Reseña crítica: El ingeniero en balística naval, Graham (Joseph Cotten), de viaje con su esposa (Ruth Warrick), llega a la misteriosa Estambul donde es abordado por Kopeikin (Everett Sloane) que, bajo la premisa de platicar de negocios, se va con Graham a un night club donde asisten al número musical de la fascinadora Josette (Dolores del Río). En el acto siguiente, un mago (Hans Conried) recibe un balazo que estaba destinado a Graham y la trama entra en una vorágine que nos lleva a la populosa oficina de la policía secreta, dirigida por el teniente Haki (Orson Welles, con una nariz aguileña). El fornido funcionario explica a Graham que hay un asesino a sueldo tras él, un tal Petru Banat (Jack Moss, coproductor del film cumpliendo un papel secundario) que acata órdenes de un tal Muller, agente nazi que opera en Sofia. Haki arregla todo para que Graham salga cuanto antes del país en un vapor que lo llevará a Batumi. Sin siquiera tiempo para despedirse de su esposa, Graham de pronto se encuentra a bordo junto a varios personajes. La mencionada Josette y su socio empresario Gogo (Jack Durant); el tabacalero turco Kuvetli (Edgar Barrier); el arqueólogo alemán - "de la Vieja Alemania" - profesor Haller (Eustace Wyatt); y el matrimonio Mathews (Agnes Moorehead y Frank Readick). Cuando sorpresivamente aparece el obeso Banat, que viaja bajo una identidad griega, Graham se percata que, además de haber perdido su arma y que la autoridad del buque subestime sus denuncias, tendrá que encontrar un modo de sobrevivir por si mismo ante la certeza de que uno de los pasajeros es el temible Muller. Como thriller de espionaje es uno valioso que se concentra en construir un climax realmente hitchcockiano en el que se mantiene durante casi los diez minutos finales. El cóctel incluye narración en off (requisito noir), paranoia kafkiana, fundamentos de espionaje y unos encuadres impensables antes del advenimiento de Orson Welles en 1941. Los libros de historia del cine afirman que Welles, nominado inicialmente como director, dejó tal responsabilidad a Norman Foster para viajar a Brasil en el afán de filmar la inacabada IT'S ALL TRUE. Entre idas y vueltas, Welles había confeccionado el guión junto a Joseph Cotten y, desde luego, produjo y se iba a encargar del montaje hasta que RKO le cortó los víveres y canceló su contrato, confiscando la película para lanzarla a la brevedad. Los que presten atención al equilibrio narrativo notarán algún desfasaje de ritmo significativo pero hay que saber que originalmente duraba al menos media hora más, con secuencias de flirteo entre Cotten y Del Río y Welles y Warrick, que fueron extraídas por el estudio tal vez por motivos de censura pero más seguramente para abreviar un trámite que habría opacado el mencionado pasaje final. El resultado rezuma obligatoria incoherencia narrativa pero sabrosas pizcas wellsianas imprecindibles tanto para el amante del género o el Gran Cine. [Cinefania.com]
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