseñanza”. (Es notable que, en 1968, los estudiantes franceses se levantaran para obtener derechos que, en Argentina, ya consagrara la Reforma Universitaria de... 1918). Además de reconocerse que, como afirma el Manifiesto de los Estudiantes, La Universidad debe ser el centro de contestación permanente de la sociedad. La información y los debates libremente organizados entre estudiantes, personal docente y personal no docente de la Universidad constituyen el medio fundamental de esta contestación” (punto I b). De la fuerza de esas conquistas tal vez baste el testimonio de que han resistido cuarenta años casi ininterrumpidos de reflujo derechista.

El ejemplo de los estudiantes franceses, alzándose para defender lo que entendían que eran sus derechos, no exaltó solamente a los trabajadores de su nación. Ese mismo 1968 hubo algaradas estudiantiles en muchos claustros del mundo: Bolonia, Praga, Francfort, Berkeley, México, Tokio. No debería pasar desapercibido el carácter de la respuesta de sistemas de organización social que no eran ni democráticos ni capitalistas: en París o California no se masacró a los estudiantes reunidos en una plaza, como en México, ni se recurrió a las divisiones blindadas rusas, como en Praga. Surgió una Nueva Izquierda, muy crítica tanto con el capitalismo como con el (hoy extinto) socialismo de Europa Oriental. Se revitalizaron el anarquismo y el situacionismo. Hubo un cambio en los métodos de los sindicatos y los partidos de izquierda: las asambleas, más que las jerarquías, se convirtieron en el motor de las organizaciones, y los delegados, en portavoces de las decisiones mayoritarias. El ejemplo de la Revolución Cubana y la figura del Che llevaron a un sector de la juventud al trágico error de tomar las armas, como fue el caso de las Brigadas Rojas en Italia o la Fracción del Ejército Rojo en Alemania.

Pero, por sobre todo, el Mayo Francés sirvió para subrayar el abandono de arcaicas tutelas normativas que envenenaron la vida privada de generaciones y generaciones, como la sumisión de la mujer, el carácter casi absoluto de los mandatos paternos o la represión sexual. Tras los sucesos franceses, ya no hubo marcha atrás. Y (más allá de sus excesos) también remarcó, en consonancia con el rock de la época y con variadas tendencias filosóficas, el hecho de que la vida está llena de magia, que pude ser vivida como una fiesta, y que es aquí y ahora, ni más ni menos.

Porque, como decía el inclasificable Federico Manuel Peralta Ramos, en un tono entre apocalíptico y farsesco, hoy es el fin de hoy.

¡Hoy es el fin de hoy, te parece poco!

NOTAS

(1) "Los herederos de Mayo del 68 habían impuesto la idea de que todo vale, que no hay ninguna diferencia entre el bien y el mal, entre lo cierto y lo falso, entre lo bello y lo feo; habían intentado hacer creer que el alumno vale tanto como el maestro (...), que la víctima cuenta menos que el delincuente (...), que no podía existir ninguna jerarquía de valores (...), que se había acabado la autoridad, la cortesía, el respeto; que no había nada grande, nada sagrado, nada admirable; ninguna regla, ninguna norma, que nada estaba prohibido". Nicolás Sarkozy, presidente de Francia. “Sarkozy promete enterrar Mayo del '68”. El País de Madrid, 30 de abril de 2007.

FUENTES

* Una cronología del Mayo Francés.

* Otra cronología de sucesos.

* Manifiesto Universitario.

* El Mayo Francés en Wikipedia.

* “El año en que cambió el mundo”, Vicente Verdú. El País de Madrid, reproducido en Página/12 de Buenos Aires, miércoles 16 de enero de 2008.

* Algunos afiches del Mayo Francés

 

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